Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de abril de 2019.- Al bebé lo siguieron rematando, narra una de las sobrevivientes de la noche de terror en la fiesta familiar en Minatitlán que cobró la vida de 14 personas, entre ellas la vida del pequeño Santiago, de apenas un año de edad.
La testigo, a quien le mataron a un familiar y obligada por los delincuentes a ver como lo ejecutaban, al igual que a los otros heridos en un acto de maldad inimaginable, describió que al bebé, le dispararon a quemarropa. Fue una rociadera porque estaban muertos y ahí mismo les seguían dando. Al bebé lo siguieron rematando, le dieron en el corazoncito”, estrujante narración de la noche de terror en el sureste veracruzano.
Horas más adelante otro aberrante atentado cegó la vida de dos jóvenes mujeres, no lejos de la zona, en Comalcalco, Tabasco, junto a un bebé de 8 meses cuya imagen con un tiro en la cabeza, herido llorando en el suelo y un pequeño de 8 años con un balazo en la pierna, dieron vuelta al mundo evidenciando cuál es el México luego del triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Imposible eludir el tema, sobre todo cuando escuchamos al Presidente de México, quien prometió darle seguridad al pueblo de Veracruz, decir que lo ocurrido en Minatitlán es “herencia de una política económica antipopular y entreguista donde lo único que les importaba era saquear robar (..) ese cochinero que nos dejaron”, confundiendo la política con la incumplida tarea de gobernar para darle seguridad a las y los mexicanos.
Y para robustecer la indignación social vertida en las benditas redes, lanzó vivas a un cuestionado gobernador, que no se ha parado en la sureña ciudad donde tantas veces pidió el voto para gobernarlos. Alguien, que antes de 12 horas mereció más alabanzas presidenciales. Cuatro visitas del Presidente a Veracruz para apuntalar a un mandatario estatal que día con día van perdiendo adeptos por falta de resultados. Un gobernante que solo comunica festivales de salsa, decoración de oficinas o “sabadabas”, para cumplir con el derecho información.
Ante las quejas de la prensa a que informe porque se esfuma en las emergencias, como lo fue la tragedia en Minatitlán, AMLO fue muy claro en instruir públicamente que, “va a estar constantemente informándoles el gobernador) sobre lo que sucede en Veracruz. Y además esa es la mejor forma, es la mejor manera de enfrentar la deformación o la mala información, la calumnia. Cuando se está informando constantemente no prosperan los rumores, no funciona la mala fe. Entonces, hay que estar constantemente informando”, sentenció frente al team de comunicación estatal.
AMLO sostuvo que el crecimiento de la violencia desgarradora en el país es parte de la transformación que hacen por erradicar la corrupción y que en seis meses se verán resultados. Y la pregunta obligada emerge ¿Y en seis meses que hará la ciudadanía? ¿Habrá toque de queda o la población civil seguirá poniendo los muertos por la poda que realizan, como dicen las mantas del Mayo Zambada, “con aprobación del gobierno federal”?
Retomo lo que advertí en marzo del 2018 ante la proximidad de las elecciones: “El PRI no entiende que la mayoría de quienes votaron el 1 de julio lo hicieron por alguien que pensaba igual que ellos. El enojo social (primer síntoma que debieron leer) lo consideraron como un factor sin importancia y mereció la mofa del dolor de sus gobernados. La falta de una exégesis asertiva sobre el malestar social se reflejó en las urnas desde las elecciones del 2016, la mayor derrota electoral de su historia al perder 7 de 12 gubernaturas en disputa”.
“Los últimos sexenios (PAN y PRI) convirtieron a los mexicanos en una población antisistema por la falta de ética en el servicio público, propio de la tecnocracia que deshumaniza las políticas públicas. Eduardo Galeano lo ilustra muy bien al decir “En el mercado libre es natural la victoria del fuerte y legítima la aniquilación del débil”. Exhibe la poda social soterrada que los tecnócratas liberales llevaron a cabo en la seguridad social, convirtiendo en negocio la seguridad pública, la explotación tráfico y desaparición forzada de nuevas generaciones, y un largo etc.” Y hoy, los de MORENA y su gobierno, están en la misma y no lo entienden.
Las aseveraciones presidenciales de domingo y lunes en Veracruz volvieron a levantar la tendencia mundial en su contra a través de Twitter con la etiqueta #RENUNCIAAMLO, que había reemplazado a la de #RENUNCIACUITLAHUAC, luego de los tuits y las ausencias ante el dolor de quienes confiaron en su palabra. Una oleada de indignación con tendencia mundial que aplastó la red de amlovers que suelen atacar en montón con miles de bots. Y no es la primera vez en los últimos días que pierden la batalla ante un real enojo social.
No obstante su silencio en el viernes de dolores, las excusas vertidas este lunes en la mañanera fueron mucho más ofensivos a la inteligencia de las mujeres y hombres pensantes de este país. ¡Si actuamos!, afirmó, “Yo soy dueño de mi silencio y no voy hacer rehén de nadie”, ratificó ante los cuestionamientos.
Pero las palabras de quien sentado en el poder, no quiso o no pudo, responderle a los minatitlecos, en sus primeras declaraciones dejó clara la postura que reiteró en la conferencia mañanera. Declaraciones que lastiman más a su propio proyecto porque exhibe ese tan repudiado régimen del cuatachismo infecundo, y que es también corrupción. La historia se repite.
El argumento de que otros son los culpables mientras yo gobierno ya no tiene peso, ni es legítimo. El que el gobernador sea un hombre bueno, “no de malas entrañas” tampoco funciona ante la inoperancia.
Solo 12 palabras le dedicó a las víctimas de la masacre el domingo. Doce luego de ser tendencia mundial por las críticas que recibió todo el fin de semana. 12 palabras de dos mil que emitió, contando la historia de Veracruz y descalificando al “cochinero” que le dejaron, sin dedicarle siquiera un pensamiento a Santiago, el pequeño ejecutado o al bebe muerto en Tabasco. En cambio, dos párrafos y un viva de López Obrador, mereció Cuitláhuac García, gobernante de un estado que se cae a pedazos.