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OAXACA, Oax., 20 de enero de 2019.- El reconocido caricaturista mexicano José Guadalupe Posada cumplió 106 años de fallecido e irónicamente nunca se enteró del impacto que tendría su vasta obra, en la que retrató una visión caricaturesca de la muerte que ha acompañado al pueblo mexicano y se ha convertido en un símbolo nacional.
Posada, quien nació en Aguascalientes el 2 de febrero de 1852, vivió una vida sencilla como impresor, grabador e ilustrador en imprentas, realizando un gran número de caricaturas contra el gobierno y otras figuras políticas de su época.
A finales del siglo 19, surgió y se popularizó la calavera literaria, un texto satírico que hacía mofa de personas famosas y se publicaba en época del Día de Muertos.
Servían como un medio para expresar descontento contra la clase política, por lo que frecuentemente fueron censurados.
Estas calaveras comenzaron a ser acompañadas de imágenes alusivas al tema, con cráneos o esqueletos realizando actividades cotidianas como bailar, beber o montar a caballo. Estas ilustraciones fueron realizadas primeramente por Manuel Manilla, de quien Posada retomaría el estilo.
José Guadalupe Posada trabajó frecuentemente en periódicos con una línea editorial contra el gobierno, como el Gil Blas Cómico y El Popular, en los que el artista realizó caricaturas para criticar abusos del régimen porfirista.
Pese a tan prolífica obra, el modesto oficio de grabador y el haber escogido la libertad de no alinearse con el gobierno de Porfirio Díaz, limitó mucho la capacidad económica de Posada, quien murió pobre y sin reconocimiento alguno el 20 de enero de 1913.
De acuerdo con Agustín Sánchez González (2014), en el artículo ‘Posada: la construcción de un mito’, de la revista Relatos e Historias en México (n.68), la muerte José Guadalupe Posada ocurrió en la pobreza y sin distinción alguna:
“El cadáver de don Lupe, cuya acta de defunción señaló alcoholismo como causal, salió de una vecindad marginal de Tepito con rumbo a las tumbas de sexta clase, las únicas gratuitas del panteón de Dolores. Ahí permaneció sin que nadie reclamara sus restos, quedando en el olvido en una fosa común, junto a decenas de calaveras del montón que, como él, fueron olvidadas” (p. 45).
La Calavera Garbancera
El reconocimiento de la obra de José Guadalupe Posada llegaría poco tiempo después de su fallecimiento, gracias a su obra enfocada, precisamente, a la muerte.
En 1912, uno de los últimos trabajos del grabador fue la Calavera Garbancera, llamada así para satirizar a la gente que vendía garbanza, quienes pese a ser indígenas, pretendían ser europeos y renegaban de su sangre y costumbres.
Por tal motivo, la calavera garbancera tiene únicamente un sombrero, como afirmó el mismo Posada: “en los huesos, pero con sombrero francés con plumas de avestruz”.
No obstante, este grabado no fue publicado hasta noviembre de 1913, 10 meses después de su muerte.
Diego Rivera: la inmortalización de la Catrina
El pintor muralista, Diego Rivera, fue el encargado de popularizar el grabado de Posada y le dio un nicho permanente en el folclor mexicano.
En 1947, Rivera pintó su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde puso a la calavera garbancera junto con otros personajes mexicanos como Hernán Cortés, Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Juárez, Frida Kahlo y el mismo Posada. La calavera también sostenía de la mano a una versión infantil de Diego Rivera.
El muralista agregó un cuerpo y un vestido lujoso al grabado de Posada, complementando el glamuroso sombrero francés. Este ostentoso modo de vestir solía usarse por personas de la alta sociedad, llamados catrín o catrina por el pueblo en general.
De esta manera, quedó completa la imagen de La Catrina que hoy tenemos inmersa en el ideario popular y que se ha convertido en un símbolo del Día de Muertos.
A partir del mural de Rivera, la sociedad mexicana comenzó a indagar más sobre la obra de Posada y se convirtió en un símbolo temprano de la Revolución Mexicana debido a su caricatura satírica.
Un ícono comercial
A más de un siglo de su fallecimiento, la Catrina es un ícono comercial en el Día de Muertos. En papelerías y mercados de México es muy común ver su imagen en papel picado, figuras de cartón y dibujos.
Algunos artistas también han retomado la figura de la Catrina para realizar sus esculturas, de diversos materiales, que pueden ser muy bien pagadas por coleccionistas.
A nivel internacional, películas como The Book of Life (2014) y Coco (2017) han estado basadas en el Día de Muertos y los diseños de algunos personajes han tomado influencias directas de la Calavera Garbancera de Posada.
De esta manera, después de su fallecimiento, y a través de un tema como la muerte, José Guadalupe Posada logró el reconocimiento que nunca tuvo en vida, y aunque sus restos yacieron en una fosa común, hoy en día su obra es una gran fuente de ingresos para muchos mexicanos… y algunos extranjeros.
Más textos del autor del artículo, en el blog El Clérigo Mirando la Luna.
Agustín Sánchez González. (abril 2014). ‘Posada: la construcción de un mito. Relatos e Historias en México, 68, 45.