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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de enero de 2018.- Dispersos como galaxias en un universo carmesí, los cientos de cuentas y teselas que componían el ajuar funerario de la Reina Roja aparecieron hace 23 años ante la mirada incrédula de los arqueólogos.
Ha debido pasar más de un milenio para que estos ornamentos vuelvan a recrear, en conjunto, la forma en que Tz’ak-b’u Ajaw, la “Señora Sucesión”, fue ataviada para su última morada: el Templo XIII de la antigua Lakam’ha, hoy llamada Palenque se informó en un comunicado.
Un equipo multidisciplinario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha hecho posible esta aproximación fidedigna, hasta ahora única, del entierro de una alta dignataria maya del periodo Clásico, la supuesta consorte del gobernante Pakal.
El escenario donde por vez primera se muestra en todo su esplendor el arte funerario que envolvió a la Reina Roja, es la magna exposición Golden kingdoms, que se presenta en el Museo J. Paul Getty, y que a partir del próximo 28 de febrero podrá visitarse en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos.
La reconstrucción del ajuar funerario contó con el apoyo financiero del Instituto de Investigación Getty, y se basa en el minucioso registro que de estos materiales llevó a cabo el equipo del Proyecto Arqueológico Palenque. Cabe mencionar que ya hace unos años, el experto Juan Alfonso Cruz había realizado la restauración de la máscara de malaquita y el collar de la Reina Roja, siendo los únicos elementos del ajuar que se habían expuesto con anterioridad.
Con toda esta información, a la que se suman los estudios antropofísicos y antropométricos hechos a los restos óseos del personaje por especialistas como Arturo Romano y Vera Tiesler, es que en los últimos meses se ha trabajo en “dar el salto” de la bidimensión de los dibujos reconstructivos e interpretativos de la inhumación de la Reina Roja, al montaje de las piezas en una tercera dimensión, en particular del tocado, el pectoral y las pulseras.
Ése ha sido uno de los principales retos para el restaurador Constantino Armendáriz, hacedor de tales dibujos (series donde se observan las diferentes capas de deposición de los objetos) y quien hizo el trabajo de “reconstrucción” de los elementos, tomando en cuenta la anatomía de esta dignataria maya que falleció entre los 50 y 60 años de edad.
“Sin todos los años de dibujo, de todo el modelado, sin insistir en cada uno de los detalles: de los bordes, de la forma de las teselas, habría sido imposible llevar a buen puerto esta propuesta de montaje, la cual esperamos aterrice también en un mediano plazo en el Museo ‘Alberto Ruz Lhuillier’, de la Zona Arqueológica de Palenque”, expresó.
Armendáriz hizo mancuerna con el arqueólogo Arnoldo González Cruz, quien en 1994 —junto con su colega Fanny López— descubrió el sarcófago de la Reina Roja. Ambos proponen ahora una recreación real del momento en que fue amortajado el cuerpo de Tz’ak-b’u Ajaw hace mil 345 años, un ceremonial que Arnoldo González, director del Proyecto Arqueológico Palenque, describió a detalle en su libro (INAH, 2011) sobre la dignataria maya:
“Tras ejecutar los rituales que corresponden a su estatus, su organismo (de la Reina Roja) fue purificado con agua y posteriormente embadurnado por completo con cinabrio. Posteriormente, le fue colocada su mejor indumentaria; un pik de algodón que le cubría el cuerpo desde abajo de los senos hasta la altura de los tobillos y sobre ésta, un k’ub (pectoral), también de algodón que llegó a envolverle el pecho y la parte superior de los brazos, que estaba adornado con numerosas cuentas de jade y concha que cubrían casi toda su superficie.
“Sus largos cabellos fueron arreglados en numerosas trenzas para conseguir un soporte abultado que permitiera colocarle el tocado del dios Narigudo compuesto de teselas de jade, concha y piedra caliza, que había sido concebido para encumbrar la condición suntuosa de su portadora en el más allá”.