El episcopado ante el segundo piso de la 4T
Raúl Ávila Ortiz | Oaxaqueñología
OAXACA, Oax., 23 de diciembre de 2018.- Advierto tres líneas de análisis sobre la 4T y su líder, el Presidente sureño, Andrés Manuel López Obrador: la dogmática, la crítica radical y la crítica moderada.
En el país y en Oaxaca debe prevalecer esta última.
La línea dogmática es favorable a la transformación a partir de argumentos ideológicos, políticos y de autoridad.
En general, esta línea presenta a la 4T como un contraste positivo con respecto a un supuesto pasado reciente seudo-democrático, causante de todos los males –de ningún bien– y que habrá que extirpar y superar.
Esa línea se aleja del análisis técnico y privilegia la visión maniquea o de buenos y malos en un país aquejado por el neoliberalismo económico.
Se justifica, sin mayor argumentación, lo mismo cancelar el NAÍM que la austeridad, la Guardia Nacional militarizada o la Fiscalía semi-autónoma en la necesidad de remontar los males. Los errores se lavan en la prisa por aliviarlos y devolver la salud.
La crítica radical se ubica en el extremo contrario y no es menos dogmática: para ella la 4T es la 4a simulación, más bien una regresión y, en el mejor de los casos, una transformación de cuarta.
Desde esa posición, la 4T representa el camino hacia un nuevo autoritarismo, la vía “chavista” y la incertidumbre para todos.
Entre sus partidarios menudean las descalificaciones de ideas, proyectos y personas que hallan respuesta en la fluidez del momento siguiente.
En el medio de esas polarizaciones, la crítica moderada es más útil, pero muy escasa.
Allí donde se le encuentra, aporta interpretaciones y argumentos que en la medida de sus justificaciones permite la refutación razonada.
Así, por ejemplo, se pone en duda la pertinencia de la 4T no porque sea “una vieja idea de AMLO” para trascender y llegar al poder, sino porque omite la Conquista y la Colonización españolas, además de evadir la 5T implícita en la transformación neoliberal entre 1988 y 2018.
Esas razones permiten la réplica. La 4T descarta la Conquista y Colonización pues las 3Ts previas y la actual son reacciones a procesos modernizadores disruptivos del orden prevaleciente que dentro de la época del México Independiente provocaron cambios reivindicatorios profundos en la estructura socioeconómica a partir de un nuevo orden político jurídico.
En todo caso, el neoliberalismo 1988-2018 intensificó la disrupción iniciada por Ávila Camacho (1940-46) y Miguel Alemán (1946-52), y modelada en los sexenios siguientes.
No obstante sus giros populistas con Echeverría (1970-76) y López Portillo (1976-82), el régimen político no varió en lo sustancial.
La postura crítica moderada examina en su integralidad los problemas públicos y sus soluciones.
Del NAIM a la austeridad y de la seguridad a la política económica y social se requiere argumentar con más información y análisis técnico sin dejar de lado, desde luego, las variables de contexto: desigualdad y pobreza, violencia y crimen preponderantes en el país.
Estimo que no es suficiente con practicar sumas y restas para sustentar y calificar la decisión pública. Pero tampoco es conveniente hacer abstracción irresponsable de los números.
En torno a la decisión política giran múltiples factores que deben ser ponderados y valorados en términos de objetivos y principios constitucionales.
Esto hará posible proyectar fehacientemente su impacto positivo en la progresividad del bienestar a través del goce de los derechos de la mayoría.
Recuérdese que los derechos son individuales y colectivos, y que si la nueva coalición gobernante va a consolidar su legitimidad es porque superará los índices cuestionados que legó el neoliberalismo económico.
Para ello se requieren no solo ideologia y politica sino parámetros e indicadores.
Es entendible que en el arranque del nuevo gobierno, como en cualquier gobierno, se incurra en aciertos y errores.
Pero es importante que en los temas sensibles que forman parte del núcleo de las promesas de campaña no se falle, matice o cambie la decisión, no sin explicación pertinente.
No es correcto que la prisa venza a la certeza y transmita inconsistencia. Si bien la pluralidad democrática compleja que integra a la coalición gobernante incluye radicalismos de todo signo, la decisión final deberá mantener el equilibrio sin sacrificar sus principios y propósitos.
Ya sea en el tema de las reservas del Banco de México, las comisiones bancarias o la inversión extranjera, de un lado, o bien el uso público de símbolos religiosos y la hiper-centralización, del otro, la prudencia ideológica y la justificación debida son indispensables.
De allí la pertinencia de haber pospuesto y reconsiderar la estrategia de seguridad. Los amagos muestran habilidad pero entrañan riesgos.
Cuando se gana con abrumadora mayoría la responsabilidad por el mandato recibido se agrava.
El Presidente Constitucional lo es de todos los mexicanos y por ello debe ser responsable de su mayoría y de las minorías que conforman la democracia bajo cuyas condiciones accedió al poder.
No está de más repetirlo: estados como Oaxaca le deben agradecer al Presidente López Obrador su notable compromiso para enfrentar los rezagos históricos de todo tipo que lo caracterizan. Aquí el gobierno debe intervenir profunda, corresponsable y ágilmente para romper la brecha social intercultural.
A la sensibilidad social y criterio político del Presidente habrá que sumar la participación de los oaxaqueños y la razonabilidad de los proyectos de infraestructura (y superestructura) urgentes y relevantes.