Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de junio de 2019.- ¿Qué necesitaba el Presidente en esta crisis de migrantes? Cuando las negociaciones en Washington lo colocaron en un disyuntiva gravísima entre su convicción a favor de los grupos vulnerables, de los paupérrimos que llegan a nuestras fronteras con las manos vacías, y la “obligación” pactada de frenar su llegada a la frontera norte.
Alguien en quien confiar, pero sobre todo alguien en quien confiar que conozca y comparta sus axiomas esenciales.
Por eso nombró a Francisco Garduño Yañez.
Un hombre, lo sabe, que no va a traicionar las ideas que ambos comparten. Que no va a permitir ninguna acción contra los empobrecidos de la tierra, los que han perdido todo y llegan cargando una esperanza a nuestro país.
Que, además, va a trabajar sin descanso, va a estar a cargo, va a meter las manos en el miasma de la corrupción en Migración.
Difícil binomio, el corazón que entiende y la mente que sabe. Una conjunción compleja como pocas en este momento, cuando la instrucción es detener su paso al tiempo que cobijarlos. Afirma López Obrador: “En muchos casos son exiliados por necesidad, por hambre o para salvar sus vidas, por eso merecen todo nuestro respeto”.
Garduño es el hombre indicado, tal vez el único con el nivel de confianza extrema de López Obrador, con el derecho de picaporte, que puede responder a un reto casi imposible. Maestro en Derechos Humanos, su paso por el sector público, sin reflectores, ha estado siempre al lado de los que menos tienen. Su inteligencia, que acompaña de bonhomía, de una sencillez espléndida, ha dado buenos resultados tras bambalinas.
¿Qué otra cualidad tiene Francisco Garduño? Su incorruptibilidad. Lo que es esencial para cualquier cambio de fondo en el Instituto Nacional de Migración. No se trata, no únicamente, de no recibir dinero sino de enterarse, de saber cuál es la realidad y cambiarla.
Porque durante muchos años todos hemos sabido, absolutamente todos supimos, las formas corruptas, repartiendo dinero, en que los polleros consiguen cruzar el país. Es una industria donde los participantes, todos los funcionarios públicos, se acostumbraron a dejar ser, a permitir, a no hacer absolutamente nada.
Esta realidad es la que va a cambiar Garduño. Tiene la preparación suficiente, pero sobre todo tiene la fortaleza, los atributos de varón necesarios. Va a limpiar la casa. Va a supervisar que el dinero se utilice para darles techo y comida a los migrantes. Va a combatir a los polleros, va a desarmar las estructuras de protección oficial que han estado vigentes por sexenios.
Por muchos años Francisco Garduño ha estado inmerso en el tema penitenciario. Ha sido un defensor de los derechos humanos de las personas privadas de su libertad. A su iniciativa debemos que la prisión de Islas Marías sea hoy un lugar de conocimiento de la naturaleza, que haya dejado de ser ese “muro de agua” tan terrible. A su paso como responsable de las cárceles federales repitió siempre que los ahí detenidos no “estaban privados de su dignidad”.
Ese precepto, respetar la dignidad, se lo lleva al Instituto Nacional de Migración…
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