Diferencias entre un estúpido y un idiota
OAXACA, Oax., 3 de agosto de 2017.- Se pregunta el lector luego de un sorbo de café, una interrogante sin respuesta o al menos, una pregunta sin argumentos sólidos de momento, en el peor de los casos una duda que perdura incluso en la imaginación de quienes la ejercen o intentan llegar a ella.
Ilusamente suponer, se predica con el ejemplo de la vieja escuela, de la que muchos se esconden y que nadie se adjudica, la que dicen los que saben sembró las bases de la política en México y de la que muchos aseguran no pertenecer o haber forjado en sus filas.
Una política que al menos durante los últimos años enumera una evidente ambición por derribar al más débil, un absurdo juego de palabras y emociones que conmueven solo al que la ejerce, hasta ahora, una ridícula obra de teatro y repugnante narrativa para el que suscribe la idea de cambiar el estado desde los prejuicios de la historia y sus “traumas” diría Zunzunegui.
Personajes que aseguran conmoverse ante las necesidades de los que menos tienen y una solidaridad que perdura solo durante el proceso electoral, pasaron pues, de ser protagonistas a simples personajes de una novela financiera que improvisa y convierte una responsabilidad en una falacia del desarrollo social.
Una mitología hasta ahora incomprensible, sin propuestas, ni alternativas de solución, una aberrante sueño por salir en la fotografía del día, esa que adorna las redes y complace el ego personal, esa que compromete, comunica o se acompaña de halagos sin sentido y hasta evidencia el escaso o nulo esfuerzo por servir y mejorar Oaxaca.
Una política que hereda y poco hace por servir, manipula, gusta negociar, no soluciona, pero enriquece, hasta posiciona, una política de compromisos que factura y cobra el nombramiento que se adquiere en campaña, una política que endeuda y tristemente lacera el bienestar social, en palabras de Marco Tulio Cicerón, “Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable”, poco importa si de compromisos políticos refiere.
Finalmente estamos ante una política que improvisa, inventa más no innova, emerge de los obscuro y lucra con los sueños, aborrece la imaginación de los que anhelan, ni héroes, ni villanos, buscamos políticos comprometidos, responsables y con ganas de querer hacer las cosas, con visión de sexenio, no así de temporada, mucho menos de contienda, principalmente políticos con sensibilidad, esa que acompañaba las letras de Henestrosa, esa “despeinada, descalza y hambrienta multitud mexicana”.