El episcopado ante el segundo piso de la 4T
OAXACA, Oax., 19 de noviembre de 2017.- Ni duda cabe, las instituciones políticas que nos legaron nuestros padres y ancestros ya no corresponden a nuestra realidad.
La Federación es una simulación, la República es aún un proyecto, la democracia representativa se ha corrompida, el poder municipal se ha anulado, los partidos son clubes de amigos y parientes, el Poder Legislativo dejó de ser recinto de la soberanía popular.
El Poder Judicial está podrido por dentro y por fuera, el Poder Ejecutivo es una agrupación de burócratas, tecnócratas, de parientes y amigos sin sentido, vegeta, se mueve por inercia, es incompetente, corrupto, ineficaz y estorboso.
Para los nuevos tiempos de reclamo del Buen Vivir y de la vigencia de nuevos derechos humanos, de derechos ciudadanos, de participación, de información, de transparencia, de rendición de cuentas, estas instituciones tal como están no nos sirven a los ciudadanos. Si a esto le aunamos las actitudes y comportamientos de los gobernantes la cosa se agrava.
Lo peor es que el gobernador de Oaxaca Alejandro Murat Hinojosa parece sentirse a gusto en medio de esta podredumbre de nuestro régimen político, más bien acentúa sus desviaciones con decisiones poco razonables en términos democráticos.
Como por ejemplo al lesionar al Poder Judicial al impulsar el nombramiento de un titular a modo; de la misma manera cambiar sin fundamento jurídico y ético al fiscal del Estado, o permitir el nombramiento del auditor del Estado a un cortesano de su papá. Desde luego, el gobernante tiene la obligación de acrecentar su poder, sin embargo, en una República esto no debe ser permitido por sus instituciones.
El gobierno del Poder Ejecutivo a cargo de Alejandro Murat Hinojosa se siente en su ambiente en medio de estas instituciones podridas, no se le ve el menor ánimo de cambiar las cosas, para él “no pasa nada en Oaxaca”.
Es un gobernante de mirada corta, no tiene amplios horizontes como el hombre de Estado. Es simplemente un administrador muy acartonado, un gestor de recursos, eso sí magnífico, excelente, pero no es un gobernador, es decir, el que sabe dónde conducir al pueblo y llevarlo a un puerto seguro, democrático y desarrollado.
La frivolidad es la marca de su gestión, su desconocimiento de la realidad oaxaqueña raya en la irresponsabilidad. Su falta de voluntad de cambio lo hace ver un reaccionario, un conservador.
Dicen que está preparado académica y administrativamente, pero no está preparado para gobernar, es demasiado inmediatista, reactivo, es pasional, esto en política es veneno. En la política la prudencia es el arte más perfecto no la pasión.
Lo más grave, tiene actitudes de virrey, de príncipe. El virrey es aquella persona que gobierna en nombre del rey, el príncipe es aquél que gobierna bajo la sombra del rey.
Por ello, Alejandro Murat Hinojosa tiene la excelente oportunidad de cambiar estas actitudes y asumir, es su obligación, la plena titularidad del Poder Ejecutivo y gobernar de acuerdo a una idea, a un proyecto y escoger los medios más idóneos para ello. Baste recordar al más reciente gobernador, Gabino Cué Monteagudo, títere y muñeco de personajes que lo hundieron.
Es necesario que haga un balance de sus primeros meses de gestión, no escudarse en una política de avestruz como parece pretenderlo, entender a Oaxaca a plenitud y no figurarse un Oaxaca en lo abstracto.
La idea que trae el gobernador de Oaxaca es como una gran empresa al que habría que administrar bien mediante la fórmula de gestión por resultados. No entiende o no quiere entender, o porque así lo entendió en Estados Unidos, que administrar un territorio y su población es muy distinto que gobernarlo.
Para esto último se requieren muchas virtudes que no las tiene el manager.
Confundir política y administración es grave, simplemente como recordatorio, la política es la formulación de los planes generales, de la concepción del buen gobierno, la administración son los medios específicos.
El gobernador se ha quedado en los medios, le ha faltado, para desgracia de los oaxaqueños, los planes generales, las ideas, los conceptos, las categorías de buen gobierno.
Su idea de gestión es: “construir los cimientos de un gobierno más eficiente, basado en resultados, que haga de la transparencia y la rendición de cuentas los principales valores del servicio público: gobernador de Oaxaca” (Imparcial/15/nov/2017).
Este párrafo pinta al gobernador de cuerpo entero, chato en concepción de gobierno, limitado como hombre de Estado, más administrador que político, más sujeto a los medios que a los fines, no es visionario, no entiende su tiempo histórico, no lo asume lo evade.
Grave problema para Alejandro Murat Hinojosa al no comprender la bella oportunidad que le dio el destino, ser sujeto de la historia de Oaxaca y no su objeto.
A los gobernantes siempre les acompaña algo de divinidad pero depende de ellos que se muestre. El informe, uno más sin trascendencia.