
Reporta Sismológico un nuevo movimiento de 4.1 en Tlacolula
Punto de quiebre
La geopolítica se ha convertido en una herramienta indispensable para comprender cómo las decisiones de los gobiernos impactan a las regiones. Hoy más que nunca, los bloques de poder se muestran con claridad, aunque es importante decirlo rodeados de distractores.
Por un lado, están quienes defienden la democracia y las libertades; por el otro, aquellos que, habiendo llegado al poder por vías democráticas, se han encargado de desmantelarla desde adentro. América Latina ofrece múltiples ejemplos de este fenómeno: Venezuela y Cuba como sus casos más extremos, pero también Brasil y México, cada uno con sus propias particularidades, pero sin estar muy alejados del mismo patrón.
En México, el avance del autoritarismo es cada vez más evidente. Mientras el senador Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco, permanece intocable a pesar de las acusaciones que vinculan a su entonces secretario de Seguridad Pública con la delincuencia organizada, el también senador y opositor Alejandro Moreno Cárdenas enfrenta un proceso legal con una rapidez y contundencia poco habituales, aun cuando los tribunales ya se han pronunciado al respecto.
El contraste es claro: a los aliados del régimen, justicia favorable y beneficios; a los opositores, “justicia” entre comillas y todo el peso de la ley, también entre comillas.
La Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, (Coppal) que reúne a 75 partidos de 30 países con ideologías diversas, ha sido enfática al denunciar el hostigamiento sistemático durante más de siete años al principal líder opositor del actual gobierno mexicano.
La justicia no puede ni debe ser selectiva. Un verdadero Estado de derecho exige legitimidad basada en la generalidad, la abstracción y la impersonalidad de las leyes. Estas deben aplicarse a todos por igual, sin importar ideología política, creencias religiosas o afiliaciones de cualquier tipo.
La salud de una democracia se mide en su capacidad para sostener el debate de altura, la tolerancia y el diálogo. Las prioridades nacionales como la seguridad en las fronteras, el combate al crimen y las relaciones comerciales no pueden verse subordinadas a agendas políticas de persecución.
La justicia verdadera, debe ser justa para todos