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El próximo 6 de junio, la Red de Cultura Popular, Símbolos y Periferias del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) presentará un documento pastoral histórico con el que busca responder a un contexto global eminentemente marcado por problemáticas entrelazadas como guerras, migraciones forzadas, colapso ambiental y desigualdades estructurales derivadas de sistemas y regímenes políticos en crisis.
El texto lleva por nombre ‘Vivir en la esperanza que no defrauda: Los gritos socio ambientales para una Iglesia Jubilar’ y articula una reflexión teológico-pastoral profundamente política: la fe no puede desvincularse de la justicia socioambiental ni de la defensa de los excluidos.
La Iglesia latinoamericana reivindica y pone en el centro de la reflexión las encíclicas del papa Francisco ( Laudato Si’, Fratelli Tutti ), especialmente en la crítica frontal al sistema económico extractivista y modelos políticos de abuso y explotación; de hecho, pide que en el actual Jubileo Ordinario que se celebra cada 25 años, la sociedad escuche los clamores de la Tierra, el grito de los pobres y restituya los derechos fundamentales de la dignidad humana ante tantas estructuras de injusticia que se han legalizado.
El documento es una aguda interpelación tanto a los gobiernos, a las organizaciones eclesiásticas y a los ciudadanos porque nos enfrentamos a una “policrisis global” que provoca víctimas en muy distintos estratos y ambientes.
El llamado de la Iglesia latinoamericana es además relevante en la coyuntura histórica donde los distintos sistemas de poder político se encuentran en una crisis profunda de legitimidad y recurren a estrategias de propaganda, intimidación, autoritarismo y agresividad proteccionista; también porque el cambio climático, la crisis energética, las epidemias, la migración y la acelerada innovación tecnológica profundizan las desigualdades, discriminaciones e injusticias: “El grito acuciante de las periferias, los olvidados, los caídos a la vera del camino […] son rostros que debemos reconocer para hacernos carga con nuestra palabra y acción”, dice el documento.
La respuesta, propone la red latinoamericana, está en ajustes estructurales y en incorporar la idea de la misericordia como un sustrato de la justicia socioeconómica porque, entre los percutores de las problemáticas está la acumulación del capital y la búsqueda de privilegios. Por ello, piden que los más aventajados “renuncien a sus derechos” para reparar injusticias: «Los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás. El Reino de Dios, en la misericordia con los pobres y pecadores, es un proyecto encarnado en la historia».
El documento además aborda con detalle el fenómeno migratorio en el continente y exhorta a las naciones latinoamericanas y caribeñas a mejorar las políticas de acogida ya solicitar a los Estados a mostrar más compromiso con los desplazados; condena la explotación de la naturaleza como una violación de lo sagrado sólo porque la técnica facilita la maquinaria extractivista “en la tradición bíblica, el jubileo implica el compromiso firme de cuidar la tierra”; y reivindica la fe sencilla de los pueblos como fuerza política en la resistencia y promoción de una cultura de paz.
Finalmente, la exhortación a las Iglesias del continente define a la esperanza como una acción emprendedora contra sistemas injustos: «La esperanza cristiana es combativa, con la tenacidad de quien va hacia una meta segura. […] Provoca una fuerza que […] restaura el equilibrio con la naturaleza y construye una sociedad basada en la equidad».
Este documento del CELAM tiene un carácter singular y se puede inscribir en la larga e histórica búsqueda de bien común en las diversas voces y necesidades de los pueblos latinoamericanos; en sintonía con la herencia de sus pastores y sus intuiciones sociales, la Iglesia trasciende en apariencia sus márgenes litúrgicos y religiosos para plantear un gran programa ético-político que quiere responder a una “policrisis” global.
De manera muy audaz y sin eufemismos, el documento lanza desde este Jubileo 2025 un magisterio regional que confía en que la esperanza se construye mediante la redistribución de bienes, la acogida a migrantes, la revocación de modelos extractivistas y la profecía social encarnada por los excluidos. Se trata de un llamado duramente incómodo para una Iglesia y una sociedad que no pueden evadir sus responsabilidades históricas.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe