Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de enero de 2021.- Quienes conocen al Presidente apuestan a que se aguantó hasta presentar síntomas fuertes e inequívocos de Covid, para hacerse la prueba que fue reportada positiva el domingo 24 de enero.
Sin embargo surgieron fuertes dudas desde el 22 de enero, esto es, 12 días después de que su vocero Jesús Ramírez Cuevas reportó estar contagiado por el virus Sars Cov 2.
En ese lapso de conferencias mañaneras, de reuniones y giras, el Gabinete entero debería estar recluido, no solamente Andrés Manuel López Obrador y Hugo López-Gatell, sobre todo el Gabinete de Seguridad faldero que sigue a todos lados al Presidente.
Hasta el momento hay mucha opacidad sobre la necesaria reclusión del General Secretario de la Defensa Luis Crescencio Sandoval, del Almirante Rafael Ojeda Durán y del titular de la Guardia Nacional Luis Rodríguez Bucio, quienes estuvieron en la gira presidencial en San Luis Potosí.
Esta tarde de martes se reportó que el Secretario de Marina dio negativo, no obstante, el lunes por la tarde, desde su confinamiento, López-Gatell aseguró que no tenía caso hacerse la prueba hasta después de 4 o cinco días, esto es, las pruebas del jueves o viernes resultan más confiables.
El rechazo de López Obrador a aplicarse la vacuna una vez que llegó el primer cargamento puso en riesgo al país ante un posible colapso de salud y la crisis política en un escenario de gravedad, con la referencia de dos infartos.
La posición es incongruente con lo pregonado por el Presidente una y otra vez: “Yo ya no me pertenezco”, esto es, en el discurso su salud y posición ética corresponden a un proyecto transformador que dice representar.
Esta entrega a un proyecto de nación debería ser suficiente para seguir los parámetros de sus médicos de cabecera, pero desde el simple hecho de negarse a portar cubrebocas define la profunda incongruencia entre el decir y el hacer.
Esta soberbia que rechazó el uso de cubrebocas obligó a los más zalameros de su Gabinete a seguirle el rollo y aparecer también sin esta protección que en algún momento el titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom recriminó a los líderes de México.
Las conferencias mañaneras deberían iniciar con el parte médico del presidente en voz de un equipo profesional, no como un decir de la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero que ni siquiera sabía el lunes si estaba recluido en su casa de Tlalpan o en Palacio Nacional, o como un subinforme de López-Gatell en la conferencia vespertina.
De lo que estoy seguro es que para poderlo arrancar de su adorada mañanera, el Presidente se sintió muy mal, y seguramente una voz muy disuasiva lo convenció del reposo casi total, con la excepción de la llamada al presidente de Rusia Vladimir Putin, ya programada, la cual cancelar hubiese provocado un escándalo con señales de alarma.
Este martes, el subsecretario López-Gatell informó que el Presidente presentó febrícula y dolor de cabeza el domingo, cuando se le detectó Covid-19, aunque señaló que su estado de salud es bueno.
«El Presidente está evolucionando bien. Lleva apenas dos días desde que empezó con los síntomas durante el fin de semana, y ha permanecido prácticamente igual en términos de sus síntomas, son síntomas mínimos».
El doctor dijo que López Obrador presentó febrícula, es decir, temperatura corporal mayor a 37 grados centígrados y menor a 38.
«Y no tiene otros síntomas, al principio, el domingo, había tenido un poco dolor de cabeza, pero fuera de eso no ha tenido otro síntoma, está de buen humor».
La información sobre la salud del Presidente es un derecho ciudadano. Esperemos que la mañanera de este miércoles inicie con estos datos, y no con otros.