Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de octubre de 2020.- El primer acto de corrupción que comete un funcionario es aceptar un cargo para el cual no posee las competencias necesarias, porque cobra sin generar valor público y opera una agenda de podredumbre. Los malos funcionarios y sus pandillas son como cucarachas en una bolsa de azúcar: robarán algo, pero siempre arruinan todo el contenido.
Los hemos padecido durante décadas en las oficinas de la SEE, donde pululan personas sin perfil, sin experiencia, con títulos y grados inventados, parvadas de oportunistas y aduladores, sin vocación de servicio y hasta redes delincuenciales enteras cobran como si fueran maestros.
No podemos seguir tolerando esa clase de perfiles.
A la fecha, es un mal que seguimos pagando socialmente, ya que no solamente persisten en cobrar del erario sin devengar, sino que a la más mínima oportunidad incorporan a la nómina educativa a sus incondicionales, familiares o parejas sentimentales, así como a sus clientes a quienes les venden una plaza en el sector educativo.
Hay unas pocas centenas de familias que controlan el sistema educativo estatal ocupando puestos clave desde hace al menos 35 años, sin que se haya emprendido un esfuerzo serio y concienzudo por recuperar la rectoría del sistema educativo a favor del derecho a aprender de la niñez y juventud en Michoacán.
Por no responder al interés superior de los estudiantes, sino a los propios, en la Secretaría de Educación en el Estado se requiere una limpia profunda. Pero las escaleras se barren de arriba para abajo. El saneamiento debe comenzar desde la figura del Gobernador del Estado, ya que hemos padecido mandatarios sin carácter ni compromiso con el sector educativo.
Justamente ellos han manifestado su más amplio desprecio a las generaciones jóvenes colocando a advenedizos operadores políticos al frente de las dependencias educativas. Empero, serán los funcionarios electos y designados quienes podrán transformar el sistema educativo estatal.
Actualmente, los compromisos de la campaña de 2015 son un lastre para el desarrollo educativo de las generaciones jóvenes. La sostenibilidad futura de la sociedad michoacana está en riesgo enorme como consecuencia del pésimo sistema educativo local.
Padecimos durante este siglo, consecutivamente, la toma de la Secretaría de Educación por parte de operadores políticos, la cual no impidió la derrota estrepitosa en las urnas; la entrega de la rectoría de la educación estatal a personas que no dudaron en dejar crecer al sindicalismo ni en simular en los indicadores para aparentar haber hecho algo que no fuera resolver las necesidades económicas de la burocracia en el poder.
Hemos tenido ya funcionarios en el gabinete educativo que ni siquiera logran acreditar sus cédulas profesionales. La denuncia pública que realizó el Dr. en Derecho Ernesto Villanueva en la revista Proceso y ante las instancias competentes aun es lamentablemente vigente, por barajarse nombres en común aún con la actual administración pública estatal, sin que haya sido impedimento para suspender su carrera en la función pública.
Aunado a lo anterior, conocemos dolorosamente lo que significa que un gobierno estatal entregue totalmente la rectoría del sistema educativo a la disidencia magisterial, con la inmediata quiebra de las finanzas educativas y la elevación exponencial de la corrupción, beligerancia e ingobernabilidad en el sector educativo estatal; la entrega de la rectoría de la educación a las facciones sindicales y a las redes delincuenciales, con las cuales se ha coexistido durante las últimas dos administraciones, pactando ignominiosamente, viviéndose al momento la peor crisis educativa de este siglo, por las condiciones exógenas, por la corrupción, simulación y el estado fallido que se vive en las dependencias educativas actualmente. ¡Ya es tiempo de detener este círculo vicioso!
La educación es la principal dependencia que asegurará el futuro, por modelar la formación de las siguientes generaciones. Es también, la dependencia que cuenta con más recursos humanos, materiales y financieros, pero brindando invariablemente pésimos resultados. Su relación costo/beneficio es pírrica. Las acusaciones de corrupción son consuetudinarias y se menciona es la caja grande de las administraciones locales en turno. Por ejemplo, es la dependencia más denunciada ante CEDH, tanto en la violación del derecho a aprender, como la instancia con más violencia de género. Es decir, no solamente no es parte de la solución, sino que es el problema en sí, el foco más rojo en la administración pública estatal aún vigente, lo cual no puede paliarse sino con acciones inmediatas que hagan justicia respecto a hechos inenarrables que acontecen al interior de una dependencia educadora en el papel, pero que en la práctica repite y multiplica patrones perversos, de acuerdo con las cifras de la CEDH.
El actual gobierno estatal, después de cinco penosos años apenas ha cumplido con el 11% de los compromisos firmados con 126 organizaciones de la sociedad civil el 26 de mayo de 2015, negándose a dar continuidad y seguimiento a los compromisos, constituyendo su ignominioso silencio un acto de violencia institucional hacia la confianza depositada en el equipo político de la actual administración pública estatal. Más aún, ya firma minutas con la CNTE como en el pasado y compromete el erario a largo plazo.
Hoy, las condiciones del sistema educativo colocan en enorme riesgo la sostenibilidad de la sociedad michoacana. ¡No podemos continuar así! Es inaceptable continuar improvisando, simulando y corrompiendo en materia educativa.
Construyamos un punto de inflexión, partiendo de una agenda y perfiles acordes a la magnitud de la situación.
El escenario político actual muestra que muchos de los grupos fácticos al interior de la SEE están organizados y acercándose a los aspirantes a gobernador. Sería lamentabilísimo repetir pactos mefistofélicos, porque comprometerán una vez más el futuro de Michoacán.
