
Con Trump: no es campañita; entre la CIA y Boinas Verdes
LA X EN LA FRENTE
Hace algunas lunas recordaba en este espacio a Jorge Malem y su pregunta “¿Pueden las malas personas ser buenos jueces?”, a propósito de las aptitudes necesarias para desempeñar la función judicial.
En el centro de la discusión sobre la elección popular de magistrados, jueces y ministros está no sólo un asunto de legitimidad, sino de cercanía con la gente.
En el discurso político, la reforma judicial es animada por ideales de humanidad, empatía, bonhomia y sensibilidad.
El “clamor popular” es no sólo por jueces honestos, imparciales e incorruptibles, sino además de jueces humanos y empáticos que además de ser competentes, sean buenas personas.
Pero ya hay muchas de esas buenas personas en los poderes judiciales de México.
Personas que como la Doctora Hortensia Castellanos Chávez, en Oaxaca, le han entregado su vida (sea corta o sea larga) a una de las más difíciles y complicadas tareas del Estado: la tarea de juzgar.
Hoy hay muchas “Tenchitas”, como cariñosa pero respetuosamente le llamamos, en todos los poderes judiciales; mujeres y hombres preparados y en actualización permanente, íntegros, leales, imparciales, respetados y respetables.
Pero sobre todo, mujeres que se han Partido en dos (y hasta en tres) desde muy jóvenes para atender sus pasiones más allá de la judicatura; que además de oficiales, secretarias, actuarias, juezas o magistradas son mamás, esposas, hermanas, hijas y nietas.
Son mujeres que han tenido que remar contra la corriente de un patriarcado que tenía en el ostracismo de los poderes judiciales un terreno fértil.
Así ha sido la vida de la Dra. Castellanos, Magistrada Decana de nuestro Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca y mi compañera en la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal.
Ella rompió techos de cristal y escapó de los pisos pegajosos mucho antes de que se pusiera nombre a esos conceptos.
Nunca pidió igualdad, nunca reclamó piso parejo, nunca tuvo siquiera oportunidad de inconformarse en un mundo y en un Poder Judicial de hombres.
Cuando las acciones afirmativas apenas comenzaban a dibujarse en la teoría de los feminismos, ella ya era Magistrada.
Sin exageración yo veo a Tenchita como una moderna Sor juana.
A iniciativa de nuestra Presidenta, la Magistrada Berenice Ramírez, se le organizó el pasado viernes un merecido homenaje y la Academia Mexicana de Derecho “Juan Velásquez” le entregó un reconocimiento.
Loe méritos académicos y profesionales se acreditan con diplomas, certificados, constancias, reconocimientos, títulos y algunas otras convenciones de la academia; además dichos méritos se sostienen con la calidad y efectos de las resoluciones cuando se es juez.
Pero la calidad humana se mide con los actos del día a día y es ahí donde se entiende la pertinencia y profundidad del dilema de Jorge Malem.
Quién es buena persona, lo tiene que ser a diario, a cada instante, minuto a minuto.
La bonhomia es un delito continuado, porque en no pocas veces se castiga.
No hay buenas personas de medio tiempo o que lo sean a destajo.
Se es o no se es.
Y mis poca experiencia de vida hoy me tiene convencido de que la cualidad más grande de la gente buena es la generosidad. La gente buena, como dijo Teresa de Calcuta, da hasta que duele.
De Tenchita, la gente inteligente (entre sus alumnos, colaboradores o compañeros de trabajo) aprende hasta cuando no está enseñando.
Y es que a veces el rigor, la estrictez y una humana reprimenda esconde tras de sí, generosidad.
El que no es Generoso se cierra, se desentiende; no corrige, no cuestiona, no exige un plus.
Siempre correcta, siempre respetuosa, pero siempre firme la Dra. Hortensia dicta y corrige el rumbo de su ponencia. Le dice qué está mal, por qué está mal y cómo hay que corregirlo.
Y en el trato con sus pares, sin perder un ápice de esa firmeza -cuando llega el caso- disidente, pero deja abierta la puerta a mejores argumentos.
En el poco tiempo que tengo de conocerla llevo ya en el saco de la memoria varias anécdotas que acreditan todo cuanto aquí he escrito.
Algún día las contaré, cuando llegue el momento de escribir mis memorias.
Me siento contento y afortunado de tener una compañera y colega como Hortensia Castellanos, pero me asumo grandemente privilegiado por tenerle como amiga y consejera.
*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca