Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de agosto de 2020.- Ofende y sorprende enterarse cómo operó desde Petróleos Mexicanos (Pemex) Emilio Lozoya Austin. Los delitos cometidos por él y en los que tácitamente aceptó responsabilidad ante jueces y la Fiscalía General de la República (FGR) dejan frío a cualquiera. Van desde corrupción, sobornos, extorsión, lavado de dinero y hasta pésimo administrador y peor servidor público, lo cual muestra el comportamiento que lo llevó a ser acusado como presunto delincuente
Tan indefendible como la administración de Enrique Peña Nieto, Lozoya Austin dedicó las últimas semanas a jugar a las escondidas y a lanzar acusaciones a diestra y siniestra, sin importar dañar prestigios de políticos, empresas y particulares. A diferencia de Lozoya que huyó y pasó nueve meses prófugo, a quienes se menciona en este caso, extraoficialmente hasta ahora, están dispuestos a comparecer y colaborar con la FGR, independientemente de imputárseles alguna responsabilidad.
Ahí están a la vista los ex presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el senador y ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lo mismo que el ex canciller y ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, o empresas como Citapia, Braskem Idesa, entre otros. Resulta realmente lamentable e irresponsable que desde ya se imputen responsabilidades por la denuncia hecha por Lozoya y -lo peor- que ésta termine por no ser comprobada, aunque el daño ya esté hecho.
En los últimos días también hemos conocido por la prensa paso a paso la verdad sobre el grupo que organizó Lozoya en Petróleos Mexicanos (Pemex), en complicidad con sus subordinados más cercanos, y que operó como si fuera una banda de la delincuencia organizada. Este grupo dedicado a cometer una y otra vez actividades que se contemplan como delitos por la ley, prácticamente se dedicaba al cobro de piso, a la extorsión, lavado de dinero y a la creación de una red de protección e impunidad.
Podemos equiparar el cobro de piso con el costo que debían pagar quienes deseaban tener una entrevista con Lozoya en su calidad de director de Pemex; grabar con premeditación y sin aviso a quienes se entrevistaba con él y sus cercanos y -en caso necesario- usarla como extorsión o protección como ahora lo pretende; contaban con una casa de seguridad y la cual funcionaba además como un club nocturno que incluía mujeres, por lo cual tocaría a la FGR investigar si hubo trata de blancas.
Las revelaciones hechas por la prensa y ahora por la FGR dan cuenta de cómo protegió a la empresa brasileña Odebrecht. Con ésta Lozoya trabajó como asesor desde 2009, lo que pone en la balanza si no desde esa fecha Lozoya operaba con el esquema que implantó y llevó a su máxima expresión en Pemex; además del ostentoso modo de vida de Lozoya, como el viajar en helicóptero de un edificio a otro dentro de la Ciudad de México.
Todo ello hace pensar que se sintió rey en el mundo idílico de impunidad que él mismo creó, junto a todo su círculo cercano de colaboradores y, lo más lastimoso, en ello volvió presuntos cómplices a su madre, esposa y hermana. En contraste con la habilidad de Lozoya para montar ese esquema de operación y bajo lo cual la FGR le hizo acusaciones formales en los dos procesos que enfrenta, su calidad de administrador en Pemex fue desastrosa, por decir lo menos.
Durante el tiempo que Lozoya dirigió la empresa y de la cual fue removido tras tres años en los que la petrolera se desenvolvió en un mundo de corrupción e impunidad del que se suponíamos y ahora confirmamos, el ex funcionario dejó a la empresa en el camino de la bancarrota: Pemex registró una drástica baja en la producción de crudo, paralelamente hubo una impresionante importación de combustibles, lo que ocasionó en una severa baja de las ganancias o dividendos de la petrolera.
Su colaboración con las autoridades para, según las denuncias que ha formalizado ya ante la FGR, delatar que fue presionado para aceptar sobornos de la empresa Odebrecht, pone a debate la aplicación de la ley y la justicia que hasta hoy parece manejar Lozoya Austin a su antojo y beneficio. Bajo este dilema debemos preguntarnos si el ex director de Pemex debe ser eximido de toda responsabilidad por su “cooperación” a pesar del daño hecho con premeditación y conscientemente a México y a la principal empresa de gobierno.