Economía en sentido contrario: Banamex
Ángel San Juan
OAXACA, Oax., 28 de octubre de 2018.- Desfila como quien se aventura a lo desconocido y decide complacer sus sentidos con el misterio que evoca una película de Polanski, un libro de Rulfo o la misma poesía de Cortázar.
Mujeres engalanan los pasillos y llevan entre sus manos uno de esos libros de álgebra que ni el mismo Baldor alcanzaría interpretar.
El tamaño no admite distinción económica, edad, sexo o cantidad.
En él, números y aromas se conjugan para dar vida a la imaginación, enaltecer la experiencia de quien sabe la responsabilidad y sazón van como de la mano.
Las preguntas se alimentan en medida que se toca, observa y saborea; una pugna entre la objetividad del salario mínimo y la subjetividad de quien desea mejorar sus ventas.
Al fondo, caballeros impacientes por no cometer error alguno que conlleve una discusión acalorada al llegar a casa; esas que perduran en la imaginación de las abuelas e inmortalizan los niños en familia durante las noches decembrina.
¡Ya se escucha la radio! Fiel protagonista de una celebración que acompaña halagos de corredor o “pasillo”; propone la conversación del día y contagia de felicidad con un sorbo de atole o chocolate que solo un mercado reconoce a eso de las diez de la mañana. Indiscutible no reconocer ese golpeteo entre la carne, madera y metal que nos recuerda la economía requiere de vez en cuando de la generosidad de quien la ofrece.
De nuevo la música custodia el movimiento de caderas de quien abre paso con sus ruedas entre el cúmulo de gente; su felicidad contagia y nos recuerda por momentos, que ésta resulta perceptible en la medida en cómo se afronten los problemas. “Depende de nosotros mismos” decía el filósofo de la antigua Grecia.
¡Mira! Se escucha decir a niños que corren y descubren una seguridad que pareciera perdimos con el paso del tiempo, que no regresa en apariencia pero perdura estando en compañía.
Qué sería de un “Mercado” sin la devoción a la Virgen. Flores, veladoras y rosarios acompañan la mirada y respeto de quienes caminan frente a ella.
Basta una mirada hacia el altar para reconocer a quien agradece y solicita ayuda en el silencio; el sombrero entre brazo y la mano apuntando a la frente para intuir el ritual que aproxima el agradecimiento a la vida por la primera venta del día.
Así son los mercados de Oaxaca, con aromas, sabores y flor de cempasúchil con aroma de copal en las mañanas de noviembre. Una maravillosa alternativa para conocer a nuestra sociedad.