“…que le están degollando a su paloma”
Raúl Ávila Ortiz | Oaxaqueñología | Hacia el 1-D
OAXACA, Oax., 8 de julio de 2018.- Luego del triunfo abrumador de Morena y aliados, y la consabida derrota histórica de PAN, PRI y PRD, ello debido a múltiples factores, procede enfocar en la agenda que viene.
Entre el 1o de julio, fecha de la reciente elección presidencial, y el 1o de diciembre de 2018, día de la toma de posesión del nuevo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, habrán de transcurrir cinco meses.
México es el país no solo con el proceso electoral más prolongado (casi un año) si no también con el periodo de transición más extenso entre elección y toma de posesión. Ello acarrea ventajas y desventajas para todos los actores.
Por lo pronto, en los meses por venir ocurrirán los siguientes actos:
El INE hará el cómputo de la elección presidencial este domingo, el Tribunal electoral calificará la calidad de esos comicios antes de que concluya el mes de agosto y entregará la constancia de Presidente Electo a más tardar el 6 de septiembre.
El 1o de septiembre se instalará el nuevo Congreso que se encargará de emitir el Bando Solemne declarando Presidente Constitucional.
Además, los tribunales electorales locales y el federal deberán ir resolviendo los conflictos electorales locales (Puebla y otros) hasta agotarlos.
A partir de septiembre vendrán tres meses clave porque, a la vez, los equipos de transición gubernamental ordenarán la transferencia administrativa; negociaron el presupuesto federal y el tratado de libre comercio.
Este último proceso se cruzara en noviembre con la elección legislativa federal en los Estados Unidos, muy importante para Donald Trump, quien seguirá utilizando el argumento migratorio y comercial para sus fines electorales.
Mientras tanto, el gobierno mexicano entrante irá afinando sus estrategias, planes y programas.
Entre otros, en lo político: las iniciativas de ley de amnistía, reducción de penas, posible justicia transicional y despenalización de marihuana.
Para caminar el vericueto hacia la paz deberá desincentivar violencia y crimen. A la vez, tendrá que fortalecer el tejido social (nueva política social, cultural y anticrimen) y liberar de las capturas a las que está sometido el aparato institucional y el dinero público (centralizar el gasto y desconcentrar la administración).
Se entiende que sirven a tales propósitos las estrategias regionalizadas de desarrollo participativo, así como los proyectos urgentes de subsidio a los adultos mayores y respaldo a los 2.2 millones de jóvenes aprendices hoy sin escuela ni trabajo.
En otro sector, los partidos perdedores pasarán al cuarto de reflexiones mientras procesan sus disensos internos e intentan cumplir su papel opositor frente al gobierno. El tipo de relación entre Morena y el Presidente Constitucional será decisivo para el futuro de uno y otro.
Los gobernadores de todo signo deberán tomar decisiones oportunas y pertinentes para realinear sus administraciones frente a las nuevas prioridades nacionales.
También deberán definir sus relaciones con el nuevo gobierno federal y la gobernabilidad interna en sus respectivos ámbitos territoriales. Quizás el periodo transicional sea idóneo para relanzar gobiernos locales como el oaxaqueño y, desde luego, preparar los nuevos gobiernos municipales.
La agenda de los meses próximos es tan densa, el tiempo tan largo y las premuras tan notorias que el ejercicio de concertación y acuerdos es crucial, ya sea que se active o no la opción de los gobiernos de coalición.
Las mayorías legislativas alcanzadas por MORENA en 17 congresos locales y el Congreso de la Unión deberán actuar en el marco de la Constitución. Esto es imperativo para el Presidente entrante.
Téngase en cuenta que la inseguridad, crimen, violencia y debilidad institucional no se detendrán solo por el resultado de la elección y menos aún durante el periodo en curso. Quizás, al contrario, lleguen a agudizarse.
De allí que las liturgias juaristas del poder vuelvan a ser leídas e interpretadas: en tiempos de debilidad, concentrar energías.
Por ello y más es que la corresponsabilidad entre todos los sectores y actores, y la participación social y acompañamiento crítico de medios de comunicación, redes sociales, organizaciones civiles y academia serán más que nunca indispensables.
Mucha agenda por delante. Y, paradójicamente, es tan prolongado y tan escaso el tiempo disponible.