La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de diciembre de 2020.- Una buena noticia puede infundir moderada esperanza.
El primer lote de vacunas Pfizer llegará este miércoles.
Pero no se deje arrebatar por la emoción…
Se ha querido creer que las vacunas son como las balas de plata contra los vampiros. No es así.
Una vacuna sirve para reforzar el sistema inmune, pero no genera inmunidad definitiva. Ataca al virus, pero no lo mata. No es pasaporte para regresar inmediatamente a la normalidad.
En cambio, el futuro seguirá siendo incierto, con plazo desconocido, a la par del endurecimiento de las restricciones a la movilidad.
Por eso es preocupante la arrebatada campaña de propaganda bulliciosa montada por el gobierno, justo cuando en Gran Bretaña, se ha descubierto una nueva cepa del virus que parece más peligrosa.
De ser así, todos los esfuerzos para inmunizar al mundo, con el arcoíris de vacunas anunciadas, deberán repetirse para atacar a la nueva mutación del microscópico enemigo, el cual podría dar origen a otro y otro… y así hasta el infinito.
Por precaución, más de cuarenta países se blindan. Cierran sus aeropuertos a los aviones británicos. Aquí no se hará nada. Según la autoridad sanitaria no es necesario, recomienda el incompetente doctor Hugo López-Gatell.
Por lo pronto, algo nos deja la crisis pandémica: a pesar de los avances científicos y la promesa de vacunas, hoy seguimos igual o peor que hace un año: todos a merced del maldito virus que nos ha frenado, atemorizado, empobrecido y asesinado.