Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de marzo de 2020.- Durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña, opositores arropados bajo el alerón de López Obrador y del partido Morena, gustaban de señalar como “crimen de Estado” hasta la más absurda ocurrencia.
Así, por ejemplo, en la gestión de Calderón señalaron que el incendio en la Guardería ABC, del IMSS, había sido “crimen de Estado”, por un lado y, por el otro, impulsaron una campaña de recopilación de firmas para acusar al presidente ante la Corte Interamericana, por la presunta responsabilidad en la incontenible violencia criminal.
A su vez, en el gobierno de Peña, los mismos lopistas calificaron como “crimen de Estado” la masacre de “los 43 de iguala”, a pesar de que nunca intervino autoridad federal alguna. Luego, en otro escándalo, dieron idéntico tratamiento al enfrentamiento entre militares y criminales, en Tlatlaya, estado de México, en donde perdieron la vida una veintena de sicarios.
En el fondo, el señalamiento de supuestos “crímenes de Estado” fue un argumento propagandístico utilizado por López Obrador y su claque como arma para desacreditar a sus adversarios políticos, ya que en ninguno de los casos se probó el supuesto “crimen de Estado”.
Sin embargo, en sólo 15 meses del gobierno de López Obrador y de algunos gobiernos estatales de Morena, se han dado claros caso de “crímenes de Estado” que han sido ocultados por el propio presidente, por la jefa de gobierno del DF, por los dirigentes y legisladores de Morena y hasta por los mandatarios estatales de Puebla y Veracruz, entre otros.
El caso más reciente de un “crimen de Estado” lo vimos cuando a causa de la negligencia criminal del gobierno de Claudia Sheinbaum –denunciada por los propios trabajadores–, se produjo un choque de trenes en el Metro de la Ciudad de México. El saldo fue de más de 40 heridos y un muerto.
Un trabajador del Metro, de nombre Jesús, subió a redes un video en el que reveló el origen de la tragedia. Así lo dijo.
“Acabo de escuchar las declaraciones de la doctora Claudia Sheinbaum: señora, al lado suyo tiene a los responsables a los corruptos a los que están detrás de todo esto, a los verdaderos responsables de la falta de mantenimiento del Metro; a los que les importa un comino lo que pasa en el Metro; a los que sólo les importa recaudar, como Florencia Serranía…
“El metro no es seguro, es una bomba de tiempo, lo expusimos y lo denunciamos. La falta de mantenimiento es el problema… prefieren correr a trabajadores con experiencia y contratar compañías externas que no conocen nada… no se necesita una investigación, el problema se llama corrupción… ya basta, fue una falla en el tren, falta de mantenimiento. Los culpable están junto a usted”, dijo el trabajador a Claudia Sheinbaum.
¿Cómo calificar lo anterior?
Sí, pueden decir misa y puede lanzar en contra nuestra a las jaurías babeantes de “botargas” lopistas, pero lo cierto es que el accidente del Metro se llama “crimen de Estado”.
Y los responsables del “crimen de Estado” son la jefa de gobierno y el presidente Obrador; culpables de la dizque política de austeridad que, en el fondo, no es otra cosa que el saqueo del dinero público y la corrupción generalizada en los gobiernos federal y de la capital del país.
Pero no son los únicos “crímenes de Estado”.
Por ejemplo, están en la categoría de “crimen de Estado” la destrucción del Sistema de Salud, ordenado por el propio López Obrador, y que dejó sin medicamentos a millones de derechohabientes del IMSS y del ISSTE; muchos de ellos con resultados fatales.
Son un “crimen de Estado” la cancelación de medicamentos para el cáncer a decenas de niños, niñas y miles de mujeres con tratamientos de cáncer de mama; muchos de ellos que tampoco ya están entre nosotros.
Es “crimen de Estado” la adulteración de medicamentos en el hospital de Pemex, en Tabasco; medicina aplicada a pacientes de manera irresponsable y que ya causó la muerte de cuatro personas y que tiene graves a otras tantas.
Es “crimen de Estado” el acuerdo entre el gobierno de Obrador y las bandas criminales, que provocó la liberación de “El Chapito”, que solapó la boda de la hija de “El Chapo” y que permitió la huida de “El Marro”. ¿Y por qué crimen de Estado? Porque esa alianza deja en libertad a criminales potenciales que todos los días matan personas.
Es “crimen de Estado” la política tolerante que estimula al epidemia de feminicidios; causante de la muerte diaria de 10 mujeres.
Es “crimen de Estado” la muerte de más de 130 personas en Tlahuelilpan, Hidalgo; muerte provocadas por negligencia oficial y por la mentira presidencial de que se luchaba contra el huachicol.
Y es crimen de Estado la muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, cuyo helicóptero se desplomó sin que hasta hoy nadie del gobierno haya investigado nada.
Sí, les guste o no, el de López Obrador es un “Estado criminal”.
Al tiempo.