Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de octubre de 2020.- El presidente se impuso, en otra victoria pírrica que, con todo respeto, sólo engaña a los bobos.
Al igual que con la rifa del avión que no se vendió, López Obrador no tiene intención de enjuiciar a ningún ex presidente, salvo a Felipe Calderón.
De ahí en fuera, todo es una estrategia para empujar a su partido, y ganar la mayoría de la Cámara de Diputados en las elecciones intermedias del 2021.
Victorias pírricas porque, si bien en un mismo día puso de rodillas a los Poderes Judicial y Legislativo, en ambos casos la misión quedó incompleta.
La pregunta para el juicio de los ex presidentes, lo único que deja claro, es la sumisión de los ministros de la Corte. Si acaso, consolida la democracia participativa
En el caso de los fideicomisos, su extinción quedó en suspenso, por el desorden interno que se trae Morena y los partidos satélite PT, PES y PVEM.
El PT le dio jalón de orejas “al compañero presidente”, y le cobró esa cuenta, por no haber permitido el paso de Noroña a la Presidencia de la Cámara de Diputados.
Ese jueves 1 de octubre pudo pasar a la historia como el día en que el Lopezobradorismo sentó sus reales, pero también puede leerse en sentido inverso.
Respecto al primer punto, el presidente dijo que la pregunta reformulada por los ministros, quedó “muy genérica y poco clara”.
En el caso del segundo punto, dijo que Morena “es un desbarajuste” y es mucho pueblo para tan poca dirigencia.
Dicho en sus términos burlones e hirientes, al mandatario le dieron el avión de la mejor manera posible.
Tirios y troyanos escurrieron el bulto, le dieron el muletazo como a toro de lidia, y de ahí su enojo de la semana que ha terminado.
Este enojo lo llevó al insólito y peligroso extremo de encarnizar su confrontación política con el gobernador de Chihuahua, y con todos los gobernadores del PAN.
Esto es peligroso, porque en cierta forma está debilitando el Pacto Federal, lo cual puede desencadenar en una revuelta política nacional.
La marcha de FRENAA, este sábado 3 de octubre es, nos guste o no, indicio evidente del malestar de muchos.
El equipo de comunicación de AMLO no ha sabido explicar de manera sencilla el fondo del problema del agua, y el alcance del convenio con los Estados Unidos.
Lo más triste es que, en medio de esta disputa política, ya existe una víctima: Jessica Silva. y un mártir, su marido: Jaime Torres.
Para ellos y su familia, López Obrador no ha tenido ni una sola palabra de condolencia ni empatía.
Estos dos ejemplos: la marcha de FRENAA y el ambiente de tensión en Chihuahua, son ya malos indicios para un gobierno que se decía “pacificador”.
Amo de las movilizaciones, señor de las concentraciones multitudinarias, no pensó que tan pronto respondieran a su reto.
Soberbio, como ha sido su sello en estos más de dos años, López Obrador nunca imaginó que alguien podría reunir 100 mil personas en el Zócalo. Sólo él. Pues no.
Aunque el señor Lozano no es santo de devoción de muchos, lo cierto es que su movimiento ayer mostró un rostro intimidante, preocupante.
Hoy vemos, en las fotos y en los hechos, la representación más gráfica y elocuente de la confrontación de la izquierda y la derecha, provocada por un solo hombre.
Hoy por hoy, sin más retruécanos, López Obrador es el presidente más poderoso de cuantos han existido en la era moderna en México.
Pero hoy también, vemos a una sociedad confrontada. De las redes sociales, la pugna ya bajó y empieza a tocar las puertas de Palacio Nacional.
El próximo martes se confirmará, nos guste o no, la extinción de fideicomisos. Y con ello tendrá en sus manos el control de casi 100 mil millones de pesos.
Sin embargo, López Obrador tendrá que enfrentar a sus propios demonios. Ahora prepara el abordaje y control de su propio partido.
A la vuelta de un año, ya estará a la vista la figura de quien lo sucederá. Nada asegura que el ungido le vaya a ser leal a ciegas, como él quisiera.
Es por ello, que las reformas constitucionales y los mecanismos de control que ha implementado, tienen ese sentido de urgencia.
Son los mismos con los que podrá mantener a raya y bajo control, a los suyos, cuando crean que la hora de la sumisión se acabó.
LA CEGUERA Y LA SOBERBIA EN LA PANDEMIA
En medio de esta guerra jurídica y política, el régimen de la 4T ha tenido que enfrentar también la desgracia de la pandemia.
Nos acercamos ya a los 80 mil muertos y es un hecho que, como hemos dicho hasta el cansancio, haga lo que haga, López Obrador quedará marcado por la muerte.
El país está enfermo, igual que todo el mundo, pero él no ha entendido la nueva realidad. Impulsa soluciones convencionales ante crisis inéditas.
Quiere, por ejemplo, recuperar la planta productiva y el empleo, a través de proyectos de infraestructura, como si el mundo funcionara de manera normal.
Se empeña en dar salida mediática, con frases retóricas y demagógicas, a un orden social que, queramos o no, va a cambiar.
Como si el riesgo de la infección no ocurriera, construirá Dos Bocas, el Tren Maya, Santa Lucía, Como si ya existiera vacuna que proteja a los obreros.
La disminución de la vida comunitaria, causada por la pandemia, dejará este año a una sociedad muy lastimada, confundida y sin muchas opciones.
Perder el trabajo, ver disminuido el sueldo, no encontrar respuesta a problemas cotidianos además de la pandemia, se han vuelto causa adicional de encono y de violencia.
Es increíble que el régimen se empeñe en ahondar las divisiones, lejos de convocar a la unidad.
En la vida cotidiana, se tendrán que modificar prácticas y costumbres. Los convencionalismos sociales y la educación tendrán que cambiar.
Pero este régimen se empeña en menospreciar algunos simbolismos de esto, como el simple uso del cubrebocas. Y ahí tenemos a Trump, batallando con el Covid19.
Tendremos que reconocer que los seres humanos, somos nuestra principal y más peligrosa fuente de infección, como ocurrió con el SIDA.
Insiste en afirmar que abrirá 100 universidades, cuando los métodos pedagógicos y académicos han sido reventados violentamente por la pandemia.
La marginación y la pobreza se hacen más grandes ante la brecha tecnológica. Pero el régimen, lejos de tener respuestas, sólo responde con medidas draconianas.
Implementa recortes, justo ahora en que la investigación requiere más recursos para encontrar respuestas.
Y lo más patético: las propias autoridades hacendarias se suman a ese mundo mágico, de un país que pareciera venir de la bonanza.
Nos dicen: “si no se contiene al Covid19 no creceremos”. ¿Pues en qué año de este gobierno hemos crecido? Vamos a entrar para el tercer año de decrecimiento real.
Pero el presidente y sus funcionarios siguen en la negación absoluta, como si el decir una y otra vez “vamos saliendo”, exorcizara los demonios.
Ya no basta con crear profesionales aptos para incursionar en el mundo laboral. Hoy se requiere egresados capaces de comprender el nuevo mundo.
Cambiar la ruta de destrucción y desastre para armonizarla con la necesidad de desarrollo, crecimiento y generación del bienestar.
Hoy, incluso en este régimen que se dice “humanista”, seguimos en ese imparable deseo de producir y expandirnos, a costa de ecosistemas y regiones.
Él sabe que las cosas están mal, pero no alcanza a comprender, ni mucho menos a visualizar la nueva ruta por la que debe ir.
Se constriñe a una lucha contra la corrupción, cuando la prioridad es detener el desastre.
Es un presidente hecho a la antigüita, y por esa ruta, sólo va a encontrar el desprecio y el olvido.
¡Cuidado! No sea que uno de estos días el fuego empiece arder en la puerta Mariana. Veremos entonces las tanquetas, como hace más de 50 años.