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Periodismo bajo asedio
OAXACA, Oax. 15 de septiembre de 2019.- La 4a independencia de México significa fortalecer algunas capacidades de autodeterminación de los mexicanos en un escenario complejo.
La 1a Independencia tuvo lugar en el contexto internacional de la transición entre poderes hegemónicos que concluyó con la caída de España y Portugal y el ascenso de Inglaterra.
Hacia adentro del imperio español sus propias contradicciones motivaron las condiciones para que, después de una década del Grito de Dolores del párroco liberal, Miguel Hidalgo, en 1810, se consumara la separación soberana y se fundara el Estado a través de la Constitución de 1824.
Sin embargo, el orden socio político heredado de la Colonia se mantuvo vigente aquí a través de fueros y privilegios acordados en favor de la Iglesia y el Ejército.
La 2a independencia de México, enderezada en contra de ese estado de cosas que puso en grave riesgo la integridad y existencia del país, separó a la iglesia del Estado para establecer las bases del legalismo a través de la Constitución liberal de 1857, cuya defensa hizo de Benito Juárez el segundo Padre de la Patria.
Nuevamente, los legados no resueltos de un país con costumbres mayoritarias coloniales, coadyuvaron a que el legalismo positivista modernizador radicalizado durante la fase final del Porfiriato desembocara en la Revolución de 1910 y la Constitución de 1917.
La 3a independencia del Estado mexicano se consumó en el largo plazo con respecto al militarismo denunciado pero no liquidado por Francisco I. Madero.
El largo ciclo de desarrollo con estabilidad que hizo pasar a México de la periferia inglesa a la semiperiferia de los Estados Unidos como nueva hegemonía internacional concluyó junto con la caída del Muro de Berlín y la Unión Soviética en el trienio 1989-1991.
Pero esto también afectó a los Estados Unidos en el escenario global.
A partir de entonces, el desajuste de los ejes internacionales de poder ha abierto nuevos espacios a los estados-nación que, al mismo tiempo, encaran fuertes retos.
En el contexto fluido en el que Estados Unidos y China se disputan la configuración del nuevo orden global, la 4a independencia de México no será automática.
La transformación que está en sus inicios exige separar el dinero de la política para fortalecer la capacidad de autodeterminación.
Supone varias cosas: mejorar la democracia representativa con mayor participación del pueblo en la toma de decisiones y devolver autoridad y legitimidad a las instituciones políticas; redistribuir recursos entre sectores, regiones, pueblos y localidades y reactivar sus energías productivas; reconstruir las identidades que son las fuentes de la cultura del país; y negociar con inteligencia las opciones frente a actores súper poderosos.
Ninguna independencia y transformación del país siguió un guión predeterminado. No hay, por tanto, nada escrito en piedra o un libreto en donde leer el futuro.
Como bien dijo el eterno Juárez, lo que no hagamos nosotros mismos para salvar a la Patria y ser mejores no debemos esperar que otros lo hagan.
La 4a independencia de México depende en alto grado de nuestras voluntades, inteligencias y determinación para insertarse ventajosamente en el mundo del siglo 21.