Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
OAXACA, Oax., 30 de abril de 2017.- En medio de una serie de bloqueos en carreteras, ejecuciones criminales, accidentes viales, protestas de diversos grupos y sindicatos, inconformidades empresariales, obras inconclusas, proyectos cancelados o diferidos, crisis presupuestal y hasta sequías históricas, es sorprendente que Oaxaca mantenga su intensa vida comercial, turística y cultural, y que la actividad intelectual, académica y periodística sea posible.
Ésta debe aportar respuestas a los problemas de estado y sociedad o resultará intrascendente.
Por una parte, la práctica vuelta costumbre (“path dependency”, según la teoría neoinstitucional de Douglass North) de utilizar el atajo más corto para conseguir, preservar o recuperar atención, recursos y poder, que es lo que a final de cuentas significan marchas y bloqueos, debe hallar fórmulas jurídicas y administrativas innovadoras para preverlas, regularlas, mediarlas, procesarlas y solucionarlas con base en incentivos y sanciones advertidas.
Su clasificación y tratamiento diferenciado y proporcional, el uso estratégico y táctico de instrumentos gubernamentales y administrativos bien informados y coordinados, la participación ciudadana organizada en la formulación, toma y evaluación de decisiones, y una sincrónica y efectiva política de comunicación institucional, son apenas algunas de las ideas y acciones a discutir y ensayar con urgencia.
Por la otra, el gozne no lubricado de las puertas de los dos gobiernos previos, sobre todo el de Gabino Cué,y el de Alejandro Murat muestran que si durante el último trienio de aquel se produjo un déficit notorio de gobernabilidad que contribuyó a popularizar la informalidad, ilicitud y chantaje, durante los primeros cinco meses de este último tales fenómenos siguen mostrando toda su complejidad y obligan a ajustar y fortalecer el gabinete a efecto de incrementar su coordinación interna y eficacia externa.
Esto es en particular relevante pues el cruce de los tiempos institucionales del obligado ejercicio presupuestal, la aprobación del Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022, y la parte más compleja del calendario oaxaqueño anual de gobierno (la primavera-verano magisterial y la agenda turístico-cultural) comienza mañana mismo, este uno de mayo.
Más, pese a todo, llama la atención que Oaxaca siga “de moda”, que el turismo demande sus bienes y servicios, sus carreteras luzcan muy transitadas, las actividades culturales se incrementen, y que fiesta, celebración y homenaje se expresen y recreen de manera cotidiana, sobre todo en los ámbitos municipales.
Sin duda, estas manifestaciones revitalizan el tejido social y coadyuvan a la gobernabilidad por lo que deben ser protegidas y estimuladas. Protegidas con respecto a la costumbre dependiente de marchas y bloqueos. Estimuladas en términos de política de estado para mantener una relación activa con segmentos sensibles de la sociedad capitalina y regional.
Pero no todo y ni siquiera la mayor parte se juega en esa arena de política pública. ¡No!.
La regularidad y eficacia en la prestación de los principales servicios públicos (tránsito, seguridad, limpieza, agua, alimentos, vivienda y atención básica a la salud, entre otros), más la estricta vigilancia, control y sanción a servidores públicos y particulares involucrados en ilicitud y corrupción, debería ya –según parece por momentos ocurrir– ofrecer ejemplos ilustrativos (de la reapertura del aeropuerto de Ixtepec a la detención de algunos cabecillas de bandas regionales y municipales).
Aún así, el rezago oaxaqueño es hecho público notorio, según lo pudo constatar y declarar en su peculiar estilo “El Bronco”, durante su reciente visita a esta tierra de Juárez.
Ello no obstante que su propio ejercicio de gobierno en Nuevo León –sin marchas magisteriales y populares que le compliquen– no sea un ejemplo a seguir para otras entidades federativas.
El gobierno de Alejandro Murat, reitero, tiene ante sí una oportunidad valiosa para cambiar la historia de Oaxaca de la mayor parte del siglo 20 y lo que va del siglo 21.
La dificultad radica en que en el contexto nacional y local del fin gradual de un sistema político y su reposición por otro más adaptado a las nuevas condiciones, debe encontrar y ejercer las claves para hacerlo, a la vez que superar los legados políticos y de política pública heredados.
Constitución, leyes y prácticas sincrónicas estado-sociedad en sus segmentos más funcionales son parte de esas claves.
Es tiempo de ideas y acciones no tan usuales como para que parezcan eficaces y no lo sean. Y tampoco tan vanguardistas como para que todo parezca cambiar y, sin embargo, todo siga igual.