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*Adela Irmene Ortiz habló en entrevista sobre esta fecha, que hace el llamado de atención a la sociedad sobre temas que atañen a todos y a todas
María Teresa Cedillo Nolasco
El Día Internacional de la Madre Tierra que se celebra cada 22 de abril nos conduce a reflexionar sobre la importancia de conservar los ecosistemas y de mitigar los efectos del cambio climático entre otros fenómenos que contribuyen a la destrucción del planeta, señaló la doctora Adela Irmene Ortiz López, investigadora del Departamento de Procesos y Tecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La académica de la Unidad Cuajimalpa expresó en un comunicado que esta celebración es relativamente reciente, pues fue en 2009 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 22 de abril como el día para “crear conciencia común sobre los problemas de la sobrepoblación, la contaminación, la conservación de la biodiversidad, el calentamiento global y otras acciones para proteger la Tierra”.
De acuerdo con información de la página de la ONU “este día de la Madre Tierra es el tercero que se celebra en el marco del Decenio de la ONU para la Restauración de Ecosistemas. Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra. De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero solo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte”.
Esta fecha, por lo tanto, declaró la especialista, “tiene que ver con el llamado de atención a la sociedad y a cada persona sobre cuestiones que nos atañen a todos y a todas y, en ese sentido, hay asuntos urgentes como el cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero, que están vinculados con la actividad humana; la quema de combustibles fósiles en el transporte; y la forma como nos organizamos como sociedad y que tienen impacto en los ecosistemas”.
Una manera de contribuir a evitar esta huella es con acciones cotidianas, por ejemplo, si las personas adquieren sus alimentos en mercados locales, esto abate la emisión de gases de efecto invernadero porque no hubo la necesidad de transportarlos desde grandes distancias y además este modo de obtener los alimentos puede ser menos industrializado; se trata, entonces, de una decisión individual, que lleva a reflexionar respecto a “cómo podemos contribuir desde nuestras formas de consumo a la solución de las problemáticas”.
La especialista en biotecnología ambiental apuntó que la ONU promueve diversas iniciativas y acuerdos, como la Convención de París en la que se llegó a pactos respecto a la reducción de gases de efecto invernadero y a través de la cual se llama a los países a cumplir con las metas, “aunque hasta el momento no se han dado cuentas claras sobre cómo se ha avanzado en este compromiso” para detener el incremento de la temperatura en la Tierra por debajo de los índices críticos, pese a que las acciones en esa dirección tienen que ser inmediatas.
Algunas de ellas pueden promover fuentes de energía renovables, implementar sistemas de transporte más eficientes y menos contaminantes, conservar la biodiversidad con medidas como la reforestación, emprender los consumos locales, lo que tiene que ver con el impulso a la agricultura para ser sustentables en la alimentación y en consecuencia reducir la importación de comestibles, entre otras propuestas como reemplazar los combustibles fósiles, aunque por el momento “no es posible, pero sí lo es buscar la diversidad de fuentes de energía”.
Ortiz López sostuvo que México tiene que trabajar en un plan estratégico que le lleve a reducir sus emisiones totales, porque si bien se ha hecho énfasis en sustituir combustibles “no hay gran avance”.
En la Ciudad de México se ha puesto énfasis en diversificar el transporte con sistemas como el Metrobús y el Cablebús, que van en el sentido de reducir emisiones, sin embargo, son acciones muy focalizadas en la capital y el país es más grande.
Desde la academia se cuenta con muchos grupos de investigación que trabajan en la formación de profesionistas conscientes de las distintas problemáticas y que además estén dispuestos a aportar soluciones.
Las casas de estudio tienen que aportar con el ejemplo, y en ese sentido, la UAM ya tiene un Plan de Desarrollo Sostenible ante el Cambio Climático, que debe difundir, de tal manera que la sociedad la voltee a ver como una Institución donde acciones como la separación de basura y el consumo responsable de plástico, entre otras, den muestra de cómo se puede ser sustentable dentro de los propios espacios universitarios, finalizó.
Cabe mencionar que en el último informe de la ONU sobre cambio climático demuestra que existen opciones viables y eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarnos al cambio climático. Pero es necesario ponerlas en marcha.