Economía en sentido contrario: Banamex
¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta! Tres años antes de que concluya el periodo para el que fue electo el actual Presidente de la República suena a todo lo que deseen, menos, a una acción autorizada en pleno día del triunfo del “movimiento”.
Ese grito alegórico y adelantado, me recuerda un verano del año de 1998. En Oaxtepec, Morelos ocurrió que, los presentes ignoraron al Presidente Nacional en funciones del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se olvidaron por un momento del debate en sesión plenaria del Congreso Nacional del PRD que celebraba su segundo día de trabajos y a todo pulmón corearon con voces alegres y contundentes, mencionando el nombre de la institución política y real dirigente de ese partido; al unísono se escuchófuertemente ¡Cuauhtémoc! ¡Cuauhtémoc! ¡Cuauhtémoc!
En ese momento hacia su arribo a la sesión del Congreso el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano y a él, el coro lo recibió así; el hecho no pasó desapercibido para el Presidente Nacional del PRD, que no dejó de mostrar su contrariedad. De fondo lo que desagradó al Presidente del PRD, no fue que el ingeniero estuviese del lado de quienes impulsaron al interior del PRD que este partido se caracterizara como partido de Izquierda. El desaguisado no pudo ser superado ni siquiera por los grandes acuerdos que beneficiaron la práctica electoral del entonces Presidente de ese partido, que fue aprobar estatutariamente, reservar a partir de ese congreso las candidaturas externas y darlas instituidas de manera obligatoria. Entre otras cosas, ahí también iniciaron las acciones afirmativas como deberes a cumplir en el PRD y que constituyeron triunfos democráticos. Pero, nada de eso borró del semblante del entonces Presidente Nacional perredista el grito de la militancia para, reconocer la estatura política del Ingeniero.
En la actualidad del Auditorio Nacional, aunque las intenciones del Presidente de la República, parece están cargadas en favor de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México para sucederlo en el cargo; como en aquél Congreso perredista, el día uno de julio de este año en el Auditorio Nacional, nadie tuvo autorización para gritar otra cosa que no fuere el triunfo de la encuesta realizada desde la Presidencia de la República. El pronóstico es reservado para esa osadía que puede ser tomada, en su desacato, como grave afrenta al sumo altar.