Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
OAXACA, Oaxaca, 11 de septiembre de 2017.- Josué contará a sus nietos cómo sobrevivió al temblor. Un terremoto de 8.2 grados en escala Richter que casi lo sepulta vivo.
La noche del 7 de septiembre de 2017 quedará en su memoria, al igual que las cicatrices en su rostro.
Por ahora juega, como otros niños de su edad, que también vivieron un momento traumático para ellos y sus familias.
Josué es un niño de 11 años. Sobrevivió milagrosamente bajo los escombros de su casa ubicada en Avenida Insurgentes, en Juchitán.
Cuando fue rescatado, las señoras soltaron el llanto. Para ellas, las madres que compartieron el dolor con quien buscaba a su hijo, era un alivio, un signo de esperanza.
Es tanta la fuerza, que este lunes Josué ya juega con sus vecinos, retomando sus actividades infantiles normales.
En su rostro, lleva las marcas de la tragedia que sacudió su vida, así como la de otros cientos de miles de personas, durante el terremoto del 7 de septiembre.
Esa noche, en la que un sismo de 8.2 grados con epicentro en la costa de Chiapas asoló la región del Istmo de Tehuantepec, Josué quedó atrapado bajo los escombros de su casa.
Bajo tierra, cemento, varillas y polvo, Josué sobrevivió sin comida ni agua, hasta que el sábado fue rescatado por las brigadas de rescate.
En medio del ruido de la remoción de escombros, su voz encontró la fuerza para pedir ayuda, y así los rescatistas lo encontraron y pusieron fuera de peligro.
Josué fue atendido por paramédicos, quienes milagrosamente solo encontraron heridas superficiales en su cuerpo.
Su familia lo agradece. Es un milagro.
Sentado en un sillón, piensa lo que escapa al entendimiento de cualquier presente que no hay vivido esa terrible experiencia.
Por momentos se levanta, y con una pequeña pelota de hule comienza a jugar con otros niños, y cualquiera lo observaría como cualquier otro niño.
Pero Josué significa la esperanza del pueblo juchiteco, y representa la fuerza de esa población que a más de 4 días continúa trabajando incansablemente en la recuperación.
De igual forma, para los rescatistas fue el aliciente para redoblar esfuerzos y buscar a más sobrevivientes de esta tragedia que hasta este lunes ha dejado un saldo de 76 personas fallecidas.
Ya sanará la herida de Josué, ya lo hará la que lastima al Istmo. Se reconstruirá, dice la gente del gobierno. Volverá a ser grande, orgulloso, el corazón del Istmo.
El corazón del Istmo que late con fuerza, como el corazón mismo de Josué.