Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax., 14 de mayo de 2017.- Es sabido que la riqueza y diversidad de recursos naturales y culturales con los que cuenta Oaxaca contrasta con sus bajos índices de desarrollo humano y social, lo que refleja un reto formidable para la estrategia económica, la política, y el diseño y operación institucionales de gobierno.
De un lado, 570 municipios y más de 8 mil comunidades distribuidas en 8 regiones albergan a casi 4 millones de habitantes (décimo lugar nacional), de ellos, son mujeres poco más del 52%.
Al mismo tiempo, la dispersión poblacional sobre un territorio tan amplio como abigarrado se traduce en tan solo 6 municipios con más de 70 mil habitantes (Oaxaca, con más de 260 mil, Xoxo, Huajuapan, Tuxtepec, Juchitán y Salina Cruz).
Un puñado no mayor a 10 municipios superan los 30 mil habitantes. El resto y la gran mayoría, se ubica muy por debajo de los 10 mil.
En ese marco geográfico, más de 1 millón de personas hablan alguna lengua indígena, es decir el 34% de la población total, dato muy distinto al de la mayoría de las entidades federativas del país, que no rebasan el promedio nacional ubicado en 6.7%.
La mayor parte de la población vive en zonas urbanas y habita en poco más de 1 millón de viviendas particulares en cuyos hogares el 30% es dirigido por una mujer.
En Oaxaca, la mayoría de la población económicamente activa se dedica a actividades ubicadas en el sector servicios y este contribuye con el 61% al Producto Interno Bruto estatal.
Esto cuando el 75% de aquella, según se dijo antes, viva en ciudades pequeñas.
En ese entorno, el estado es de los primeros tres productores del país en pastos, agave, piña, ajonjolí y papaya, lo mismo que en carne caprina.
Más aún, la energía eólica y la refinería en el Istmo, la agroindustria en la Cuenca y el turismo en varias regiones, abonan al crédito internacional de esta tierra.
Pero, del otro, la riqueza oaxaqueña no se traduce en bienestar material para la mayoría de la población.
Es así, por ejemplo, que solo 455 mil personas están ocupadas en algún trabajo formal mientras que en el sector informal se hallan alrededor del 70%.
En escolaridad, el promedio oaxaqueño es de primer grado de secundaria frente al tercer grado del promedio nacional y hasta tercer grado de preparatoria en algunas entidades federativas.
Muy reducido el contingente con licenciatura y en grave minoría quienes cuentan con posgrado.
La deserción escolar en secundaria sigue siendo desafiante. Peor aún, el tema la calidad educativa que la coloca en el fondo de la tabla.
En Oaxaca, los seis indicadores que mide CONEVAL revelan profundas carencias.
Además del rezago educativo, el acceso a servicios de salud, seguridad social, vivienda, sus servicios básicos, y el acceso a la alimentación, si bien mejoraron ligeramente en los últimos años, siguen siendo muy bajos para el potencial que muestra la entidad.
De allí la importancia de que los gobiernos plurales que conviven en el país, desde el Poder Ejecutivo Federal hasta el gobierno estatal y los municipales, se coordinen de manera eficaz en el diseño e implementación de las políticas públicas, en particular en el ámbito social.
De allí que el diseño y operación institucionales del gobierno del Estado deba corresponder a la prioridad de la inclusión social y su mejoramiento efectivo; a la inversión, la productividad y el empleo; a la progresiva garantía del ejercicio de los derechos individuales y sociales; a la seguridad mínima y a un entorno sustentable y saludable.
Para todo ello se requiere más y mejor estado de Derecho pero no de cualquier tipo.
Un estado de Derecho en el que se ordene, mejore, transparente y difunda el marco jurídico completo en vigor.
Que fortalezca los instrumentos institucionales desde la prevención de la seguridad hasta la procuración y administración de justicia.
Que facilite y no complique la vida pública. Que aliente la iniciativa privada junto a la cooperación social y la comunalidad solidaria.
Que genere buenos resultados, combata la corrupción y rinda cuentas.
Que inspire y estimule valores para la vida en común y con un proyecto de futuro.
Que convierta la riqueza natural y cultural en riqueza compartida.
Que haga de la oportunidad resorte del bienestar y fuente de justicia.