Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax., 23 de abril de 2018.- Cabe destacar varios aspectos del primer debate presidencial 2018.
Desde luego, los temas fueron muy pertinentes porque recogieron tres de las principales preocupaciones nacionales: Seguridad pública y violencia; corrupción e impunidad; y democracia, pluralismo y grupos en situación de vulnerabilidad.
Registro, en breve, los planteos sobresalientes, que los hubo pese a todo.
Sobre el primer tema, presentaron las consabidas opciones técnica y política.
Técnica cuando “El Bronco” propuso contratar a los mejores expertos, tecnología y equipo, o bien militar la educación preparatoria; Anaya: desmantelar al crimen organizado, fortalecer y profesionalizar a las policías, así como apoyar a las fuerzas armadas; Meade: prevenir, disuadir e investigar, un código penal único y apoyo a las fuerzas armadas y la policía;
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Política cuando los cinco coincidieron en la exigencia de contar con una Fiscalía autónoma, aunque divergieron en el método para el nombramiento del titular, lo mismo que cuando los cuatro le objetaron a López Obrador la idea de la amnistía para los criminales, si bien este insistió en que ello no equivale a impunidad y enfoco en las causas sociales de la violencia y el crimen.
Destacó el atropellado énfasis de Margarita Zavala en la defensa de los ciudadanos, priorizar medidas contra el feminicidio, valores, deporte y cultura, así como una estrategia focalizada en ciudades específicas.
Sobre el segundo tema, Meade arrancó proponiendo la eliminación del fuero presidencial, un ministerio público autónomo, la 7 de 7, y que el SAT y el INE se integren al Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) Ofreció revisar y corregir malas prácticas, además de evitar nuevos escándalos de corrupción.
“El Bronco” sorprendió con la temeraria e inconstitucional propuesta de “mocharle la mano” a los funcionarios corruptos.
AMLO reiteró su tesis del ejemplo presidencial y el ahorro de 500 mmdp de la corrupción.
Zavala reiteró la idea de los valores y su convicción de defender a los mexicanos, atacar la corrupción y promover la legalidad, más el fiscal autónomo y reforzar el SNA.
Anaya, a su vez, ejemplifico con casos graves y recientes de corrupción, y propuso la reforma al artículo 108 para suprimir el fuero presidencial, además de las fiscalías autónomas, la cárcel y muerte civil a los corruptos.
Sobre el tercer tema, se inquirio en particular en torno al mecanismo de seguimiento al desempeño del gobierno:
Zavala propuso un observatorio ciudadano sobre la política social consistente en forjar condiciones productivas para jóvenes y mujeres, con rendición de cuentas y sin referendums.
Meade planteó la corresponsabilidad entre ejecutivo y legislativo, hospitales al 100 en medicinas y atención, IMSS para trabajadores del hogar, el Congreso como mecanismo de control y la elección de medio periodo para ratificar o no la confianza en el gobierno. No a la revocación del mandato y mucha política social.
“El Bronco” propuso que los ciudadanos lo planteen vía consulta que está en marcha como parte de su campaña y coincidió con la revocación del mandato para superar a la partidocracia.
Anaya: prensa libre, transparencia, gobierno de coalición, revocatoria de mandato ((sin reelección presidencial). Indígenas, migrantes, discapacitados, niños y otros excluidos. Combate a la violencia política y salarial que sufren las mujeres.
AMLO reiteró principios, ideales y su lógica de transformación del país. Revocación del mandato bianual y un acuerdo por la honestidad.
Ahora bien, más que un ganador del debate, aquí importa identificar dos cuestiones de fondo.
Uno es el dilema que significa para los votantes mexicanos la continuidad o el cambio que representa el que apoyaran o no las opciones contrarias a López Obrador.
En el primer escenario, al parecer es el Frente y Anaya los que podrían impulsar con mayor claridad y decisión un gobierno presidencial semiparlamentario que pudiera fortalecer los equilibrios y controles políticos y profundizar un modelo constitucional liberal y social más cercano a los intereses populares. Empero, su concreción requeriría tiempo valioso que ya no se ve disponible ante el hartazgo social.
En el segundo, el triunfo de López Obrador y la coalición “Juntos Haremos Historia” supondría un modelo de gobierno más presidencialista para operar directo en contra de la inseguridad y la violencia, la corrupción y la impunidad. No obstante, esta opción podría incurrir en la tentación de limitar la democracia liberal y sus incipientes instituciones autónomas a cambio de ofrecer resultados concretos y prontos
La segunda cuestión radica en que siguen siendo el PRI y el Frente los que garantizan la gobernabilidad institucional dado el número y magnitud de espacios de poder gubernamental y legislativo que controlan y pudieran conquistar el 1o de julio. Por el contrario, de ganar López Obrador, tendría en contra una mayoría opositora y la tentación de incurrir en el constitucionalismo populista sería mayor. Tendría que ofrecer más garantías de que no será así.
Por todo lo anterior, resulta indispensable continuar con el análisis y debates democráticos hasta decantar no solo emocional sino racionalmente la decisión final, o bien reconsiderar si es que no lo han hecho ya.