Bástese recordar que, en Michoacán, de cada cien estudiantes que se inscriben a primero de primaria, solamente ocho concluyen en tiempo y forma una carrera universitaria. De esta magnitud es el sacrificio que se comete con la enorme mayoría de los jóvenes en la entidad.
Es inaceptable ser indulgentes con los aspirantes a gobernarnos en materia educativa; es tiempo de elevar la exigencia. Un gobernador educador deberá ser honesto y tener un alto perfil académico, soportes elementales para quien aspira a gobernar Michoacán. No olvidemos que el perfil académico constituye un soporte elemental para quien aspira a la enorme responsabilidad que implica gobernar Michoacán, además de que denota el cuidado que tuvo en formarse para poder responder a los retos que se le presentarán en el cargo al que aspira.
También, deberá conocer a fondo los problemas de Michoacán y contar con una agenda de soluciones implementables y verificables por la ciudadanía, así como poseer actitud de servicio y brindar audiencia a la ciudadanía.
Michoacán no resiste otro gobierno desde las redes sociales ni a más gobernadores que se encaramen en el poder para compensar sus inseguridades personales, ni para resolver su vida mediante la inmensa gama de oportunidades de enriquecimiento que brinda el ser titular del poder ejecutivo estatal.
Nuestro próximo mandatario estatal deberá integrar a la ciudadanía a un esquema de gobernanza y realizar actos cotidianos de rendición de cuentas. Se deberá comprometer a supervisar semanalmente, ante un consejo ciudadano amplio y vinculante, los avances en materia educativa. Deberá de tener la firmeza de carácter y la probidad necesarias para impedir conflictos de intereses y actos de corrupción, con su persona y su gabinete educativo, que deberá estar integrado por las mejores mujeres y hombres, quienes deberán contar experiencia en la función pública y con características iguales o superiores a las del primer mandatario, con énfasis en su perfil, experiencia y probidad, evitando contratar como funcionarios a operadores políticos y sindicales, así como a compromisos de campaña.
Indefectiblemente, quienes aspiren a ser gobernador y parte de su equipo deberán de estar dispuestos a realizar una limpia en la SEE, en perfiles, procesos, normas y hábitos organizacionales para hacer rendir más los recursos, combatir y controlar la corrupción y reivindicar los objetivos fundantes de la dependencia educadora, rompiendo pactos y nexos con redes fácticas o delincuenciales, tanto de cuello blanco como de beligerancia manifiesta.
Seis años serán recursos y tiempo desperdiciado para quien llega a la Secretaría de Educación en el Estado sin rumbo ni idea en menoscabo del derecho a aprender de más de un millón de estudiantes en Michoacán.
En suma, el perfil, la experiencia, la ausencia de conflictos de intereses, el no comprometerse electoralmente con grupos fácticos, establecer una agenda ciudadana para el cumplimiento de las responsabilidades educativas, con objetivos, metas y métricas para cumplirlos, a la vez que contar con un equipo multidisciplinario probo, íntegro y capaz definido previamente para diseñar, operar y controlar la transformación del sistema educativo son requisitos indispensables.
El 6 de junio de 2021, la ciudadanía podrá definir un cambio en materia educativa o apostar por el continuismo hacia el precipicio en indicadores de logro, en opacidad, omisión y corrupción. El candidato que se comprometa con transformar el sistema educativo, partiendo por sí mismo y su equipo de trabajo debería de recibir nuestro voto, en la medida de la seriedad y alcance de su visión prospectiva.
Quien tenga un pasado perverso en materia educativa, quien haga un esfuerzo mediocre, quien no se comprometa o pacte con grupos fácticos al interior del sistema educativo estatal y cobije a sus corruptos medradores debería de abandonar la carrera para alcanzar la gubernatura. Los ciudadanos deberíamos de ayudarle a elegir mejor su misión de vida repudiándole su ambición desmedida desde ahora. Y si persiste en su sed insaciable de poder se le debería de castigar con contundencia en las urnas.
Hago un llamado a los ciudadanos, a actores políticos y sociales a privilegiar criterios objetivos para depositar nuestra confianza electoral en los mejores perfiles, en quienes sean capaces de encarar esta crisis, de diseñar y ejecutar las medidas que requiere la educación michoacana.
Y usted, amable lector, ¿qué características añadiría para perfilar a un gobernador educador, que solucione estructuralmente la crisis educativa? ¿Qué ya no estamos dispuestos a tolerar? Merecemos mejores gobernantes, definitivamente. Incrementemos el rigor para entregar nuestra confianza electoral.
Finalmente, queda la duda respecto a si debemos de esperar a que haya un golpe de timón en las urnas o ya en los actuales funcionarios existe la capacidad de hacer conciencia de la situación, de realizar un mea culpa y cambiar por completo la actitud, las prioridades y lograr resultados.
¿Pueden cambiar por convencimiento o requieren padecer el repudio en las urnas? Lo que es un hecho es que, si no se deciden a hacer un esfuerzo digno por cerrar la actual administración de la mejor manera y con ello hacer el mejor proselitismo posible, basado en resultados, alimentan la sospecha de estar fraguando una entrega-recepción anticipada, una concertacesión; es decir, de configurar un escenario político donde más de alguno gane con la derrota del actual partido en el poder.
El tiempo nos dará la respuesta y las señales llegan más temprano que tarde al respecto. Estemos atentos.
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