Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
Uno de los “juguetes preferidos” del líder social, López Obrador, era el ejercicio de su libertad de expresión, en la modalidad de crítica.
Si, durante décadas, Obrador recorría el país esgrimiendo su “juguete más rentable”; la crítica a los tres órdenes de gobierno y a los tres poderes; Ejecutivo, Legisaltivo y Judicial.
Instrumento poderoso que a veces Obrador utilizaba de manera puntual y –en otros casos–, en forma maniquea y mentirosa; arma preferida contra sus adversarios para acusar a gobiernos corruptos del PRI, PAN y del PRD.
Y esa potente crítica lo llevó a la cúspide de la política, a convertirse en el rey de la descalificación y el señalamiento; campeón de una de las libertades fundamentales de todo ciudadano, en tanto líder opositor.
Sin embargo, una vez convertido en presidente, los ciudadanos, medios, periodistas y los opositores le arrebataron “al niño López” el juguete de la crítica.
Entonces aparecieron las distintas personalidades de Obrador, el niño que lloriquea porque se atrevieron a “enseñarle la lengua” o le arrebatan “alguno de sus juguetes preferidos”.
Por eso aparecieron los tipicos arrebatos; venganzas y desquites del lactante llamado López Obrador.
Y el mejor ejemplo es la más reciente rabieta del presidente, exhibida apenas ayer miércoles, luego que un reporte del comportamiento de los medios durante el agonizante mes de julio revela que los críticos le han puesto una de las mayores palizas de su breve historia como presidente.
Y luego de la paliza vinieron rabietas, pataleo y berrinche de Obrador.
¿Por qué?
Porque el reporte que presentó en el “Quién es quién”, sobre las críticas a su gobierno, revela que la prensa, radio y televisión del país, dedican 20 menciones negativas al presidente y sólo una opinión positiva de su gestión.
Es decir, una paliza y un total descrédito.
Pero lo más interesante es que se trata de la segunda mayor revelación de López en sólo 32 meses de gestión.
¿Y cuáles son esas increíbles revelaciones?
La primera es que AMLO, su partido, su proyecto político y su gobierno, perdieron el debate en las redes.
Y la segunda revelación es que Obrador, su gobierno y partido también perdieron el debate en los medios tradicionales; prensa, radio y televisión.
Por eso las rabietas de Obrador, quien supone que es víctima –junto con su gobierno-, “de una lanzada” de medios y periodistas del mundo.
¿Y ustedes le creen?
Aquí no le creemos, ya que el lloriqueo de AMLO se debe, como ya se dijo, a que sus opositores, los ciudadanos y, sobre todo los críticos, le arrebataron “su juguete favorito”, la crítica al poder.
La diferencia es que hoy AMLO no sólo es el poder a secas, sino el poder absoluto.
Por esa razón la crítica es absoluta; una crítica a todas sus mentiras, a todos sus fracasos, a todos sus proyectos fallidos y, en especial, una crítica a su populismo y a sus pulsiones dictatoriales.
Por eso lo critican en México y en todo el mundo; por eso están atentos los medios y los periodistras globales.
Y también por eso López se aventó la puntada de prometer, benevolente, que, a pesar de todo, no censurará a nadie, no perseguirá a nadie y sólo recurrirá al derecho de réplica.
Pero resultan de risa loca no sólo la ignorancia sino la estulticia del presidente mexicano.
Y es que López no sabe o engaña con la supuesta ignorancia, cuando reclama “su derecho a la réplica”.
¿Y por qué es un engaño?
Porque ningún presidente tiene “derecho de réplica”; porque ese es un derecho exclusivo de los ciudadanos y porque los presidentes, como AMLO, sólo están obligados a ser garantes de las libertades fundamentales; como la libertad de expresión, a la crítica, el derecho a la información y transparencia en las acciones de su gobierno.
Pero tampoco el presidente es un “perdonavidas” que, complaciente, se compromete a tolerar las críticas de sus adversarios.
Lo cierto, sin embargo, es que la rabieta de Obrador es el resultado de un nuevo fracaso de su gobierno; el fracaso del debate en los medios tradicionales, esos a los que ayer difamó y calumnió.
Lo curioso del asunto es que, por décadas, López Obrador fue el “rey de la crítica” a los malos gobiernos; era el rey de propinar salvajes palizas a sus opositores.
Pero cuando López es víctima de la crítica, entonces lloriquea y hasta se tira al piso cual bebé berrinchudo “al que la mamadera le han querido quitar”.
En el fondo, los fracasos de AMLO gritan más que sus críticos.
Al tiempo.