Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
* El gasolinazo, el prolegómeno de lo que se avecina, las campanas comienzan a llamar a duelo
* El anuncio de Ford sobre cancelar inversión en México, un adelanto de la política comercial de Donald Trump
CIUDAD DE MÉXICO, 3 de diciembre de 2017.- El denominado coloquialmente gasolinazo -que elevó los precios de los combustibles del 16 al 24 por ciento a partir del 1 de enero-, es una medida histórica que sin duda para gran parte de los mexicanos representa un artero golpe al bolsillo de los consumidores y una vileza por parte de un gobierno que prometió bajar las tarifas de los energéticos.
A ese aumento se suman también un 10 por ciento, aproximadamente, del gas doméstico o “LP” (licuado de petróleo) y el de la electricidad, lo que significa que los mexicanos estaremos pagando cuentas mucho más altas y que nuestro presupuesto se hará polvo.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció que las tarifas para el sector industrial aumentan entre 3.7 y 4.5 por ciento. Para el comercial entre 2.6 por ciento y 3.5 y de uso doméstico de alto consumo (tarifa DAC) se eleva 2.6 por ciento, dependiendo de la zona geográfica.
Respecto al precio del gas LP -el cual fue liberalizado desde el pasado 1 de enero-, este será ajustado de acuerdo a la región de que se trate. En aquellas zonas muy distantes de la infraestructura de producción, el precio por kilo oscilará entre 12.93 y 13.64 pesos.
Además, al liberalizarse el mercado del gas LP, se elimina el subsidio del 10 por ciento que recibía, lo que implica un incremento real del 10 más el alza que se estableció por región.
Por cuanto al gas natural la Secretaría de Economía reportó que se ubicó en 3.327 el metro cúbico, contra 3.724 del 30 de diciembre pasado
La decisión del gobierno de aumentar en tal proporción los precios de los energéticos básicos no es del todo sorpresiva, porque ya había adelantado desde hace varias semanas lo que se haría y ello era ya del conocimiento de los partidos políticos de oposición, que hoy se rasgan las vestiduras y se declaran “sorprendidos” por la impopular medida.
Quizá se deba a que en diciembre se la pasaron en celebraciones o en viajes por Europa con cargo al erario y su euforia decembrina les impidió vislumbrar en toda su crudeza el hachazo que se nos venía encima.
De manera que cuando los dirigentes partidistas afirman que tratarán de reducir desde el Congreso el pesado impuesto que hace más elevado el incremento, lo único que hacen es justificar su pasividad y lavarse las manos.
Y tal como era de esperarse, el incremento en el precio de los energéticos, provocó la natural furia de la gente, que comenzó a movilizarse a través de las redes sociales.
Aunque algunos dirán que son sólo un puñado de personas de los que salieron el domingo a las calles -para protestar en el Ángel de la Independencia o este lunes y martes a bloquear decenas de gasolineras, carreteras y calles de varias ciudades del país-, en sí las acciones representan actos de oposición ciudadana a los que el gobierno no debe restarle importancia, pues la ola de manifestaciones amenaza con extenderse en los próximos días.
Quizá muchos mexicanos estén molestos, porque a veces los bloqueos en las carreteras, como el ocurrido anoche en la autopista México-Querétaro dejó varadas a miles de personas que retornaban a la capital del país, luego de pasar sus vacaciones de fin de año, pero hay que entender que la molestia ha alcanzado también nivel nacional.
Algunas gasolineras fueron “tomadas” y sobre las bombas fueron colocados sellos de protesta de “No al gasolinazo” y “Fuera Peña”.
Otras protestas ocurrieron en Zihuatanejo, Guerrero, donde los gremios de taxistas se movilizaron para bloquear cuatro gasolineras. En Coahuila, Jalisco, Puebla, Chiapas y Oaxaca, también hubo actos de protesta, que seguramente habrán de repetirse en los próximos días.
Para marzo próximo, está previsto que inicie el calendario de liberación de precios del energético comenzando por 2 estados del norte del país, hasta extenderse gradualmente para llegar a la capital y otros estados de la zona centro-sur en noviembre.
