Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
AMLO vuelve a hablar de fraude
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de marzo de 2017.- ¿No que ya había cambiado? El fin de semana, en Nayarit, López Obrador volvió a hablar de “fraude”, de manera anticipada a los comicios que se avecinan.
Algo importante ha de haber leído en las encuestas y en el ambiente para junio y 2018, que ya empieza a desempolvar el discurso que siempre ha dicho después de cada derrota electoral, que han sido muchas: “fraude”.
¿No que ya era un político maduro, sin los arrebatos de años anteriores?
Es el mismo de siempre, que jamás ha aceptado una elección en la que el ganador no sea él.
Dijo en Nayarit que las palabras de Peña Nieto el sábado significaban que quieren “ganar a como dé lugar: con fraude”.
Y como Morena puede perder ante el PRI o el PAN, se cubrió y volvió a decir que había un pacto secreto, hecho “casi de madrugada” entre Peña y Anaya, “para frenarnos”.
Es decir, si pierde ante el PRI o ante el PAN el Estado de México o la Presidencia, López Obrador ya anunció que no va a reconocer el resultado pues se trata de un “fraude” acordado “en Los Pinos, casi de madrugada”.
¿Lo ven? No tiene remedio, por más que le busquen el lado bueno sus recientes aliados.
Es el rey de las intrigas. Un permanente tejedor de conjuras en su contra. De una columna periodística saca una confabulación contra él.
Lo importante en estas declaraciones de AMLO es que nos da luz sobre tres elementos esenciales. El primero ya lo dijimos: no ha cambiado.
Segundo, que resulta peligroso para la democracia que haga creer a sus partidarios más radicales que ya ganó, y si no gana será producto del fraude.
Hay fanáticos que siguen a AMLO y están cargados de odio. En medios de comunicación dibujan a México como si fuera un retrete. El que piense diferente a su líder es vendido, corrupto y lamebotas.
Esos sectores fanatizados van a estar convencidos de que se gesta un fraude contra su líder, y que si pierde será porque le hicieron trampa.
De antemano crean un ambiente de encono, en que panistas y priistas se aprestan a ganarle “a la mala” con “pactos de madrugada”.
Y el tercer elemento que nos arroja esta declaración anticipada de que se gesta un “fraude electoral” en contra suya o de Morena, es que nos reitera su talante antidemocrático. No acepta que le digan que no.
Vamos a suponer que gana la presidencia el próximo año:
¿Qué va a hacer cuando el Banco de México le diga que no a una petición suya?
¿Qué va a pasar cuando el Congreso le diga que no a una iniciativa suya?
¿Qué va a pasar cuando la Suprema Corte le eche para abajo una decisión suya?
Va a pasar lo que ha pasado siempre en su vida política: no va aceptar un resultado en su contra.
Va a mandar al diablo a esas instituciones y las va a doblar con manifestaciones, tomas de edificios o plantones que se van a realizar con la fuerza que da tener el poder en México.
La declaración de Nayarit es un desengaño para los que coquetean con la idea de apoyar a López Obrador porque “ya cambió”.
Es el mismo de siempre: un político que no es demócrata y que tiene un coro de seguidores en los medios que linchan con fanatismo e intolerancia al que lo critique.