
¿Lealtad a quién?
Comienza un nuevo año y es tradición desear que sea un año próspero. Que no haya calamidades, que los conflictos encuentren vía de solución, que en lo material nos vaya mejor, que vivamos seguros.
Ante todo, lo que yo quiero desearles a ustedes, estimadas lectoras y estimados lectores, es que sean felices durante este año que va abriendo sus puertas. La felicidad, tanto en lo individual como a nivel de la pareja y en el seno familiar, es el punto de partida para lograr lo demás y estar contentos con la vida.
El Diccionario de la Lengua Española, que define “felicidad” como un “estado de grata satisfacción espiritual y física”, cita diversos sinónimos: dicha, ventura, bienestar, suerte, prosperidad, fortuna, alegría, bonanza. Por eso desear felicidad es desear que nos vaya bien, que sea un buen año en todos los aspectos de nuestra vida.
Más allá de las definiciones, la felicidad es un sentimiento que se manifiesta espontáneamente y que todos reconocemos. “¿Estás feliz?”, nos preguntan y sabemos perfectamente si lo estamos o no. Aunque habrá quien diga que podemos estar felices en ciertas áreas y en otras no, en general el estado de felicidad es completo o no lo es. No estar felices con el trabajo que tenemos tal vez impide que seamos felices al regresar a la casa por la tarde con nuestra familia y a la inversa, ser infelices en nuestro matrimonio o nuestra relación de pareja tal vez impide que seamos felices en los diferentes momentos del día, en el trabajo, en la reunión con los amigos, en la soledad de un paseo por el parque.
También es cierto que para ser felices necesitamos estar sanos y claramente sería un contrasentido sentirse feliz estando uno enfermo. Pero por otro lado, la felicidad misma es un condicionante de la salud, tanto física como mental. Estar feliz provoca la secreción de sustancias buenas en el sistema nervioso, que repercuten en todo el cuerpo. El enojo, el fastidio, el odio generan por contraste sustancias malas que afectan el funcionamiento general del organismo, provocando alteraciones cardiacas y respiratorias, úlceras gástricas y duodenales, dolores biliares, descontrol metabólico que puede expresarse, por ejemplo, en el agravamiento de un cuadro de diabetes.
Buscar la felicidad es una aspiración ancestral del ser humano y esa búsqueda implica que hay que esforzarse por alcanzarla. Como un primer paso, hay que reconocer los factores que reducen la felicidad, como el estrés, las preocupaciones, la paranoia, el miedo, para entoces evitarlos en lo posible. Y entonces pasar a los factores que facilitan la felicidad, comenzando por los más básicos, como una buena alimentación, un buen cuidado personal, amabilidad en el trato con el prójimo. El ejercicio regular y constante es un facilitador excepcional de la felicidad, por la razón de que por sí mismo genera también esos neurotransmisores benéficos. La conversación y el diálogo son otros factores tal vez poco reconocidos como promotores de la felicidad, pero igualmente importantes, como lo es también el acceso a los bienes culturales, la música, la pintura, la danza, la literatura.
El diccionario apunta otra acepción de la palabra “felicidad”: “Ausencia de inconvenientes o tropiezos.” Así, desear un feliz año es también desear que transcurra sin contratiempos, que podamos llegar al final de los doce meses en las mejores circunstancias posibles y que podamos decir, como de un viaje, fue un año feliz.
Por tanto, en las dos acepciones que he mencionado, les deseo a todas y todos ustedes un muy feliz año 2024, luchando como siempre por que seamos una sociedad cada vez más equitativa y más sana. ¡Que viva Oaxaca!