El asesinato del Padre Marcelo es absolutamente inaceptable: ONU-DH
María Teresa Cedillo Nolasco
Entre 15 y 40 por ciento de los individuos infectados por Covid 19 padecen el síndrome conocido como Covid largo, cuya manifestación más recurrente es la fatiga, de acuerdo con un artículo publicado por el doctor Silvestre Alavez Espidio y la doctora Carmen Arroyo Quiroz, director de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud e investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Lerma de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), respectivamente, quienes advierten del problema de salud pública que implica esta afección.
En su texto explican que el Covid 19 ha representado un reto sin precedentes en la historia de la salud pública a nivel mundial, una vez que desde su inicio en diciembre de 2019 y hasta enero de 2023, se estima que se infectó con SARS-CoV-2 (Coronavirus 2 del Síndrome Respiratorio Agudo Severo) un total de 561 millones de personas, cifra que continúa incrementándose a pesar del descenso en los casos graves y en la mortalidad, informó la UAM en un comunicado.
Por otro lado, aunque la respuesta de la comunidad científica, en particular en cuanto al desarrollo de vacunas y antivirales, ha permitido hacer frente a la pandemia, una enfermedad como ésta, que tomó a los sistemas de salud por sorpresa y forzó a una respuesta inmediata, plantea algunos interrogantes que deben ser atendidos.
Uno de ellos, por ejemplo, refiere a los reportes de afectados que cursaron la fase aguda del padecimiento y continúan con síntomas o secuelas relacionadas, y que se conoce como covid largo o síndrome post-covid.
La investigadora y el investigador refieren que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud esta sintomatología se define como una condición “que se presenta en individuos con antecedentes de una probable o confirmada infección por el virus SARS-CoV-2, tres meses después del inicio de Covid 19, cuyas manifestaciones persisten al menos dos meses y que no pueden ser esclarecidas por un diagnóstico alternativo”.
En ese sentido, advierten que el síndrome pos-covid 19 se está convirtiendo en un problema de salud pública por ser discapacitante y debido a la creciente ocurrencia de casos, pues se estima que entre 15 y 40 por ciento del total de individuos perjudicados por el coronavirus presentan estas afecciones.
Al abundar, señalan que se han observado más de 200 síntomas de covid largo, en un lapso de un año posterior al diagnóstico e incluso hay estudios que muestran presencia de sintomatología hasta dos años después, en alrededor de un tercio de los convalecientes.
Los síntomas son muy variados, pero los más comunes son fatiga, dolor de cabeza, anosmia, dolor muscular, problemas respiratorios, pérdida de cabello, niebla mental, alteraciones cognitivas, depresión, ansiedad y alteraciones en el sueño, entre otros.
De todos los anteriores la fatiga es el síntoma más común en enfermos que han cursado previamente con covid-19; ésta se puede considerar una sensación subjetiva y, por lo tanto, con frecuencia no se da la importancia debida, a pesar de la gran relevancia que puede tener en la calidad de vida de los pacientes, observan ambos expertos.
La característica básica es el cansancio extremo, tanto físico como mental, que no disminuye con el reposo y continúa por un periodo largo de tiempo, además a menudo, está acompañada de problemas para dormir, malestar post-esfuerzo y problemas para concentrarse, entre otros.
Por lo tanto, los aquejados por el síndrome post-covid ven alterada su calidad de vida en distintos aspectos, ya que esta condición les impide desarrollar sus actividades habituales con normalidad. Muchas veces se presenta un incremento en las ausencias laborales, restricciones en el estilo de vida, aislamiento social o depresión.
El agotamiento puede interpretarse como un mecanismo dirigido a conservar energía, tal como se ha observado en otras enfermedades infecciosas agudas, sin embargo, las causas relacionadas con la fatiga postcovid aún están en estudio, señalan.
Entre las hipótesis para explicar el padecimiento hay una que postula que el daño a nivel del nervio olfatorio puede aumentar la resistencia al drenaje del líquido cefalorraquídeo y causar estrés a nivel del sistema nervioso central.
Otros estudios han documentado hipometabolismo en el lóbulo frontal y el cerebelo, posiblemente causado por mecanismos inflamatorios sistémicos e inmunitarios. Un estudio previo sugiere que el COVID largo puede reducir la cantidad de sangre que llega al cerebro, fenómeno que se ha vinculado con un malestar similar conocido como síndrome de fatiga crónica.
Explican que también es posible que desencadene en mecanismos moleculares similares a los que se asocian con problemas cognitivos y algunos trastornos neurodegenerativos.
Otras hipótesis se relacionan con el alojamiento del virus en tejidos y órganos, la presencia de microcoágulos formados durante la fase aguda, procesos inflamatorios persistentes o la desregulación del sistema inmunitario.
La doctora Arroyo Quiroz y el doctor Alavez Espidio identifican algunos factores de riesgo asociados al síndrome post-Covid-19, los cuales residen en una edad avanzada, presencia de múltiples comorbilidades, ser del sexo femenino, entre otros.
La vacunación ayuda a disminuir el peligro de desarrollar síndrome post-Covid; sin embargo, no evita al 100 por ciento la propagación de este síntoma y aún se efectúan estudios para determinar si puede bajar la intensidad o la duración de la fatiga.
Debido a lo anterior ambas personas investigadoras sugieren algunas recomendaciones para el manejo del síndrome post-Covid; la primera consiste en analizar si hay presencia de otros síntomas que pudieran asociarse, como son los problemas respiratorios o coronarios, que podrían ser tratados médicamente.
Otras sugerencias se enfocan en mejorar los estilos de vida, por ejemplo, llevar a cabo actividad física moderada y aumentarla en forma gradual: caminar, realizar estiramientos, ejercicios de respiración, yoga y pilates, con la idea de iniciar con movimientos ligeros por algunos minutos e ir incrementándolos de manera muy gradual.
Si bien, al comienzo puede resultar agotador, la sugerencia es seguirse ejercitando por periodos cortos, con el propósito de lograr acrecentar la capacidad del organismo y obtener los beneficios inherentes a los entrenamientos.
Priorizar el sueño es otra recomendación importante, por lo que el mantener hábitos para dormir es fundamental; por ejemplo, tener un horario fijo para dormir, evitar el consumo de sustancias estimulantes, así como el uso de pantallas en las horas previas y consumir una cena ligera.
Por último, se invita a incluir en la dieta la mayor cantidad posible de comida nutritiva, sobre todo frutas, verduras, granos integrales y proteína, ya que muchos pacientes durante la infección aguda no se alimentaron de forma adecuada y esto puede relacionarse con la fatiga.