
Los comentócratas
OAXACA, Oax., 1 de octubre de 2017.- Existen dos máximas que no se les puede negar veracidad: la primera a cargo del revolucionario alemán Carlos Marx quien sostuvo que si bien el hombre hace su historia pero lo hace determinado por las circunstancias, de la misma manera el escritor español José Ortega y Gasset sostuvo la famosa frase: soy yo y las circunstancias, la mitad de la vida me corresponde a mí y la otra mitad a las circunstancias.
Estas máximas son inherentes a cualquier ser humano o a cualquier gobernante. Sin embargo, existen seres humanos y gobernantes que de por sí tienen mala suerte o mala fortuna como lo expresaría el italiano Maquiavelo, que el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung definió como “la sombra”.
La mala sombra se constituye por las influencias negativas, tanto internos como externos, sus experiencias y rechazos, es en resumidas cuentas la historia que se desarrolla en la persona a partir de la negación de su personalidad.
La “sombra” pertenece a una zona no conocida del inconsciente que es inversamente proporcional a los deseos de la persona.
Esto viene a cuento porque el gobernador Alejandro Murat Hinojosa durante los primeros diez meses su administración se ha desarrollado en circunstancias complicadas, difíciles, drásticas, cercano al caos, sea por causas extraordinarias fuera de su control, por situaciones heredadas del gobierno anterior que tardarán tiempo en subsanar, por la situación propia del Estado, por sus propios errores y por los errores de su equipo de trabajo.
Todo esto ha originado un inconsciente colectivo que de no superar estas circunstancias se puede mostrar muy adversa para el joven gobernador, quien desde luego, ha demostrado voluntad, sin embargo, la sola voluntad ciega y se vuelve ineficaz más pronto que tarde.
Primero accede al gobierno del Estado mediante acuerdos y concesiones, bajo costos muy elevados para su propio gobierno, con grupos políticos nada recomendables como por ejemplo con la Sección 22 del sindicato de los maestros o con el senador Benjamín Robles a través del Partido del Trabajo, con funcionarios del gobierno de Gabino Cué Monteagudo, con organizaciones sociales beligerantes y demandantes.
En segundo lugar, recibe un gobierno desfondado, corrompido a más no poder, sin dinero fresco para arrancar el gobierno en circunstancias estables; en tercer lugar, como no desarrolló su carrera política en el Estado, su desconocimiento del político local ha provocado que la administración pública, los poderes judicial y legislativo tengan rendimientos negativos por la integración de su personal.
En cuarto lugar, el régimen político en su conjunto no ayuda, puesto se basa en la corrupción y en demandas imposibles de satisfacer.
Si a lo anterior le agregamos la sequía de marzo y abril del 2017, los sismos del mes de septiembre, las inundaciones provocadas por los huracanes, la cercanía de las elecciones que hace aflorar las peores ambiciones, no se puede más que concluir que el gobernador es un hombre de mala fortuna o mala suerte.
La cuestión es si debemos aceptar este determinismo entre el ejercicio de gobierno con las circunstancias sin más, es decir, sin indagar la relación entre el ejercicio del poder y la buena o mala fortuna, creo que se debe hacer un ejercicio de reflexión para esclarecer esta relación.
Dada la importancia de toda contingencia en el ejercicio del poder político, como las enumeradas en párrafos anteriores, el gobernador Murat Hinojosa debió de proceder, al inicio de su gobierno, con conocimiento de causa sobre la situación del Estado oaxaqueño, con toda una serie de procedimientos basados en el cálculo, mediante asesorías adecuadas, deliberaciones conjuntas, partir de juicios de valor, estrategias y esquemas de operación política, para enfrentar a un Estado de suyo complicado.
Si lo hizo qué bien, si no qué mal, por los resultados hasta el momento parece que el ejercicio no se hizo.
Sin embargo, en descargo, se debe de decir que estas previsiones no bastan para alcanzar los objetivos políticos y los efectos de la acción gubernamental.
Si el gobernador y su equipo concibieron sus acciones gubernamentales como acciones técnicas, es decir, el producto político corresponde en lo inmediato por los recursos empleados, el esquema no funcionó, si la concibieron como práctica, entonces se sujetaron a lo imprevisible de la acción de gobierno y se prepararon para ello, las circunstancias siempre trascienden los medios empleados.
Este margen de acción previsible entre los medios y los fines se presenta en la acción política como fortuna o buena suerte.
Por esta razón, de acuerdo a Maquiavelo, la fortuna o la mala suerte no deben tener más poder ni más influencia en la acción política y en la historia de los gobiernos, que los que la inteligencia y el poder del gobernante no sean capaces de controlar plenamente.
Con lo dicho, en cuestiones de gobierno, simple y llanamente no existe la buena o mala fortuna, o la buena o mala suerte, simplemente existe el cálculo adecuado y la estrategia eficaz y oportuna, a lo más que puede existir es “la mala sombra” y parece que en el gobierno oaxaqueño faltó la acción política como práctica. Es difícil nega, sin embargo, la existencia de la “mala sombra” en el gobernador.