A 5 años, no dejemos solo a nadie
Hiroshima y Nagasaki sufrieron un bombardeo atómico por el gobierno de Estados Unidos los días 6 y 9 de agosto de 1945, los efectos atómicos y sus secuelas permanecen imborrables en la memoria de los sobrevivientes. Eran los últimos días de una Segunda Guerra Mundial.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos se conmemora desde el 10 de diciembre de 1948 pero, a pesar de los millones de muertos provocados por las guerras, de las desastrosas secuelas para la humanidad, los gobiernos y las potencias mundiales no apuestan por la paz.
La vida y la libertad no tienen valor para los fabricantes de armas y municiones que asesinan a millones de personas, a las grandes transnacionales de la guerra lo único que los mueve es el lucro, las estratosféricas ganancias que las políticas capitalistas les permiten obtener.
Desde hace mucho tiempo nuestro mundo vive en guerra, las grandes potencias neocoloniales siguen buscando hacerse con el control global de la economía y la política, gobernar y esclavizar el mundo a través de ejércitos y mercenarios que dejan a su paso terror, muerte y desamparo.
Asesinar, destruir todo cuanto esté a su alcance es la base del entrenamiento para todo tipo de fuerzas armadas legales o ilegales, militares y/o paramilitares. El saqueo inmediato, el reparto de bienes y territorios, las cuantiosas ganancias que deja la industria de la guerra son su justificación.
Para la industria de la guerra no se trata solamente de pertrechos militares, se trata de todo lo que se pueda convertir en negocio. La pérdida de vidas humanas, la destrucción de ciudades entra dentro de sus cálculos perversos a la hora de hacer los balances, de sopesar pros y contras.
La vida de todos los seres humanos tiene un valor incalculable, es una oportunidad irrepetible para ser felices en este mundo. Hay niños, incluidos quienes no han tenido tiempo de nacer, a los que se les ha arrancado violentamente la vida por la ambición desmedida de unos cuantos.
Millones de personas somos las desplazadas en el mundo, la ambición y la guerra son el origen del sufrimiento, del destierro de millones de personas que hemos abandonado nuestros hogares empujados por la violencia, el hambre y falta de protección a los Derechos Humanos.
No hay guerras buenas y, aunque las guerras con intervención directa de Estados Unidos en los años recientes también han dejado destrucción y muerte a su paso, esta escalada violenta pone en riesgo la paz mundial y pone en peligro la existencia de la vida en todo el planeta.
El uso de armas químicas y biológicas, la utilización de armas altamente letales y el riesgo de la nueva utilización de armas nucleares nos convoca a todos los seres humanos a manifestarnos por un inmediato alto a la guerra y exigir que se realicen los mayores esfuerzos por la paz.
Trabajar por una paz inmediata y duradera debe ser el cambio radical de todos los gobiernos, corporaciones mediáticas, industriales y militares para garantizar la vida en la tierra, una vida digna, de calidad y con calidez humana. Vida en la que la felicidad y la armonía sean el único fin.
Rusia y Ucrania, las potencias bélicas, los gobiernos involucrados en las acciones políticas, económicas, militares y de todo tipo que generan este terrible y lamentable escenario de guerra y destrucción deben resolver sus diferencias por las vías diplomáticas, ya.
¡Paz, justicia y libertad en el mundo, ya!
Desde un lugar del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos
Domingo 13 de marzo de 2022