Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de noviembre de 2019.- En pocos días se cumple el primer año del gobierno de López Obrador; un año que anuncia el mayor fracaso de la historia y que nos llevará a la mayor crisis de gobernabilidad y de gestión de la historia.
Pero lo cuestionable es que el de López Obrador tenía todo –al arranque de su gestión–, para convertirse en el mejor gobierno de la historia.
Sin embargo, la ignorancia presidencial, la ceguera de su grupo político y la nula capacidad autocrítica lo llevan no sólo al despeñadero –en sólo 12 meses–, sino que llevan a la ruina económica y política a millones de mexicanos sin esperanza.
¿Y por qué pudo ser el mejor gobierno de la historia?
Porque tanto Carlos Salinas, como Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, hicieron su parte para construir las bases de una potencia económica, que empezaba a dar resultados en el anterior gobierno.
Y si bien nadie debe festinar el fracaso del gobierno de López Obrador –porque es un fracaso que a todos daña–, también es cierto que hoy, más que nunca, la crítica se debe intensificar porque es el único antídoto para impedir que, como sociedad, cometamos de nueva cuenta los mismos errores.
Por eso, no podemos más que decirle gracias al presidente Obrador, ya que a un año de su gobierno confirmó lo que siempre dijimos en este espacio; que como presidente sería un peligro para México y los mexicanos.
Gracias, presidente, porque confirmó lo que por años diagnosticamos en este espacio; que era un “sueño guajiro” que pudiera acabar con la violencia y el crimen sólo con buenos deseos.
Gracias, presidente, porque con 35 mil muertos en sólo 12 meses de gobierno, usted avaló que no tiene una estrategia real para combatir al crimen y que la Guardias Nacional no serviría para nada en la lucha contra el crimen, como aquí lo dijimos por años.
Gracias, presidente, porque siempre dijimos que en su gobierno usted no regresaría a sus cuarteles a militares y marinos, porque esa no era la solución de la violencia sino parte del problema.
Gracias, presidente, porque al negarse a perseguir a los jefes de las bandas criminales confirma que su campaña recibió presunto financiamiento de esas bandas, como aquí lo documentamos en más de una ocasión.
Gracias, presidente, porque siempre dijimos que su promesa de acabar con las masacres no era más que un buen deseo, pero alejado de la realidad, porque el origen del crimen no es moral sino económico y de impunidad.
Gracias, presidente, porque ratificó que era imposible bajar el precio de los combustibles –gasolina, gas y energía eléctrica–, como lo prometió por todo el país; otra mentira cumplida.
Gracias, presidente, porque confirmó que mintió en esa y otras promesas de campaña y porque siempre dijimos que la mayoría de sus promesas eran no sólo imposibles de cumplir sino mentiras a secas.
Gracias, presidente, porque hoy estamos en recesión económica, como lo diagnosticamos hace más de un año, lo que confirma que también en eso mintió, ya que prometió un crecimiento de entre 4 y 6 por ciento.
Gracias presidente, porque la crisis del sector salud confirmó que era otra mentira el eslogan y promesa de que “primero los pobres”; fue mentira la salud sueca, porque hoy los pobres son más pobres, tienen peor salud y no tienen guarderías, ni medicinas para el cáncer ni seguro popular…
Gracias, presidente, porque confirmó que lo suyo no es el apego a la verdad y porque de las cien universidades que prometió no se ha creado una sola y hoy la educación publica es peor que en los peores momentos de la historia. Es tan mala que muchos buscan educación privada.
Gracias, presidente, porque hoy existen más desempleados que al inicio de su gobierno, lo que es otra promesa incumplida, ya que han perdido su empleo por lo menos 2.5 millones de personas, sea en la iniciativa privada o sea en el sector público.
Gracias, presidente, porque siempre dijimos que su gabinete era de incompetentes y hoy hicieron posible derribar industrias fundamentales como la de la construcción, el turismo, el automóvil y la energética, lo que nos lleva a la peor desgracia, un crecimiento de cero por ciento.
Gracias, presidente, porque siempre dijimos que lo suyo no era la democracia, sino el autoritarismo y la autocracia. Y siempre tuvimos razón. Hoy, presidente, tiene fiscales carnales, diputados carnales, senadores carnales, directores de órganos autónomos carnales y gobernadores carnales.
Gracias, presidente, porque confirma que vamos a una dictadura, como siempre lo dijimos aquí.
Gracias, presidente, porque el tiempo confirmó que siempre tuvimos la razón.
Al tiempo.