Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de octubre de 2020.- Dos días después de que un comando de la Marina abatiera al famoso H2, el 11 de febrero de 2017, el entonces presidente de Morena y hoy de la República, Andrés Manuel López Obrador, se lanzó contra los marinos, el ejército y el gobierno, sin distinciones: “Estos corrupto -dijo, según nos recordó en su columna semanal del portal Sin embargo Alejandro Páez Varela-, en vez de darle opciones de trabajo a los jóvenes, los han orillado a tomar el camino de las conductas antisociales y los quieren enfrentar con plomo, con fuego (…) Es inhumano. En la masacre de antier, estoy ahora por averiguar, pero la mayoría (eran) jóvenes y hasta menores de edad.”
Se refería, claro, a uno de los grupos más sanguinarios del narcotráfico y no, no había menores de edad, y sí, todos estaban armados hasta los dientes, con armas de alto calibre y hasta Barrets.
Uno de los abatidos fue precisamente Juan Francisco Patrón Sánchez, el H2, jefe de plaza del Cártel de los Beltrán Leyva, y a quien hoy se acusa de cómplice del entonces secretario de Defensa, el general Salvador Cienfuegos.
Quiero suponer que de haber estado él a cargo, me refiero a YSQ, seguro los hubiera dejado en libertad, como hizo con Ovidio Guzmán, y seguro hoy seguiría haciendo de las suyas, como Ovidio, contra quien no hay, a un año de aquellos hechos ni investigación ni mucho menos orden de aprensión. Para YSQ no existe. Sólo su abuelita.
Porque esa ha sido hasta ahora la relación del gobierno de la 4T con el narco. Sólo consideraciones, amabilidades, disculpas y apoyos varios, como los que le ha dispensado a la madre del Chapo, es decir la misma abuela, a quien por cierto considera por su larga, y seguro injusta, condena.
Quiero pensar que cuando el Peje termine su encomienda, en algún improbable viaje a los Estados Unidos, no vaya a ser detenido por la DEA, como le ocurrió al general Cienfuegos, para que rinda cuentas por no combatir jamás al Cártel de Sinaloa, liberar a un criminal como Ovidio y el resto de la parentela del Chapo, lamentarse del abatimiento de un criminal como el H2 y jugar a la matatena con la abuelita, sí, como la del cuento.
Porque si como ya se ha hecho costumbre la justicia sobre los crímenes nos llega del norte, de nuestros vecinos, entonces no sólo él sino una buena parte del gobierno actual tendrán que rendir cuentas en la corte del Distrito Este de Nueva York.
Porque, y eso lo digo yo, es sumamente sospechoso que brinde tantas consideraciones a ese grupo de criminales y no sienta ninguna empatía por sus cientos, miles de víctimas, las que se niega a recibir no vaya a ser que manchen la investidura presidencial que él no respeta, niegue recursos a las madres, padres y hermanos de los casi 80 mil desaparecidos y cometa un crimen de lesa humanidad al dejar sin tratamientos y medicinas a los niños con cáncer.
Las faltas se le acumulan, y algún día alguien le hará las cuentas. Como todos los gobernantes, cree que nadie las lleva, pero se equivoca. Muy pronto los delitos escalarán a las cortes internacionales, destacadamente la CIDH y la Corte Internacional de La Haya, por mencionar un par, y entonces empezará a pagar. Como en el cuento, no importa qué tan buena se considere a la abuelita de Caperucita, lo que es seguro es que el lobo acabara por devorarla. Eso si es que no lo devora alguna de las crisis que vivimos, y que cada día suman más y mayores agravios. Y rencores.