Paloma Sánchez-Garnica, premio Planeta 2024, y Beatriz Serrano, finalista
OAXACA, Oax., 24 de diciembre de 2019.- La flor de nochebuena es un símbolo navideño en México de igual relevancia que el pino y las luces que adornan los hogares, calles y edificios públicos.
Sin embargo, el origen de esta bella planta y su característico color rojo se remonta más allá de las tradiciones navideñas, y solo fue una coincidencia que al final quedara enclavada a la fecha que conmemora el nacimiento de Jesucristo.
La planta, cuya flor son las bolitas amarillas en su centro, y no las hojas rojas alrededor, es originaria del sur de México, de los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas, donde continúan existiendo las poblaciones silvestres más grandes de esta planta.
En la época prehispánica era conocida como Cuitlaxóchitl, en náhuatl; en lo que hoy es Oaxaca, las poblaciones zapotecas la llamaban gule-tiini; para los chontales era lipa-que-pojua, y en lo que hoy es Chiapas, era conocida como aijoyó por los zoques.
La relevancia de esta planta, que originalmente crecía en árboles y que posterior a la manipulación genética terminó convertida en arbusto, radicaba en sus propiedades curativas.
De acuerdo con el códice Florentino, los pueblos originarios de México daban diversos usos a esta planta, entre ellos para fomentar la producción de leche materna.
Estos conocimientos de medicina tradicional eran sumamente apreciados por los pueblos originarios, a tal grado que sobrevivieron la época de la Conquista y de la Colonia.
Además, durante la época prehispánica existían jardines botánicos en los que se cultivaban para uso medicinal, extracción de pigmentos y uso ceremonial.
Por ejemplo, los aztecas usaban el látex de la Cuitlaxóchitl para hacer un remedio contra la fiebre; mientras que el extracto de sus brácteas mezclado con resina de pino era usado para teñir de rojo diversos artículos.
La flor como adorno de Navidad
La historia popular menciona a unos monjes franciscanos, como los responsables de “rescatar” del olvido a la Cuitlaxóchitl, ya que supuestamente debido a que el periodo de esplendor de la planta es en diciembre, comenzó a ser utilizada para adornar los festejos decembrinos de Navidad.
Fue entonces cuando comenzó a llamarse “nochebuena” en alusión al 24 de diciembre, fecha del nacimiento de Jesucristo.
Sin embargo, la popularización mundial de la planta se debió a la intervención de un diplomático estadounidense, Joel Robert Poinsett, quien fue embajador de Estados Unidos en México de 1825 a 1829.
Conoció la Flor de Nochebuena cuando viajó una Navidad a Taxco y visitó la Iglesia de Santa Prisca, engalanada con las flores de Nochebuena.
Quedó fascinado con su exótica belleza y llevó algunos ejemplares de la planta para cultivarlos y propagarlos en los invernaderos que tenía en su casa, en la población de Greenville, Carolina del Sur.
Hoy día, México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en superficie cultivada, con 248 hectáreas dedicadas a nochebuena, la gran mayoría en invernadero. Esta actividad genera casi 13,000 empleos. Las principales entidades dedicadas a su cultivo son Morelos, Michoacán, Distrito Federal, Puebla y Estado de México.
Cuidados de la Flor de Nochebuena
– La Flor de Nochebuena “madura”, es decir en flor, NO requiere de fertilizante.
– Requiere de abundante luz indirecta por varias horas diariamente.
– Se debe de regar cuando se siente con el dedo que la tierra está seca.
– Al regarla, procure NO mojar las hojas rojas, ya que esto hace que se manchen o decoloren.
– En caso de riego excesivo, el agua deberá escurrirse por los agujeros de drenaje de la maceta.
– Evitar colocarla en lugares húmedos, ya que son muy susceptibles a que las ataquen los hongos.
– Una vez terminada la época navideña, se debe aplicar una poda para lograr que haya un rápido florecimiento, lo que debes hacer es cortar el frente de crecimiento, dos centímetros arriba del frente de crecimiento (codo) a una altura de 50cm, con esto lograrás que incremente su follaje.