Que los libros regresen para que sean leídos por otros ojos: Rivera Garza
TORONTO, Canadá, 20 de octubre de 2019.- “De todas las especies de flores asociadas a la tradición mexicana de día de muertos como son: la ‘flor piel de terciopelo’, la moradita, nube, guietujul y biruxi’ (flores silvestres en zapoteco), la siempreviva y hasta las blancas gladiolas, el cempasúchil como comúnmente se conoce, es sin duda la mas representativa y la reina de la festividad de muertos.
Su nombre original en lengua náhuatl Cempoalxóchitl o flor de veinte pétalos, es título y tema de mi exposición y nombre que le doy a la serie, parte de mi proyecto mil papel /1000 Papers, un canto a la belleza, espíritu, personalidad, color, aroma y profundo significado cultural de esta flor originaria de México y Centroamérica.
‘In xóchitl in cuicatl’, de flor y canto o poesía, en voz náhuatl, es metáfora que junto con el alma florida del corazón o flor más sagrada, representada por Xochipilli, señor de las flores, simbolizan algo de lo más preciado del pensamiento mesoamericano que heredamos los actuales mexicanos.
Cempoalxóchitl representa la vida que nace de la muerte, aludiendo al concepto dual vida/ muerte en la cosmogonía mexica.
Sus etéreos pétalos naranja amarillos, aluden a las frágiles alas de mariposas y en su corola, el cempasúchil guarda el calor de los rayos solares y la luz del sol que alumbra el camino de los recién fallecidos en su tránsito a la mar de la vida eterna.
Las creencias populares nos dicen que en día de muertos o fiesta de los idos, cada cempasúchil busca a su difunto y evocando al sol, ilumina su camino, abre sus pétalos, vuela por el aire, dibuja, baila y en calendario ritual, año tras año, le da vida a la muerte.
Para finales de octubre, cuando las mariposas monarcas están llegando a su lugar de origen en el bosque de oyameles de Angangueo, Michoacán, los mercados de todo México empiezan a surtirse de cempasúchil y por su aroma impregnante y el frío de la temporada, decimos que “ya huele a muertos”.
Sobre las texturas y aromas de la selva prensadas en el papel artesanal y la memoria de la milpa impresa sobre su superficie, mis papeles esgrafiados, pintados, dibujados, recortados o pegados, abren un diálogo entre arte y naturaleza, un río amarillo de pétalos de Cempoalxóchitl y con mis manos artesanas, desenvuelvo forma y contenido y los secretos de cada material.
Para mí, hacer arte es ‘hacer milpa’, es una forma de vida, es sembrar una milpa de papel con marcas, colores y dibujos, un dialogo milpero que explora el proceso creativo, el dibujo como forma sensible y pensante.
Me motivan los majestuosos bosques cual catedrales del Canadá, la nación que lleva olor a hierba dulce; la flora mexicana, la sabia y milenaria cultura de la milpa, el maíz planta solar y el cacao planta de sombra.
Cuando trabajo no me canso, guiada por la intuición, veo externamente con resonancia hacia mí, la noción de lugar, conexión, el tejido asociativo de la cultura y relación con la naturaleza, son centrales en mi proceso creativo.
La experiencia de una constante casi ritual migración entre México y Canadá, me lleva a ver una identificación simbólica con la imagen del movimiento migratorio de la mariposa monarca, vínculo bello y directo entre mis dos hábitats.
Camino por el cualli ohtli -buen camino y conmigo llevo siempre, el rostro que es el mío, el de mi tierra de los rojos tezontle, Mitla y grana cochinilla, el amarillo biruxi’, naranja cempasúchil, azul añil, púrpura caracol y el negro copal.
Es santuario de la Virgen de Guadalupe, lugar de las hermosas ofrendas barrocas, las sonrientes calaveritas de azúcar y los trípticos huipiles que comunican añejas verdades en privado, donde viven los ancianos ahuehuetes de Chapultepec y mi gran CDMX.
Allí, donde el zenzontle canta en 400 voces y el chocolate es de agua y lleva flores, cada otoño las mariposas migrantes siempre regresan y el ritual iluminado por los pétalos dorados del Cempoalxóchitl y perfumado con su fragancia, da comienzo a la fiesta de los idos.”
María Luisa de Villa, artista visual y curadora
María Luisa de Villa es maestra del dibujo, investigadora en cultura y artes de México y parte de la diáspora cultural en el mundo como curadora de intercambios creativos y promotora de arte mexicano en el Canadá, habiendo introducido artistas como Francisco Toledo y Gilberto Aceves Navarro, así como eventos multidisciplinarios de las artes como en 1985 “Díaas de muertos” y ofrendas tradicionales y contemporáneas. Obtuvo una licenciatura en arte por York University, 1986 y una maestría por la UNAM, 2000.
Su obra rinde homenaje a la flora mexicana y es reconocida por su tratamiento, forma y contenido, reflejando un sentido de lugar y un mensaje oportuno en el siglo 21: el frágil balance entre el ser humano y la naturaleza.
Cemposalxóchitl
Dentro del marco de la Celebración 2019 Día de los Muertos, Collective en Wychwood Barns Artscape en Toronto y desde el arte, la artista mexicana María Luisa de Villa, quien en 1985 introdujo en Canadá la tradición mexicana del día de muertos y ofrendas tradicional y contemporánea convirtiéndose en el evento de las artes más popular de Toronto, desenvuelve creativamente y promueve la flora mexicana, el cempasúchil, que miles de mexicanos migrantes cosechan en los campos de EU y Canadá.
México exporta toneladas de cempasúchil al mundo, generando altas ganancias debido a sus propiedades como colorante, medicinal y cultural, que contiene esta flor originaria de México, elemento central y la reina de la fiesta de los idos.
En este espacio, recordamos con admiración, a dos grandes que fallecieron recientemente: Francisco Toledo, tlacuilo temachtiani querido amigo, quizá el artista mas notable que México ha dado y Miguel León Portilla, historiador emérito y el tlamatini de México, defensor de las culturas y lenguas originarias de México, dio luz al pensamiento de nuestro glorioso pasado indígena.
Ninguno quiso homenajes póstumos. No se olvida el ’68 / ¡Nos faltan 43!