Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de julio de 2020.- El dolor nacional no cede. Abruma. Nuestras autoridades en lugar de asumir la tragedia que obliga a los vivos a cohabitar con la masa de muertos ofrecen un circo. La burla ofende.
Al dolor por los muertos y contagiados hay que sumar a los millones que se han quedado sin empleo, esos nuevos pobres que no entienden a los pobres de abolengo.
La pobreza laboral en abril afectaba a 45 millones de personas, para mayo sumaba 70 millones. La quiebra de decenas de miles de negocios, el deterioro de las condiciones laborales y el paupérrimo esfuerzo para mantener el empleo propició ese aumento abismal.
El miedo impone zozobra. Es limón en herida abierta. ¿Y cómo no tener miedo si la muerte ronda?
El procedimiento para aplanar la curva pan demoníaca no se aplica con el rigor debido; brotan rebrotes que han hecho crecer la cifra fatal a 165 mil. Multiplique por 4 las cifras de López-Gattel, asegura el matemático Raúl Rojas, de la Universidad Libre de Berlín; 71 mil muertos más en comparación con años anteriores.
Nada nos distrae del impacto mayor que incluye 400 mil contagiados: ni el farragoso expediente Lozoya, mucho menos el avión presidencial, que en lugar de José María Morelos debería llamarse Me Ves y Sufres.
Los sueños son pesadillas, el ánimo sangra y el circo distrae; no hace reír ni a los payasos.
Por eso, y más, México llora, duda… y duele.