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OAXACA, Oax., 15 de noviembre de 2017.- Hoy el Gobernador Alejandro Murat entregará su Primer Informe de Gobierno al Congreso del Estado. Con ello se cumplirá estrictamente la formalidad constitucional. Pero sobre lo que debería ocurrir —y sigue ausente— es la posibilidad de que ese acto fuera parteaguas para un verdadero proceso de rendición de cuentas, cuestionamiento y autocrítica en favor de la democracia y del Estado oaxaqueño.
En efecto, hoy deberá ser entregado ante el Congreso, el documento que contiene el Primer Informe de Gobierno del Gobernador Alejandro Murat, y se tiene contemplado que éste ofrezca un mensaje a la ciudadanía oaxaqueña desde el Centro Cultural y de Convenciones. Esto, debido a que la Constitución local no señala un formato específico ni el protocolo que debe seguirse en dicho acto. Eso abre la posibilidad de que la dinámica del acto del informe quede sujeta al arbitrio y la negociación entre los actores involucrados, con una gama de posibilidades que van desde lo estrictamente indispensable, hasta un acto verdaderamente deliberativo y de debate.
No obstante, es claro que en Oaxaca, en términos democráticos, el uso de esa libertad no ha sido el adecuado. Esto porque, primero, a partir de la redacción constitucional, varios Mandatarios evadieron el formalismo de acudir al Congreso a entregar el documento conteniente del Informe, y rendirlo a través de un mensaje a la diputación local y al pueblo de Oaxaca. Ello se entendió como una forma práctica de evitar desencuentros entre partidos y entre poderes, tomando como base que la Constitución no obligaba a que el Gobernador acudiera personalmente a entregar el documento, y solo establece como una posibilidad potestativa al arbitrio del Gobernador, la de emitir un mensaje desde la tribuna legislativa para explicar el contenido del Informe, o para establecer un posicionamiento político respecto a él.
Cuando llegaron los tiempos de la primera alternancia, en 2011, la dinámica del Informe cambió y entonces, como una demostración de cambio y de voluntad democrática, el Gobernador del Estado (ya siendo Gabino Cué mandatario) decidió abrir el espacio de negociación con las fracciones parlamentarias representadas en el Congreso para revivir la solemnidad del informe que se entrega personalmente ante los representantes del Poder Legislativo.
Ello, el primer año de gobierno de Cué, fue un ejercicio novedoso e incluso no visto por las generaciones más recientes. Sin embargo, como muchos otros actos del Legislativo, esa ventana democrática pronto degeneró en chantajes y negociaciones oscuras que terminaron con el aura positiva que tenía la reedición de ese protocolo político.
Sobran las razones para afirmarlo. En 2011 el gobierno estatal negoció largamente la forma en que sería establecido el protocolo y el formato para el Primer Informe de Gobierno. Algunos diputados querían, por ejemplo, que además de la entrega del documento del Informe y la emisión del mensaje por parte del Gobernador, hubiera un espacio para formular preguntas y ser respondidas, ahí, por el Mandatario. Otros propusieron que, como ocurre en algunas democracias consolidadas, hubiera un debate abierto entre el Gobernante y los Legisladores.
Sin embargo, todos sabían que optar por cualquiera de esos formatos no ensayados ni siquiera en el ámbito federal en México, en Oaxaca hubiera sido un suicidio político colectivo: todos habrían terminado enojados, confrontados y distantes. Y es que si de algo se trataba ese primer ejercicio de interacción entre el Ejecutivo y el Legislativo era de que éste sirviera para demostrar la vocación democrática y la pluralidad y apertura de quienes integraban el nuevo régimen.
Por eso la negociación se abrió, fue amplia y al final todos estuvieron de acuerdo en que se reviviera el clásico formato del Informe, en el que el Mandatario entregaba el documento del Informe, emitiera un mensaje, y después escuchara la réplica que hiciera el Presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado.
Democracia degenerada
Sin embargo, si todo eso tuvo en un primer momento mucho de rescatable, luego todo terminó en un fiasco. ¿Por qué? Porque los legisladores locales pronto encontraron el “negocio” no amagando al Mandatario con el formato y las condiciones de “gobernabilidad legislativa” para que pudiera llevarse a cabo el Informe de Gobierno, sino ocupando como moneda de cambio las comparecencias de funcionarios de la administración estatal, que es el acto de interacción que sigue en la relación del Ejecutivo con el Legislativo respecto al informe sobre la situación que guarda la administración pública estatal.
El problema fue que desde el primer informe de la administración anterior, los legisladores convirtieron las comparecencias —que es un acto política, administrativa y democráticamente estéril— en otro de sus actos de chantaje: conformaron la lista de servidores públicos comparecientes a partir de sus intereses, y no fueron a preguntarles —en sus comparecencias— sobre el verdadero estado de las dependencias a su cargo (o sus faltantes, sus yerros, sus inconsistencias, etcétera) sino que en las comparecencias fueron a bombardearlos, o hacer de la presencia de los Secretarios un acto sin ningún cuestionamiento y sin ninguna utilidad, según hubiera sido la negociación previa para determinar cómo serían tratados en el Congreso local.
En esa situación fue el signo de la anterior administración con respecto a los informes de gobierno y sus respectivas glosas, y en ese contexto al cambio de poderes y el Primer Informe del Gobernador de la segunda alternancia en Oaxaca. Hasta ahora no ha quedado del todo claro si los diputados de la 63 Legislatura establecieron concretamente un formato específico para el acto protocolario de la entrega del Informe, y por eso lo único que parece claro es que habrá un representante del Ejecutivo entregando el documento en el Congreso, y un mensaje del Gobernador a través de un acto no protocolario en términos constitucionales, sino en un recinto y con un formato propios.
Lo grave de todo esto, es que con ese poco interés que se manifiesta, lo que se está dejando de lado, y perdida, es la posibilidad de llevar a cabo un acto de utilidad democrática y administrativa, y de generar a partir de ese acto de rendición de cuentas un mejor ejercicio de gobierno y un mejor control por parte del Poder Legislativo.
Cambio de conducción
A partir de hoy asumen la Junta de Coordinación Política, y la Mesa Directiva del Congreso, los diputados María de las Nieves García Fernández (PRI) y Jesús Romero López (Morena). Ambos, políticos con importante experiencia legislativa, que tendrán como principal reto sacar a la Legislatura local del marasmo y la improvisación que inundaron esos dos espacios durante el primer año de ejercicio legal de la 63 Legislatura. Que esos enroques sean para bien de la política y el Congreso en Oaxaca.
@ortizromeroc