Prosperidad Empresarial Compartida
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de diciembre de 2018.- Parece obvio mencionar que entra Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República altamente aprobado en los índices de medición de la opinión pública y que sale reprobado en su actuación como mandatario; sin embargo, este hecho nos ofrece un extraordinario caso para hacer una revisión puntual de comparación con gobernantes que están en ejercicio, sobre la gobernanza que tuvo este sexenio, de la comunicación política empleada, así como los acuerdos políticos sostenidos.
Por un lado, Enrique Peña entra con los índices de popularidad más altos en la historia contemporánea, ofreciendo herramientas extraordinarias para la comunicación política, por lo que pronto empezaron a caer en errores. Siempre será más fácil administrar el fracaso, que el éxito; en ese sentido, el nivel de aceptación les dio un capital mediático que desde el primer año de gobierno se les escapó de las manos, se sintieron tan seguros que empezaron a socavar la imagen del presidente de México. En el rubro comunicacional, no salió como entró.
Recordemos la Triada de Oro que magistralmente creó Gisela Rubach, la más experimentada estratega política de latinoamérica: construir una buena política, más hacer un mejor gobierno, y sumado a crear una excelente comunicación.
Tras la primera estocada en 1996 al Partido Revolucionario Institucional (PRI), provino la segunda en la presidencial de 2000, hasta la implosión provocada por el tabasqueño Roberto Madrazo en 2006. Enrique Peña Nieto se apodera del PRI nacional, así como de las sedes estatales más estratégicas para su proyecto; en resumen, eclipsó al priismo con su arribo a la Presidencia de la República, acabando con las mejores huestes tricolores y dejando sin cobijo a los buenos operadores políticos en territorio. Ahí empezó el fortalecimiento local del Partido Acción Nacional (PAN) y MORENA.
Entra tan bien aprobado Enrique Peña Nieto que tras el Pacto por México consigue el destacado logro de sacar adelante las grandes reformas estructurales –gusten o no, es un éxito de buena política-; así como justamente sale de su sexenio con otro apremiando triunfo en acuerdos políticos: la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). En este rubro, entró como salió.
¿Un mejor gobierno? Con tantos claroscuros, escándalos, toma de decisiones centralizadas en y desde Enrique Peña Nieto, pero en otras instancias tan alejadas de la visión del gobierno federal que se descontrolaron. Entró como salió, mal.
Esta misma fórmula se está repitiendo en tantos gobiernos estatales, en todas las regiones de México, que entraron tras el hartazgo del ciudadano como alternancia política, pero que ya están actuando igual que Enrique Peña, o por lo menos, con el mismo modelo; entran con capital en la opinión pública, hacen mal gobierno, logran buenos acuerdos políticos, con lo que ya están en su fase de declive generalizada. Solo hay que observar el reciente resultado electoral, esa fue la real calificación que ofreció el pulso del humor social de sus gobernados hacia sus gobernadores y presidentes municipales.
Lo peor del caso, es que siguen sin entender los gobernantes. ¿Usted qué opina? www.daviddorantes.mx
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David Dorantes es periodista especializado en el sector energético y consultor en comunicación política. Premio Nacional de Periodismo como Mejor Corresponsal del Año (2011), Premio Trayectoria en Comunicación (2016) por el Senado de la República de México, Becario del Departamento de Estado (International Exchange Alumni) en Estados Unidos y cobertura en Washington de las elecciones de Barack Obama (2012).
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