Realmente no se explica bien el esquema de precios establecido por la Secretaría de Hacienda -que incluye 90 diferentes tarifas dependientes de los costos del transporte de combustible y de la lejanía de los centros de distribución-, aunque el 40 por ciento del precio por litro corresponde a impuestos.
LA GASOLINA MÁS CARA EN MÉXICO, QUE EN OTROS PAÍSES; EL AUMENTO SÓLO BENEFICIA A LÓPEZ OBRADOR
Actualmente. la gasolina en México se cotiza por encima de los precios que rigen en Estados Unidos, Rusia, Venezuela e Irak.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), según analistas, podría ser el gran perdedor por la medida, al pavimentar el camino a la victoria de la oposición en las elecciones de este año en el Estado de México, el más poblado del país.
Lo peor es que parece que el líder del PRI, Enrique Ochoa Reza, está ciego o no entiende el justo reclamo de los mexicanos. Sólo así se explica que haya emitido un comunicado que resulta a la vez absurdo y contradictorio.
Luego de acudir a la toma de protesta de Marco Mena, nuevo gobernador de Tlaxcala, Ochoa Reza señaló:
“Nos solidarizamos profundamente con todas las mexicanas y los mexicanos ante este escenario responsable del gobierno de la República donde se reconoce el precio real de los combustibles en nuestro país”, y agregó que con las anteriores tarifas el gobierno tenía que gastar subsidios por unos 200 mil millones de pesos anuales para mantener precios artificiales.
Por ello, ni duda cabe que por esta impopular medida, tanto el probable candidato presidencial del PRI Miguel Ángel Osorio Chong, al igual que José Antonio Meade, titular de Hacienda y Crédito Público -a quien se ha visto muy movido últimamente intentando figurar en las encuestas-, serán los más perjudicados.
En cambio, el aumento en las gasolinas beneficia directamente a Andrés Manuel López Obrador, quien ya ha anticipado que si es electo decretará una reducción en los precios, aunque ante el desastroso panorama económico internacional, no ha dicho de qué manera logrará su propósito.
Total, si gana la elección el año próximo, luego podrá desdecirse, como lo hizo recientemente Jaime Rodríguez Calderón, el fariseo y mal llamado “Bronco”, gobernador de Nuevo León, quien había prometido eliminar el pago de la tenencia y al final decidió no hacerlo, al grito de “háganle como quieran”.
Como ya lo acostumbraron los pillos metidos a políticos, aseguró que desconocía las condiciones financieras en las que se hallaba Nuevo León y de manera cínica les dijo que “¡no la jodan, paguen sus impuestos! Si pagan sus impuestos podremos hacer mejores cosas, yo no vengo a darles atole con el dedo, yo vengo a decirles la verdad”.
Y como todo merolico de feria, que hace gala de sus artes de embaucador, Rodríguez Calderón se deslindó del problema asegurando que “este impuesto no lo inventé yo y asumo la responsabilidad completa, asumo el riesgo político”, explicó temerario. Y cómo no, ¿quién le va a obligar a que cumpla sus promesas? Nadie.
Así de parecido será seguramente el planteamiento de quien a través de Morena quiere gobernar México, a menos que quiera volver a las etapas más oscuras del priismo del cual fue parte. La culpa de todo serán los que lo antecedieron y obviamente “la mafia del poder”.
La ex primera dama, Margarita Zavala, del Partido Acción Nacional (PAN), no se podría beneficiar con esta medida, pues fue su propio marido Felipe Calderón Hinojosa, quien dio inicio al aumento mensual de los precios de las gasolinas.
Ahora, en términos realistas, desde el punto de vista estrictamente económico, quizá para muchos expertos el aumentar y liberar los precios de la gasolina era indispensable, por cuanto ya no era sostenible el creciente subsidio derivado de la importación de los combustibles, pero tal vez éste no fue el mejor momento.
Conviene recordar el consejo de ese gran ideólogo del sistema político mexicano, don Jesús Reyes Heroles, quien decía que no es conveniente despertar al México bronco.
Quizá algunos debieran recordar también que fue precisamente por un incremento de los precios de la gasolina por el que se dio el llamado “Caracazo”, ocurrido a fines de febrero de 1989 -cuando gobernaba el entonces presidente Carlos Andrés Pérez-, que culminó con enfrentamientos que causaron muchos muertos entre población civil y la policía y centenares de desaparecidos.
