Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
OAXACA, Oax., 18 de diciembre de 2016.- Dice Kant, el gran pensador alemán, que la esencia de las cosas y de los hechos sociales no son cognoscibles por el ser humano, por tanto, habría que conformarnos con sus manifestaciones fenoménicas, tal como las percibimos e intuimos. Valga esta esta advertencia para situar de lo que aquí afirmaremos.
Debemos de partir del hecho de la sustitución del titular del Poder Ejecutivo, de los integrantes del Poder Legislativo y de los concejales de los 570 municipios y de cerca de 6 mil agentes municipales. Estamos pues ante un cambio de régimen de gobierno, hay nuevas relaciones entre nuevos actores, la correlación de fuerzas está cambiando, la integración de la administración pública es diferente, las organizaciones sociales plantean sus demandas ante el nuevo gobierno etc.
Pero este proceso de cambio no nos dice nada si no se atiende de la naturaleza del régimen en construcción, por ejemplo, el gobierno de la Alianza se planteó un régimen de transición para arribar a la democracia, objetivo que a todas luces no se logró y en cambio, se arribó a un régimen corrupto y desordenado.
Debemos de ser cuidadosos de separar de lo que afirman los nuevos gobernantes de lo que realmente está sucediendo, nosotros sólo nos pueden guiar los hechos y así lograr ubicar el discurso.
El titular del Poder Ejecutivo Alejandro Murat llega a un Estado que ya ansiaba el arribo de un nuevo gobernador ante el desgaste, ineficiencia y corrupción del régimen de la Alianza conformada por el PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y el PT, encabezada por Gabino Cué Monteagudo. La sustitución de este gobernador por la fuerza de los votos de los ciudadanos y en estas condiciones, le permiten a Alejandro Murat llegar al poder político de los oaxaqueños en condiciones favorables, políticamente hablando, sin dejar de lado la situación financiera, social, económica y moral en que se dejó a los oaxaqueños.
La forma en que termina el gobierno de Gabino Cué Monteagudo es un escenario muy favorable para el inicio de todo gobierno, aunque fuese cuestionada su victoria electoral. La simple sustitución de un gobernador por otro es ya ganancia para los ciudadanos oaxaqueños y una enorme oportunidad para la administración muratista. En este contexto, Alejandro Murat sólo debía ser cuidadoso en las formas y en los contenidos de la política.
Aquí observamos un posible equívoco, la exaltación de una victoria que se hace devenir en personal, es decir, el triunfo de Alejandro Murat, inclusive como triunfo del papá, sustituye con demasiado énfasis, el regreso del PRI. A mi parecer se debió enfatizar el regreso de este partido al poder político en el Estado oaxaqueño, incluso, no sólo ganarle a la coalición gubernamental sino ganarle a Andrés Manuel López Obrador en una tierra fértil para su partido MORENA. ¿Triunfo del PRI o de los Murat? Para mi entender, si bien ganó Alejandro Murat, el triunfo es de los priístas, que con hambre de triunfo y sed de revancha movilizaron sus bases, los líderes regionales y municipales dieron la cara por su partido.
Esta percepción de las cosas le fue ajena al nuevo gobernador, por ende, comenzó a actuar de acuerdo a su comprensión particular, es decir, él ganó la elección, por tanto comenzó a tomar decisiones bajo este parámetro. Valgan las acciones siguientes para demostrar nuestra hipótesis: No es posible entender que las dos posiciones más importantes en el Congreso de su partido, sean para dos diputados de representación proporcional, que por más importantes que sean, no tienen la legitimidad de las urnas. Por lo menos se debió nombrar a un diputado o diputada de mayoría, por qué no al del mayor número de votos.
Lo mismo sucedió en la integración de las diversas posiciones en la administración pública, brillan por su ausencia los priístas de lucha en todo terreno, un equilibrio entre priístas y profesionales de la gestión pública hubiese sido deseable, sin mencionar a los miembros de otros partidos que movilizaron a sus huestes como el PANAL, el PVEM y el PES, la incorporación de algunos miembros de estos partidos se hubiese visto como signo de pluralidad y de urbanidad políticas.
Es información verificable que a los priístas de a pie no están siendo tomados en cuenta para los mandos medios y menores y si, para Ripley a distinguidos gabinistas o a personas de dudoso pasado.
Un segundo problema observable es la relación que desea el gobierno guardar con las diversas clases y grupos de la sociedad oaxaqueña. Al nombrar a prominentes representantes de la clase patronal en la administración pública, nos parece bien si de lo que se trata es impulsar la industria y el comercio en el Estado, pero no es explicable el mensaje que manda en el nombramiento de la Secretaria de Asuntos Indígenas, además de reducirle dos terceras partes del presupuesto de esa Secretaría, es decir, su falta de interés del proyecto de los pueblos indígenas de avanzar en su autodeterminación. Los cerca de tres millones de indígenas se pueden sentir despreciados por su más reciente gobernador.
La relación con los pueblos indígenas seguirá siendo clientelar, de protección, de providencia, de encomienda, opuesto a su liberación y desarrollo por sus propios medios. En el Estado más multiétnico y multicultural de la República mexicana se tiene un gobierno que se ubica a espaldas de la necesidad de su emancipación y liberación, se espera que esta acción haya sido sólo una medida no muy bien pensada y reflexionada. Sería muy lamentable que el regreso del PRI signifique una regresión de la política indígena y de los negros. La falta de esa política específica puede ocasionar al nuevo gobierno futuros dolores de cabeza.
En su relación con el movimiento de los profesores agrupados en la Sección XXII, es importante no dar pasos en falso, los dirigentes del magisterio oaxaqueño vienen de largos años de lucha que los hace tener mucha experiencia y mañas, a esta agrupación es imposible entender y difícil negociar con cartas abiertas, el engaño, la simulación, los acuerdos en corto, son los métodos más idóneos para poder tener éxito en esta relación. La relación establecida en los últimos días, nos habla de un gobierno que fue a establecer un diálogo de buena fe.
La relación con los partidos políticos, parecen cordiales a simple vista, salvo el caso de MORENA, que será el rival a vencer en el año electoral del 2018, que merece un trato especial.
Parece que el nuevo gobierno no tiene una estrategia para enfrentar los comicios del 2018, si bien el cambio en el PRI de su presidente, por un hombre más activo y menos proclive de la política de cañería, parece positivo, no así del cambio de la Secretaria General quien venía demostrando un activismo muy positivo para el partido.
La posición del gobernador en este contexto, a mi parecer deberá reforzar su dominio sobre los otros poderes, Oaxaca no aguantaría más a un gobernador que no concentre su poder y hegemonía, permita el aumento del poder de otros, como el legislativo, que a la postre no tenía la suficiente institucionalidad, lo que permitió su corrupción, malos resultados y ser considerado el Congreso más nefasto de la historia oaxaqueña.