Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax., 20 de marzo de 2018.- En las democracias maduras, es común que los contendientes por un cargo público (máxime cuando es una competencia presidencial) intenten ganar terreno sobre sus adversarios, a partir de la descalificación abierta.
Ello es común porque se infiere que toda competencia electoral tiene como base la predominancia de las propuestas y el perfil, por encima de lo ofrecido por el adversario. Lo que no es común —quizá solo excepto en México— es que todos los actores de una contienda electoral —partidistas e independientes— tengan como uno de sus principales blancos de campaña, a la autoridad y el orden jurídico electoral.
En efecto, el pasado sábado el Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer el número de firmas válidas de los aspirantes independientes a la Presidencia, donde solamente la ex primera dama Margarita Zavala junto el número de apoyos válidos para buscar una candidatura, pues obtuvo 870 mil 168 en una dispersión geográfica en 21 entidades. En tanto, a Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, y a Armando Ríos Piter se les invalidaron cientos de miles de firmas, principalmente por duplicación de apoyos y por inconsistencias.
El INE explicó que al detectar que los tres aspirantes presentaron inconsistencias mayores al 10%, procedió a la revisión de todos los apoyos recibidos, es decir revisar más de 3.3 millones de registros. El Bronco entregó poco más de dos millones de firmas ciudadanas, sin embargo 266 mil 357 estaban duplicadas; más de 500 mil tenían inconsistencias; 158 mil 532 estaban simuladas; más de 205 mil eran fotocopias. Al final quedó con 31 mil 082 firmas debajo de la meta. Mientras que al senador guerrerense le validaron solo 242 mil firmas, del millón 765 mil que presentó; más de 811 mil eran simuladas de acuerdo con las cifras presentadas por el INE.
En ese contexto, Margarita Zavala fue la única que recibió la anuencia del INE para registrar su candidatura presidencial por la vía independiente a pesar de que en los propios resultados que publicó el órgano electoral, éste reveló que la ahora Candidata Presidencial presentó más de 212 mil credenciales de apoyo con inconsistencias, entre las que se encontraban credenciales de elector fotocopiadas, credenciales de personas que habían sido dadas de baja del Registro Federal de Electores, duplicaciones, y otras irregularidades como la simulación de dichos actos de apoyo, que se supone que debieron ser recabados libremente entre los ciudadanos.
Frente a este panorama, ha habido dos niveles de descrédito a la autoridad electoral: en el primero se encuentran los ataques directos que ha lanzado el gobernador con licencia de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón en contra de la autoridad electoral, a quien ha advertido que con el anuncio de la negativa de su registro como candidato presidencial independiente, estaba despertando al “México bronco”, y respecto a cuál ha mostrado su rechazo a la forma en que validaron las credenciales de elector ofrecidas como apoyo, a través de los mecanismos establecidos por el propio INE, desestimando el hecho real de que muchos de esos apoyos fueron en realidad actos simulados o realizados con credenciales apócrifas.
En el segundo nivel se encuentran, paradójicamente, los tres aspirantes a una candidatura independiente, y los tres están lastimando no sólo al órgano electoral nacional, sino a toda la credibilidad de esta nueva vía democrática supuestamente abierta para los ciudadanos sin partido que hipotéticamente pretenden no repetir los vicios del sistema de partidos.
Esto porque tanto Rodríguez Calderón, como Armando Ríos Piter y la propia Margarita Zavala presentaron credenciales alteradas, copias fotostáticas —que ahora habría que investigar cómo, de dónde, a cambio de qué, y a qué precio las obtuvieron— y pruebas sobre diversos actos que no solo son indebidos, sino que son ilegales, y por los que no solo tendría que haber una compulsa sino además sanciones por haber incurrido en esas prácticas.
Democracia, el descrédito
Una de las viejas prácticas de la manipulación electoral está basada en la recolección de credenciales de elector. Los ingenieros electorales de los partidos y las campañas, lo hacen entre la gente —a la que le entregan un apoyo social, a la que le regalan una despensa, o a la que le ofrecen una cantidad de dinero para el día de los comicios— para ubicarla y para saber exactamente con cuánta gente se puede contar para la votación, a dónde hay que ir a buscarlos, y qué hay que ofrecerles para que ‘faciliten’ su sufragio al partido que ellos representan.
Desde hace mucho tiempo se sabe que con una copia fotostática de la credencial de elector es imposible comprometer el voto, o que en realidad alguien más pueda votar por el titular de la credencial. Es así porque para poder sufragar se necesita acudir personalmente a la casilla, mostrar la credencial original y ejercer de manera libre y secreta el derecho al voto que tenemos los ciudadanos.
Sin embargo, en este caso la situación se agrava porque se supone que el apoyo ciudadano que recabaron los aspirantes a una candidatura independiente, se tenía que manifestar bajo la misma lógica de esos principios que rigen el acto de sufragar. Es decir, que fuera un apoyo espontáneo, personal, libre, constatable y auténtico. Al no ser esto así —porque en conjunto hubo más de un millón de supuestos apoyos que fueron simulados o registrados con copias fotostáticas— entonces no se pone en duda el mecanismo establecido por el INE, sino la honorabilidad, la credibilidad y la capacidad de cada uno de los aspirantes para obtener el apoyo ciudadano.
En el fondo, esta situación es doblemente lamentable. Lo es porque de nuevo se comprueba que en la democracia mexicana, todos los actores políticos buscan competir no solo buscando el límite de la ley y de la autoridad electoral, sino abiertamente tratando de burlarse de los mecanismos establecidos. Y en un segundo rasero, esto es lamentable porque se comprueba —para mal de la democracia— que la vía independiente puede ser igual de corrupta, timadora y nociva para la confianza y la credibilidad de los ciudadanos, como lo ha sido el sistema de partidos que hoy tiene en el umbral del descrédito a los procesos electorales.
Impunidad
Al final, habría que preguntarse no si habrá un candidato presidencial independiente en la boleta electoral, sino si al menos uno de ellos responderá ante la justicia por esos actos de simulación que, además de ser ilegítimos, bien pueden configurar la comisión no sólo de uno sino de varios delitos y faltas administrativas.
@ortizromeroc