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La X en la frente
El sábado murió una parte de Oaxaca.
Nos dejó un hombre que acompañó (y en buena medida determinó) por más de medio siglo la vida política, jurídica, cultural y académica de nuestro estado.
La partida de Don Agustín Márquez Uribe sacudió Oaxaca. Para nadie pasó desapercibido.
Izquierdas, derechas, centros y uno que otro cínico hicieron públicas sus condolencias y reconocieron la dimensión de su vida y de su obra.
Pero fuera de la clase política es donde más genuinamente se dejó ver el respeto y el cariño que Don Agustín sembró a lo largo de su vida.
Y es que Don Agustín dejó su huella dentro y fuera de la política.
La vida le dio la oportunidad de ser casi todo.
Algún día, los decanos de periodismo político como Juan Pérez Audelo, Alfredo Martinez de Aguilar o Raúl Castellanos, quizás nos cuenten por qué Don Agustín no llegó a ser gobernador. Méritos y formación le sobraron.
Fue tal vez el último hombre que encarnó a la perfección lo escrito por Agustín Yáñez en “La Formación Política”.
Desde abajo, llegó a las mas altas responsabilidades públicas en la administración municipal y estatal, en los tres poderes y como Rector de la UABJO en los tiempos más efervescentes de los movimientos estudiantiles.
Como en todas las grandes biografías, no es extraño que buena parte de su vida haya quedado en la penumbra. Ahí es donde los mitos nacen.
Cuentan (y yo lo creo) que siempre se rehusó a ser diputado federal y senador de la república porque implicaba abandonar a sus alumnos.
Don Agustín impartió cátedra en el Instituto Tecnológico de Oaxaca hasta los últimos días de su vida.
Por eso, antes que cualquier cosa, yo he decidido recordarle como el ser humano generoso y sencillo que fue, y después como profesor.
Nada acredita mejor la vocación y el compromiso con las nuevas generaciones que la docencia cumpliendo puntualmente frente a grupo.
He dicho que “Don Agus” fue excepcionalmente generoso, pero también fue sabio.
Y cuento una experiencia personal:
Muy joven me dejó entrar a su casa y me dejó llamarle “Don Agus”.
Cosa que hoy, a la distancia, me parece algo inaceptable.
Por eso entiendo que fue un hombre sabio que incluso platicaba conmigo- y seguramente con muchos más – con reciprocidad.
Cuando la vida te enseña que lo más valioso que una persona tiene para dar es su tiempo, y cuando recuerdas que alguien como Don Agustín te lo dio desinteresadamente, sabes lo afortunado que eres.
Otra de las cosas que habla de su excepcionalidad es la imagen gráfica que deja para la posteridad.
En todas las fotografías que yo recuerdo de Don Agustín – salvo la que está en la galería de Presidentas y Presidentas – de nuestro Salón del Pleno de nuestro Tribunal Superior de Justicia (que también presidió ), se le ve sonriente.
No recuerdo un caso igual. Es una sonrisa natural, afable, serena, despreocupada, sincera. Así vivió al menos la vejez, que es cuando yo llegué a su vida.
Así le recordaremos.
Hasta siempre, Don Agus!
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.
*La columna no tiene ningún vínculo con el Tribunal Superior de Justicia