Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
OAXACA, Oax., 7 de septiembre de 2016.- Agotada la etapa de mayor convulsión social y política en la entidad, solo comparada con la que se escenificó en el 2006, se esperaría que con el retorno a clases de la mayoría del gremio magisterial de la sección 22 del SNTE y el cese de sus movilizaciones masivas y bloqueos carreteros, se empiecen a tejer los hilos de una nueva gobernabilidad y paz social reclamada por todos los oaxaqueños y oaxaqueñas.
Al equipo de transición del nuevo gobierno corresponderá buena parte de esta tarea, al igual que la revisión y evaluación de las tareas que derivarán de los acuerdos ya tomados – y los que aún siguen pendientes- entre la dirigencia de la sección 22 del SNTE y la Segob para cancelar legal y administrativamente el carácter punitivo de la reforma educativa.
Y en esta revisión y evaluación no debe escapar el “nuevo IEEPO” que, como ya es del conocimiento público, surgió a mediados del 2015 a partir del decreto emitido por el gobernador Gabino Cué para “recuperar la rectoría educativa del Estado”, pero que, en los hechos, se convirtió en el conducto institucional para que el gobierno federal ( vía SEP) tomara el control político y administrativo del aparato educativo estatal dejando al gobierno del estado como mero facilitador y aval de sus actividades.
Hace falta esa evaluación y hasta una auditoría, cuyos resultados debieran hacerse públicos, porque la discrecionalidad y opacidad con la que se ha conducido (antes y después del decretazo) deja más dudas que certezas sobre el cumplimiento de sus objetivos y metas establecidas, primero, en la Ley Estatal de Educación y, luego, en el citada decreto y en la Ley General del Servicio Profesional Docente.
Un corte de caja sobre el manejo de los recursos económicos y administrativos del “viejo” y “nuevo” IEEPO que estuvo a cargo del Docente Certificado por la SEGOB, Moisés Robles, es y debe constituirse en una prioridad para deslindar responsabilidades entre la burocracia sindical que cogobernó con la burocracia política impuesto por el gobierno del cambio hasta antes del 2015, y la cohorte de improvisados y recomendados que invadieron el “nuevo IEEPO” después de esa fecha y que, según ha trascendido, también tuvieron que ahuecar el ala con el arribo del nuñista Germán Cervantes Ayala.
No debemos olvidar que buena parte de la corrupción que se anidó en el IEEPO (así, sin apodos) estuvo estrechamente relacionado con el manejo discrecional de sus “históricos” presupuestos que lo mismo sirvieron para financiar campañas electorales que para abultar la nómina de comisionados sindicales y aviadores de todos los colores partidistas y lealtades sexenales.
¿Toda esta corrupción se acabó con el “nuevo IEEPO”?
Twitter: @YescasIsidoro