
La depresión posparto
Nada más exquisito que disfrutar del aromático café con su deliciosa acidez y la felicidad de despertar escuchando los alaridos del silencio en medio del lugar al que John Kenneth Turner denominó como la peor zona de destierro. De momento la controversial soledad aterrizó en el vapor de la niebla. Sentado en la banca, miraba al norte la montaña llena de vapor de agua, denso, nada que el sorbo del delicioso café de la Sierra Norte no aclarara. Los madrugadores vecinos entonaban la bienvenida al sol que pronto con despiadada fuerza haría su aparición; no faltaba el famélico e insistente guardián, que al madrugador campesino acompañaba a la diaria faena.
De repente, el saludo afable, alertó al intruso visitante, con firmeza Carlos, le invitó a caminar su campo. Con ella, a afirmación y los adjetivos de ésta, la tierra que les provee y a la que aman ¡ya hay elotes! y la señora va a preparar bollitos, al rato le invito para que no tome café solo, mejor con su bollito. ¡Sabe más sabroso! Te agradezco, ven toma café. No, ya es tarde. Marina ya me dió atole en la casa, mejor me voy, se hace tarde, respondió Carlos.
De vuelta a la realidad entre aromas de cítricos y tierra podrida por el exceso de agua; la pregunta necia y sin respuesta. ¿Éste es el México que desde 1810 apoyan los yanquis? O ¿es diferente al que se batió en 1910? Tal vez el México que el Tata pensó ¡No! es el México que en voz de la historia desconocida o, me permiten decir, la historia que ignoramos, (nótese, afirmo ignoramos) se vive de manera cotidiana con el desconocimiento del pasado y, menos con el análisis de los datos de aquel pasado.
De cualquier forma la taza de café, nos recuerda que estamos en algún lugar de la mancha, del cual siempre me recordaré.
Comentario no al margen, y menos en pie de página. MI luna de octubre, suma un año más y es Doctora, iniciando una Licenciatura más. Pronto, con su preparación y aprendizaje será, luna permanente.