Palacio y Congreso frenarán candidatos de la Corte
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de octubre de 2020.- El país vive días de angustia, me digo escandalizado, cuando estamos a punto de alcanzar los 90 mil muertos por la pandemia y nos acercamos al millón de contagiados; cuando otra vez EU hace el trabajo que no hace nuestro gobierno y detiene al secretario de la Defensa durante el sexenio de Peña Nieto y cuando los cárteles se regodean alegremente por el Ovidio Fest, por el primer aniversario de la liberación del capo por YSQ, y pienso en Echeverría. Recuerdo su defensa por algunos de aquellos intelectuales orgánicos que defendieron su gestión pese a las evidencias de crímenes de lesa humanidad.
Entonces se corrió la consigna de que pese a sus fallas (crímenes, querían decir y no lo dijeron) era preferible tenerlo a él porque la alternativa era el fascismo. Así que más nos valía festejar la suerte que teníamos. Algunos de esos ilustres fueron pagados con munificencia, como Carlos Fuentes, quien recibió como premio la embajada de México en París. Todos bien pagados. Eran, se diría hoy, intelectuales orgánicos, como los de la 4T que hoy vemos en la tele, la radio y la universidad.
Fuimos, pues, afortunados. Evitamos el fascismo, como ahora, mientras veo cómo avanza la militarización del país y el Estado autoritario sienta sus reales en medio de escándalos y fracasos imposibles de tapar con la obediencia ciega que hoy campea como el Cid en los campos desolados de nuestra república.
Lo del Ovidio Fest tiene curiosas repercusiones con lo que se acusa al defenestrado general Cienfuegos, quien durante tres años no tocó ni con una declaración los territorios del H-2, su supuesto socio. Y reflexiono, ¿tres años será el tiempo que se necesita para probar un acuerdo de ese tipo, porque nosotros ya llevamos dos de que tampoco se toca al Cártel de Sinaloa? Con el agravante de lo que ahora se celebra en Sinaloa, nada menos que con un Ovidio Fest. Una enorme burla, por donde quiera que se le vea, o ¿es quizás la celebración de un acuerdo?
Todo esto mientras en la Subsecretaría para Contar los Muertos nos vuelven a decir que todo está controlado, es decir que los siguen contando, y que la pandemia les cayó como anillo al dedo.
Los discursos de que vamos requetebién cada día suenan más huecos, y me recuerdan los de Mussolini cuando tomó el control del Estado italiano. Él acabó por recurrir al enemigo externo, en lugar de buscar la razón de sus fracasos. El problema para la 4T es que no puede tomar esa ruta. No con EU, que lo pone en evidencia cada que atrapa a los grandes criminales nacionales que aquí nadie ve, particularmente desde que se decretó la ceguera como Razón de Estado; o a Guatemala, a la que ahora se sirve regresándole sin preguntar a líderes que habían buscado refugio político en México, una larga y humanitaria política incluso en los odiados años del echeverriato. Austria queda muy lejos y sólo el odiado avión presidencial podría llegar hasta allá sin necesidad de repostar, así que tampoco le declararemos la guerra aunque se niegue a regresarnos el penacho. Sólo nos queda, siempre a la mano, la Gran Marcha sobre Roma. En eso pensé cuando escuché a nuestro caudillo, por la gracia de dios, como se hacía llamar Franco, convocando a sus huestes (un millón, amenazó) contra decenas de indignados de Frenaaa, con los que podemos estar en desacuerdo pero defendemos su derecho a protestar, algo que parece insoportable para el caudillo (por la gracia de dios, insisto). Requetebién.