Probablemente si Peña Nieto creía que la situación ya era insostenible para las finanzas públicas, podría haber programado aumentos graduales del 2 por ciento mensual, pero algún genio le susurró al oído que hacerlo de golpe era mejor para que cuando tuvieran lugar las elecciones, ya todo el mundo se hubiera olvidado de este duro golpe al bolsillo de los mexicanos.
Sin embargo, tampoco hay que descartarlo, dado que los mexicanos tenemos memoria corta para muchas cosas, menos para las fechas sagradas de los vivales de la mal llamada “izquierda” que por décadas han medrado sobre los despojos mortuorios de sus supuestos adalides y usufructuado el poder para mitigar sus insaciables apetitos.
Lo cierto, es que cuando tengan lugar las próximas votaciones -sobre todo las que se efectuarán en el Estado de México y otras entidades, pero más que nada en la presidencial de 2018-, muchos se acordarán del gobierno de Enrique Peña y del PRI, por el rudo golpe con los precios de los energéticos.
Hay que recordar que el incremento de un 50 por ciento el impuesto al valor agregado (del 10 al 15), en 1995, sin duda influyó para que el PRI perdiera la mayoría en el Congreso en 1997 y luego las presidenciales del 2000 ante Vicente Fox.
“Nos veremos las caras en las votaciones de julio del año próximo” parece ya oírse a la distancia. Entonces las campanas comenzarán a llamar a duelo.
GRANOS DE CAFÉ
Muchos esperaban que las amenazas de Donald Trump empezaran a materializarse hasta después de su toma de posesión que tendrá lugar el próximo 20 de enero. Sin embargo, este martes puede considerarse que dio un pequeño adelanto del impacto que tendrán sus políticas sobre México.
El anuncio de la firma automotriz estadounidense Ford sobre la cancelación de un plan para construir una nueva planta de mil 600 millones de dólares en San Luis Potosí no puede interpretarse de otra forma.
La decisión de Ford es claramente una medida adoptada bajo la dura presión del futuro mandatario, lo que demuestra que la presidencia de Estados Unidos, aún cuando todavía no se ejerza, de hecho representa un inmenso poder.
Ford tenía planes para destinar mil 300 millones en la ampliación de su fábrica de motores en Chihuahua, en la que esperaba producir dos nuevos tipos de equipos diésel.
Asimismo, instalaría una planta de transmisiones mediante una inversión de unos mil 200 millones de dólares en Guanajuato, en alianza con la alemana Getrag, pero ahora se teme que estas otras 2 inversiones también sean canceladas.
Como se esperaba, el peso mexicano sufrió de inmediato las consecuencias y cayó hasta cerrar con un nuevo mínimo histórico, luego que se conoció la decisión de la Ford.
El Banco de México informó que el dólar spot, para operaciones foráneas, terminó en 21.05 unidades, superando su anterior marca histórica de 20.9475 establecida el 11 de noviembre del 2016. En total, la caída del peso fue de 31.10 centavos, equivalente a 1.5 por ciento. Al mayoreo, nuestra moneda cerró en 20.90 por dólar, contra 20.20 del cierre del lunes.
Las malas noticias llegaron desde que Trump lanzó un mensaje de Twitter en el cual adelantó que otra firma automotriz con amplia presencia en México, General Motors, sufriría represalias en impuestos si seguía sus planes de trasladar la producción de unos de sus automóviles a México.
Trump había ya amenazado desde su campaña a las compañías manufactureras que trasladaran sus plantas a México con imponerles represalias. Una de sus propuestas era que aplicará 35 por ciento de impuestos a esas empresas, lo que violaría las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero a estas alturas ya nadie duda que no le tiemble la mano a la hora de establecer un gravamen de esta naturaleza.
Quienes suponían que era simplemente un “bocón” y que una cosa era lo que decía y otra lo que haría hoy pueden comenzar a dudarlo. Así, su amenaza de cancelar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), vigente desde hace 23 años, y suscrito también con Canadá, si México no acepta renegociarlo conforme a las exigencias estadounidenses, ya no parece ser una simple bravuconada. ¿Qué más vendrá? …Sus comentarios envíelos al correo [email protected]