Cortinas de humo
Hacia el 1/7/18
Semana 2 de precampañas
OAXACA, Oax., 24 de diciembre de 2017.- De un lado, espejos y espejismos latinoamericanos reflejan posibles futuros para México.
Del otro, el pragmatismo político partidario nacional intenta convertir sus propias experiencias e imágenes reinterpretadas en insumos para la competencia electoral en curso, más la única certidumbre es la incertidumbre.
En efecto, la reelección autorizada vía judicial en contra de texto constitucional expreso -y con resultados comiciales de dudosa validez- del presidente Juan Orlando Hernández, en Honduras, triunfador por poco más del 1.5% de los votos frente al izquierdista-populista Salvador Nasralla, no oculta el decisivo 17% obtenido por la tercera opción, Manuel Zelaya.
Este último, Presidente defenestrado en 2009 por tratar de reelegirse y ahora supuesto aliado de Nasralla, más bien cogobierna el país con Hernández y podría sucederlo dentro de 4 años.
Esto ocurre en un marco institucional de tres partidos, sin segunda vuelta, sin gobierno de coalición formal y con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, aun en contra de las observaciones de OEA y ONU, en el sentido de repetir las elecciones.
En Chile, con reelección inmediata y mediata posibles y con segunda vuelta, el dueto Bachelet (2002-2010 y 2014-2018)-Piñera (2010-2014 y ahora 2018-2024) repiten el juego de la sucesión alternada con gobierno dual de la última década entre expresidentes.
El dato es que uno y otro no deben ni pueden tocar los fundamentos del sistema económico legado por Pinochet, como no es posible hacerlo en el hondureño heredado por las fuerzas reales detrás del trono, sin que estas reaccionen con fuerza, como lo experimentó y al parecer aprendió Zelaya desde hace 8 años.
En Perú y Ecuador, lo mismo que Argentina y Brasil, la trama de la alta corrupción arriesga su precaria gobernabilidad democrática, más en todos los casos la orientación neoliberal y anti-populista luce renovada.
Son seis espejos colaterales con los que se puede atisbar el 1/7/18 mexicano. En el entendido de que, aquí, factores económicos bilaterales (reforma fiscal y tasas de interés en Estados Unidos más TLCAN y otras variables) afectan de manera directa.
Pero, claro está, el espejismo socialista de Venezuela y Bolivia tiende a evaporarse en el desierto latinoamericano. No habría, por ende, por que esperar la formación de una imagen análoga en México.
Aquí, nótese, la izquierda que hace 40 años aceptó la institucionalización reyes-heroleana en su lucha por acceder al poder, ahora ha declinado postular candidato frentista a la presidencial, la cual queda en manos de la derecha (centrista) del PAN.
Al respecto, según recuerdo lo vaticinó Chomsky hace 25 años en su “Latin America in the Age of Cholera”, la carrera de la competencia electoral relevante prevé hipodromo, carriles, caballos, jinetes y, desde luego, árbitros y jueces conscientes de que comparten las reglas y beneficios respectivos. Si alguno desconoce o rompe las reglas, se arriesga a no ingresar, o bien a salir del hipódromo.
En la segunda semana de nuestras peculiares precampañas, que quizás algún día adopten algo del modelo argentino: Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (más participativas y menos virtuales), continúa la brega de los independientes por asegurar carril junto con las tres coaliciones partidarias ya registradas.
Para aquellos y para estas, asegurar carril es clave para negociar en el tramo final, sin segunda vuelta y con gobierno de coalición, algún espacio en el “podium” de los ganadores en un largo periodo sexenal.
En el caso de las coaliciones, afinar sus denominaciones (si Meade deba aparecer o no en ella, según lo acuerde el INE y quizás lo revise el tribunal) es menos relevante que cerrar sus fisuras internas y atender los espasmos intestinales inducidos por grupos y facciones en pugna (de denuncias por desvío de recursos y financiamiento ilícito a actos anticipados de campaña y no reporte de gastos de precampaña) a lo que árbitros y jueces deberán abocarse, sin dejar de garantizar derecho al voto de las minorías “trans” –lo que por fortuna acordó recién el INE– y, desde luego, prever riesgos delictivos futuros.
Que Meade fortalezca su equipo de precampaña y visite primero sus supuestos bastiones (Campeche, EDOMEX o Sonora) y no campo minado (Chiapas) o los de sus competidores (Puebla o Jalisco), y que Andrés Manuel y Anaya hagan uno y otro lo propio con sus respectivos aliados, llámense Monreal, Ebrard o Elba Esther, o bien Mancera, es más que lógico y acertado, aunque puede ser garantía de nada.
Que no muestren debilidades graves personales incorregibles “yo tomo un cocktail diario de pastillas contra la hipertensión que me causa la mafia del poder”, dijo el desatinado Andrés), que cuiden los deslindes: “lo conozco y lo aprecio y le deseo que le vaya bien” (dijo Meade de un exfuncionario del PRI detenido por presunto peculado), o las identidades básicas: “Zepeda y yo somos de la misma banda” (según festino Anaya en un spot), van por su cuenta y riesgo.
Otro tanto deberán cuidar unos y otros en los contenidos de los spots navideños, que abonan o descuentan simpatías tempranas.
Decálogos e idearios, ya en seguridad, economía, anticorrupción o pobreza (las 4 preocupaciones máximas del electorado) apenas ayudan a colorear el espejismo que militantes, simpatizantes y ciudadanía, en general, podrían creer que se hará realidad algún día. Pero al menos sirven para paliar la desesperanza.
El PRI deberá desenterrar los espejos de sus derrotas presidenciales de 2000 (la desastrosa campaña posterior a la interna entre Labastida y Madrazo) y 2006 (la divergencia del Todos Unidos Contra Madrazo, cuyo legado capitalizaría Peña Nieto) para tener presente que se forjaron en hierro justo desde la nominación de sus candidatos y en virtud de divisiones insalvables.
El PAN y aliados deberán precaverse de mirar mucho al espejo cóncavo que suele proyectar de manera desproporcionada la imagen real de su estatura, peso y atractivo.
Morena y sus coaligados deberán entender que, como en 2006, aunque en el espejo retrovisor sus competidores apenas aparecen en la línea de salida, el “síndrome del maratonista” puede convertir en espejismo evanescente su amplia ventaja inicial.
Los precandidatos independientes deberán seguir abriendo ventanas al futuro, unos más que otros.
En el horizonte oaxaqueño, baste apuntar que los espejismos también suelen desvanecerse. Ya veremos por qué.
Contrario a lo que algunos aventuran, la elección presidencial está lejos de haber sido definida conforme al ánimo, mente y conducta ciudadana.
Por ahora, es mejor desenterrar espejos y evitar espejismos.