Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de noviembre de 2018.- ¿Hubiese pasado hoy?
Veinte años después me pregunto, una y otra vez, si hubiese perdido mi casa por cuatro juicios amañados, injustos, donde prevaleció el poder del expresidente López Portillo por encima de la verdad. De la verdad que, una y otra vez, escribí sobre la que hoy, oficialmente, es su viuda.
¿Hubiese estado tan indefensa, vulnerable, sola el día de hoy? Porque lo único que sucedió, a lo largo de casi cuatro años, fue la expresión más corrupta del poder en contra de un periodista.
Una publicación firmada con mi nombre, que se demostró impecable ante el juez por la presentación de 18 películas donde la Sasha aparecía sin ropa, es decir como “encueratríz”, me castigó hasta quitarme mi techo.
Lo que, con el devenir de los años, con la honestidad acumulada, se ha convertido en un tema tremendo porque nunca pude volver a comprar una casa.
Demandada y vuelta a demandar porque, una y otra vez, insistí en aferrarme a la verdad de lo dicho, la fuerza del expresidente ganó los juicios en mi contra. Y me condenó a pagar y pagar y pagar.
¿Ecuación inmoral? Vaya que lo es.
Y que hoy, en una paradoja increíble, porque los diputados, los senadores, ahí está Ricardo Monreal, los de Morena, lo decidieron, termina con quitarle la más abominable pensión a imaginar.
Al final de la vida del expresidente López Portillo la señora Sasha se convirtió en su verdugo, en su maltratadora llegando incluso a los golpes según los testimonios de ese tiempo. Por eso, sus últimos días los pasó con sus hijos tramitando el divorcio. Supongo que, también, arrepentido. La muerte lo alcanzó antes, y por azar la señora Sasha se convirtió en su viuda, para comenzar a recibir la pensión correspondiente.
La pensión presidencial que yo, primera persona del singular, había conseguido con mi querido amigo Gustavo Petricioli, cuando el mismo López Portillo que me negó peor que a Judas, tuvo que vender su velero al no contar con dinero para los gastos de la casa de la “Colina del Perro”, construida en los terrenos que Carlos Hank González le regaló.
Su amigo Hank enviaba un cheque cada mes. No era suficiente. Y enterado por mí, él se encargó de vender el velero, Petricioli habló con Miguel de la Madrid para que hubiese una “pensión” para los expresidentes y estos no pidieran limosna.
Ese fue el origen de las pensiones. Que Sasha recibió a partir del 2004.
Vaya que fue castigo. Yo despojada de todo, sobre todo de mi techo, tuve que pagar impuestos para que Sasha fuese mantenida por el Estado Mexicano por 14 años, poco más de cien mil pesos mensuales.
Esta semana se terminó esta realidad.
¿Me tranquiliza? ¿Me satisface? No me devuelve mi casa, es obvio. Pero me hace sentir que hay un resquicio para la justicia, que tarde o temprano cada quien termina en su verdadero sitio. Aunque falta, falta mucho que cobrar… a la vida, a quien corresponda, por tanto que me quitó…
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