Cortinas de humo
Indicador Político
A Yadira Albertini, de la familia a la familia
MADRID, España, 28 de junio de 2016.- Luego de que el 20 de diciembre de 2015 ningún partido logró la mayoría absoluta de 176 diputados para gobernar, los partidos desoyeron el mensaje de la sociedad y convocaron a otras elecciones el domingo pasado 26 de junio. Pero como el resultado fue el mismo de diciembre, entonces los partidos perdieron la oportunidad de entender el mandato de la sociedad.
El mensaje clave del 20 de diciembre fue el fin del modelo bipartidista que había fundado la transición democrática de 1976-1978. En las elecciones para el parlamento europeo en 2014 irrumpieron dos nuevas fuerzas: Podemos desde la izquierda y Ciudadanos desde la derecha. Sin embargo, los partidos tradicionales que había instaurado el sistema pendular no entendieron la nueva configuración partidista de la sociedad.
Las elecciones del pasado 26 de junio fueron inútiles y un gasto innecesario: el Partido Popular ganó el primer lugar con 135 diputados, abajo de la mayoría absoluta de 176 que necesita para ser gobierno. La derecha y la izquierda tradicionales mantuvieron su dominio, pero están obligados a entenderse con las dos nuevas fuerzas.
A lo largo del primer semestre de este año, entre las sesiones de búsqueda de una mayoría y luego en el proceso electoral, los cuatro partidos le apostaron a una irracionalidad política: una mayoría absoluta. Y desdeñando las tendencias electorales de las encuestas sobre el mismo escenario de diciembre, los cuatro dirigentes de los partidos se dedicaron a dinamitar puentes, a jurar y perjurar que no gobernarían con el otro y a acusar a los otros de incapacidades e incompetencias.
De ahí que a partir de los ataques entre ellos, ninguno de los cuatro podría gobernar. Y entonces España debería prepararse para una tercera ronda electoral en noviembre próximo, aunque con la certeza de que el resultado será el mismo.
De ahí que los dirigentes partidistas no están escuchando a la sociedad. Los líderes partidistas compitieron en la élite sin tender puentes. La única salida que existe es que los cuatro partidos hagan un acuerdo de gobierno para que no haya una tercera ronda electoral, construir un pacto político como el de desarrollo que fueron los Pactos de la Moncloa para un gobierno contra la crisis que viene por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y un acuerdo para la reforma del sistema político que reconozca el fin del bipartidismo.
Los partidos se imaginaron que la sociedad iba a votar por el regreso del bipartidismo… y se equivocaron. Luego los candidatos se sometieron entre ellos a sesiones de desprestigio que descalificaban a los cuatro para encabezar el gobierno. Por tanto, a España no le queda más que un gobierno de reconstrucción nacional que ponga fin formal al régimen de la transición y construya un sistema político pluripartidista.
Los partidos volvieron a entender mal el mensaje de la sociedad. Las primeras reacciones al resultado electoral quisieron vender a sus candidatos como si las cifras electorales no hubieran existido. El mandato social en los hechos descalificó a partidos y candidatos y la sociedad votó por un nuevo equilibrio sin mayorías absolutas, no por personas.
La sociedad habló y fuerte: no habrá mayoría absoluta para algún partido en solitario. Esta es la verdadera crisis del sistema democrático español: o acuerdo o tercera ronda electoral.
Política para dummies: La política es el mandato de la sociedad, y cuando no le hacen caso estallan las crisis.
Sólo para sus ojos:
Sorpresa: las empresas encuestadoras, incluyendo la oficial, fallaron en las estimaciones electorales. Y peor aún, TVE dio a conocer una encuesta de salida que también falló. La explicación: los indecisos cambiaron el panorama a uno conservador y tradicionalista y los electores no exhibieron su voto al salir de la casilla.
España se juega Europa. El efecto Brexit influyó en el voto tradicionalista a favor de los partidos conocidos.
La alianza Izquierda Unida (ex PCM) y Podemos iba en segundo lugar en las encuestas y quedó en tercero. No fallaron las encuestas: la crisis en la Unión Europea por Gran Bretaña, el discurso populista del líder de Podemos, Pablo Iglesias y el temor a una izquierda ideológica sacaron a votar a los mayores de 50 años.
La conclusión: España quedó igual. E igual quiere decir peor.
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@carlosramirezh