La Constitución de 1854 y la crisis de México
So pena de ser interpretado como excluyente como he escrito en otras colaboraciones, corren tiempos de auto calificaciones en diversos aspectos de la coexistencia social resaltando la forma en que ahora los grupos a cargo de la administración pública se auto adscriben como de izquierda en una sui géneris mezcla de golpeo, actitudes contestarias al menos mientras no eran gobierno, barniz de lecturas de modé y alguna que otra declaración de “vanguardia” en favor de lo que consideran como pueblo. Resaltan las conductas excluyentes para quienes no coinciden o asumen sus acciones colocándolos de lo que en su visión es el lado equivocado del devenir y de lo que también consideran histórico, en un lenguaje y conceptos líricos, ideológicos y propaladores de las consignas y consejas de la formas de expresión de los sesenta del siglo pasado en que una verdad absoluta les llevaría a la consecución de lo que en el medio académico algunos llaman la teoría del pastel por las recetas de aquel mamotreto sobre el marxismo que en su momento fue lo que adoctrinó a esa “izquierda” que Marta Harnecker escribió y se convirtió en libre de texto.
Y es que no pocos de los hoy personajes, líderes o dirigentes de los principales movimiento contestatarios con sus consabidas y reconocidas excepciones, surgieron de expresiones de grupos de choque sobre todo como fósiles universitarios, pandillas o descendientes de lideres anteriores que, si bien respondieron a intereses y luchas comunitarias, sus descendientes son expresión de prosperidad, poses y de vanguardia sobre todo de modas por el uso de enseres personales de marca y de altos precios. Algunos de ellos muestran algunas lecturas sobre todo como forma de legitimar su barniz educativo con autores como Murakami, García Márquez o Kundera para en cada oportunidad y sobre todo con ciertas audiencias o clientelas a la menor provocación sacan a relucir.
Esta forma de comportamiento y conductas cada vez más replicadas por quienes aspiran a un lugar en el parnaso de su izquierda no tendría la mayor repercusión si fuera tan solo una más en nuestro museo del horror social pero en tanto grupos de presión y ahora algunos de ellos en los gobiernos, impulsan la exclusión, los adjetivos que propician beligerancia y enfrentamientos, exhibición desde la palestra pública de las y los que sostienen posiciones diferentes incluso fuera de las leyes vigentes en materia de la secrecía y los derechos a la privacidad y sobre todo la división entre lo que definen como buenos y malos sin que hasta ahora al menos claramente digan a dónde pueden ir o si no caben en este su mundo de “izquierda” los diferentes. Lo que no pueden ocultar es que con sus posiciones y acciones están obligando o a cultivar un clima social de rechazo y de división y/o a que cada día crezcan más el rechazo y el resentimiento que por desgracia no necesariamente se expresará por las vías legales como el voto y sí como ya podemos ver en los medios de comunicación, en confrontaciones, enfrentamientos y búsqueda de aliados que sostengan las posiciones encontradas como el crimen organizado que de acuerdo a las fuentes de mayor rigurosidad locales y externas, controlan el 30% del territorio y población nacionales.
La izquierda mundial y México no ha sido la excepción, ha transitado por los caminos que han ido desde el sectarismo, la clandestinidad, la represión, hasta la adopción de corrientes y vanguardias por el medio ambiente, los recursos naturales, los derechos humanos, los de los Pueblos y Comunidades Originarias, los de la Mujer, de la Niñez entre otros sin que necesariamente sean banderas exclusivas o solamente propias en una mezcla de principios universales, estudios, investigaciones, actualizaciones y por supuesto una militancia constante con argumentos, posiciones y demandas surgidas de la sociedad entera en que los que menos tienen son preponderantes pero no excluyentes para hoy día sustentar fundamentalmente dos principios: La pluralidad y el respeto a la diferencias. Por supuesto que las condiciones económicas de un capitalismo en una fase de mayor sofisticación para continuar con la apropiación de la plusvalía de los que producen el valor, la globalización imperante, el crecimiento de la ciudadanización entre la que destacan los órganos autónomos, el fortalecimiento de los poderes y espacios para consolidar la representación de la corrientes y pensamientos en las sociedades actuales, han hecho las definiciones ideológicas y políticas cada vez menos extremas al menos en una parte del mundo actual, sin embargo como ha sucedido a lo largo de nuestra historia en América Latina y algunos de los países que se consideraron emergentes como Turquía, las corrientes en boga que se definen como populismos han proliferado y con ellas la exclusión, el separatismo y la quimera de una sociedad única.
Gerardo Garfias Ruiz [email protected]