Cortinas de humo
Uso de razón
MÉXICO, 10 de agosto de 2016.- Los que piden que el gobierno de México “cargue” abiertamente contra Donald Trump en la elección presidencial de Estados Unidos, ¿permitirían que el gobierno de ese país tome partido de manera activa en favor o en contra de un candidato en nuestras elecciones?
Sería una imprudencia e invitaría a la intervención.
Lo mejor es prepararse para lo que venga.
Tanto Trump como Hillary Clinton son proteccionistas y han prometido revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. (Aunque no se compara la gravedad que implicaría, para México, Estados Unidos y el mundo, una presidencia de la demócrata con el racismo ignorante del republicano).
Ambas posturas, la de Trump y la de Hillary, tienen como acicate ante sus respectivos electores la mala imagen que hay de México en Estados Unidos. El 45 por ciento de los estadounidenses tiene una imagen negativa o muy negativa de nuestro país, el 30 por ciento va de ambivalente a negativa, y solo el 20 por ciento tiene una impresión positiva de su vecino el sur, en números redondos.
Por eso es bienvenido este impulso que desde la secretaría de Relaciones Exteriores se le da al rescate de la imagen de México en Estados Unidos, porque si no nos movemos nos vamos a seguir hundiendo y la buena relación es fundamental.
¿Comienza tarde este esfuerzo? En efecto, así es. Desde 1994 se dejó de promover a México en el norte y hemos pagado las consecuencias del abandono.
Durante el gobierno de Ernesto Zedillo aumentó el flujo migratorio hacia Estados Unidos (por la crisis del 95) y las noticias de nuestro país allá, promovidas desde acá, eran de un país en ruina política, económica y moral.
Con Vicente Fox se exigió “la enchilada completa”, que implicaba un gran acuerdo para legalizar a seis millones de migrantes.
Vino el 11-S y el Presidente de México no acudió a Washington a dar el pésame al vecino herido, y entramos al Consejo de Seguridad de la ONU, de manera imprudente, pues ahí nos vimos en la obligación de llevarle la contra Estados Unidos y sus planes de invadir Iraq.
Durante el sexenio de Felipe Calderón fue imposible revertir la narrativa de guerra del gobierno –a pesar del trabajo de nuestro talentoso embajador Arturo Sarukhán- , aparecieron las fosas con cadáveres de cientos de migrantes centroamericanos y todo fue una macabra historia de descabezados, pozoleros y descuartizados.
De este sexenio ha gravitado la imagen de un país donde se pueden matar y calcinar a 43 normalistas, como sucedió en Iguala.
Peor, imposible. Había que dar un golpe de mano.
La canciller Claudia Ruiz Massieu nombró a Paulo Carreño King en la subsecretaría de América del Norte, cambió al embajador en Estados Unidos y a 29 de los 50 cónsules en aquel país.
De octubre pasado a julio de este año la canciller ha realizado 15 giras por la Unión Americana y se ha entrevistado con más de 50 personalidades de alto nivel de ambos partidos. Se ha buscado integrar a grupos de cabilderos para trabajar en distintos ámbitos en el mejoramiento de la imagen de México.
Estados Unidos es vital para nosotros, y nosotros lo somos para ellos.
Las remesas, el año pasado, alcanzaron el primer lugar como fuente de ingresos del extranjero, por encima del petróleo, con 24,771 millones de dólares.
Con Estados Unidos comerciamos más de un millón de dólares por minuto (534 mmdd) al año, con una balanza comercial favorable para México en 60 mmdd.
Y las exportaciones de Estados Unidos a México son mayores a las que realiza ese país a China y Japón juntos. Seis millones de empleos de la Unión Americana dependen del comercio con México.
Sí, ojalá gane Hillary, pero es ilusorio pensar que eso se va a definir desde Los Pinos
Pablo Hiriart